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Relaciones internacionales

Europa quiere acabar con su cacofonía y responder a una ante Trump

La Eurocámara sugiere vetar al que se perfila como embajador estaodunidense en Bruselas

Reuters

La primera cumbre europea del año se celebrará mañana en Malta bajo la desconcertante sombra de Donald Trump. Los 28 socios de la UE llegan a La Valeta entre conmocionados y aturdidos por el vendaval político que ha causado el presidente estadounidense en apenas dos semanas de mandato.

“Encontrar el denominador no es sencillo”, reconocían ayer fuentes comunitarias enfangadas en los preparativos de la recta final para Malta. La cita se había anunciado, sin invitar al Reino Unido, para negociar una posición común frente al brexit. Después mutó en una reunión a 28, con presencia de Theresa May, para atajar el creciente problema de la inmigración procedente de Libia, de donde llegaron el año pasado 180.000 personas a las costas europeas. Y la realidad, que casi siempre sorprende a Bruselas, ha acabado transformándola en un precipitado encuentro de países desconcertados por la actitud de Trump.

“Nadie está cómodo con la nueva administración”, reconocen fuentes diplomáticas en la capital europea. Por primera vez en mucho tiempo, ningún socio europeo parece sentirse a gusto con Washington. Ni siquiera los socios de Europa central y del Este, aliados de George W. Bush durante la invasión de Irak y la guerra sucia contra el terrorismo de Al-Qaeda, y hoy alarmados por el desprecio de Trump hacia la OTAN y su intención de congeniar con la Rusia de Vladimir Putin.

Pero la irritación de muchas capitales con Trump no se ha traducido, de momento, en una posición común. Todos los socios parecen molestos pero cada uno por diferentes y, sobre todo, cada uno defiende una respuesta diferente.

Las fuentes europeas señalan que la cumbre de Malta arrancará hasta con cuatro grupos distintos de países en relación con Trump. El presidente francés, François Hollande, ha asumido, según esas fuentes, el papel más duro, en parte por la tradición escasamente atlantista de su país y en parte porque Trump se perfila como el aliado de la líder de extrema derecha, Marine Le Pen, la bestia negra del gobierno socialista francés y de la oposición conservadora.

La canciller alemana, Angela Merkel, se mantiene, por su parte, en una actitud de tensa calma, dispuesta a responder pero sólo si sufre algún ataque directo. Washington ya lanzó anteayer la primera descarga contra Alemania. El principal asesor de comercio de Trump acusó a Berlín de explotar la debilidad del euro para inundar el mercado estadounidense con sus exportaciones.

España se alinea en un tercer grupo, partidario de contemporizar con la nueva administración y de enfocar la respuesta hacia un “medio y largo plazo” que garantice el mantenimiento de una relación tan esencial como la transatlántica. “No podemos reaccionar a golpe de tuit”, señala un diplomático partidario de una respuesta mesurada.

La posición española, sin embargo, parece perder enteros por momentos y el tono de Europa hacia Trump sube decibelios. En el Parlamento Europeo, ayer casi todos los grupos políticos condenaron con gran dureza la prohibición de entrada en EE UU decretada por Trump contra los ciudadanos de siete países de mayoría musulmana. El pleno se convirtió en una cascada de reproches a EE UU procedente de casi todos los escaños, salvo los de la extrema derecha y los euroescépticos británicos.

Incluso desde las filas conservadoras se atacó a Washington con una contundencia que hasta ahora sólo era habitual en la bancada más a la izquierda. “EE UU solía ser un país de libertad, libre mercado y derechos humanos y ahora prohíbe la entrada de personas por su religión, se opone a la negociación de acuerdos de libre comercio y justifica la tortura”, lamentó el líder del grupo Popular Europeo, el europarlamentario alemán Manfred Weber.

Tusk también arremete contra EEUU

Weber incluso se sumó a la petición de los socialistas europeos para que la UE rechace formalmente el posible nombramiento de Ted Malloch como embajador estadounidense en Bruselas por sus conocidas posiciones a favor de la desintegración del club europeo.

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, también arremete contra EE UU con una dureza inusitada en la convocatoria de la cumbre de Malta, en la que llega a tachar al país de Trump como “amenaza externa” del mismo calibre que Rusia, China o Daesh.

Bruselas confía en que todas esas posiciones converjan en las próximas 24 horas y permitan a la UE cerrar filas y poner fin a una cacofonía que resulta “muy incómoda” para la Comisión Europea, un organismo que no se atreve a reaccionar ante Trump mientras no llegue una señal clara desde los Gobiernos. Los diplomáticos más optimistas señalan que “las diferencias en el seno del club son más sobre la forma que sobre el fondo”. El problema es que, con Trump, casi importa más el tono que el contenido.

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