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Recursos humanos

¿Es bueno que un joven trabaje con quien podría ser su padre?

Un estudio de Icade analiza las relaciones que se dan entre las distintas generaciones

Thinkstock
Manuel G. Pascual

En las compañías siempre han convivido personas de varias edades. Lo que diferencia nuestra época de otras es que la magnitud de los cambios que están introduciendo las nuevas tecnologías en el trabajo es difícilmente equiparable a la vivida por nuestros antepasados. Eso tiene grandes repercusiones en la organización de los equipos de trabajo de las empresas, ya que personas de distintas edades tienen enfoques muy diferentes ante los mismos problemas.

El Observatorio Generación & Talento (GT) y su socio académico, la Universidad Pontificia de Comillas ICAI-Icade, han elaborado el primer estudio que aborda con profundidad la manera en que conviven las distintas generaciones en las compañías. El informe analiza las peculiaridades de cada uno de los grupos de edad que se pueden encontrar hoy en las compañías: veteranos (más de 61 años), babyboomers (entre 46 y 60), generación X (entre 35 y 45), generación Y o mileniales (entre 24 y 36) y generación Z (menores de 23).

Para ello, los investigadores han contado con la colaboración de 15 empresas de gran tamaño, como Gas Natural, Ferrovial, Repsol, CaixaBank, Banco Santander y BBVA, entre otras. La información extraída de varios grupos de trabajo intergeneracionales organizados en las citadas compañías se ha complementado con 3.697 encuestas anónimas.

Una de las conclusiones del estudio es que las empresas harían bien en exigir a sus empleados una nueva competencia: gestión de la diversidad generacional. El liderazgo debe saber que esas diferencias existen y, que si no se gestionan bien, pueden generar conflictos. “Lo importante no es la edad, sino el talento. Cada generación tiene una combinación distinta de conocimientos, experiencia y actitud. Se trata de explotarlos”, aseguró Ángeles Alcázar, socia directora del Observatorio GT, ayer durante la presentación del informe. Para las organizaciones es deseable contar con empleados de todas las edades. “Si no hubiera diferencias significativas de costes de contratación entre mayores y jóvenes, seguramente el equilibrio de edad en las empresas sería distinto”, observó Elena Cascante, presidenta de la Asociación 50plus, que como el Observatorio GT forma parte de Generacciona.

Estas son las principales fortalezas y debilidades de las cinco generaciones que conviven hoy en la empresa.

Quienes tienen entre 35 y 45 años se encargan de hacer de bisagra entre jóvenes y mayores

Las personas de más de 61 años nacieron en una época de escasez, por lo que en su mayoría fueron educadas en la cultura del esfuerzo y, salvo excepciones, se incorporaron muy pronto al mercado laboral. “Como se acercan al final de su vida laboral, están más atentos a los cambios que el resto. En algunos casos sienten miedo de los valores de los más jóvenes, lo que propicia dos reacciones: lucha por hacerse valorar o parálisis, dejando que pase el tiempo y las cosas no les afecten”, describió Jesús Labrador, profesor de Icade e investigador principal del estudio. Su gran experiencia y la lealtad que sienten por la empresa, en la que probablemente hayan trabajado durante la mayor parte de su vida, les convierten en activos muy valorados por los gestores de equipos.

Los trabajadores de entre 46 y 60 años disfrutan de una situación distinta. Tienen más lejos la jubilación (los más mayores empezarán a retirarse en 2020), por lo que les preocupa su empleabilidad y que sigan contando con ellos. Son completamente analógicos, aunque hacen lo posible por adaptarse a las nuevas tecnologías. Respetan las jerarquías y están comprometidos con la compañía, aun en los casos en los que esta les maltrata: el 30% de ellos han sido expulsados del mercado laboral durante la crisis debido a sus salarios, comparativamente mayores que los del resto.

“Su experiencia, visión de negocio y conocimiento de la empresa hace que sea importante no desperdiciar la ocasión de que transmitan esos valores a los más jóvenes a través del mentoring”, aseguró Alcázar.

Los conocimientos, experiencia y actitud varían con la edad. Por eso combinar generaciones suma

El informe identifica a los profesionales de entre 35 y 45 años como un grupo clave para hacer de bisagra entre los más mayores y más jóvenes que ellos. Los primeros españoles nacidos en democracia están mejor formados que sus padres, pero les cuesta seguir el ritmo de los avances tecnológicos. Se sienten obligados a hacer las cosas bien, en tanto que lo han tenido más fácil que sus progenitores. Y se sienten con la responsabilidad de cuidar de sus compañeros mayores, pero también de los becarios. “Su mayor atractivo para el empleador es que se adaptan muy bien a los cambios, tal y como han demostrado adaptando unas tecnologías que han visto evolucionar”, describió Alcázar.

Los treintañeros trabajan por retos, no soportan las tareas aburridas y les preocupa más que al resto la flexibilidad laboral: el teletrabajo y la libertad de horarios serán la norma cuando ellos sean quienes manden. “Son muy innovadores y se mantienen a la última en el aspecto tecnológico. Serán los que traigan auténticos cambios a la empresa”, apuntó Labrador.

Difícil calibrar a los menores de 23, que apenas se han incorporado al mundo laboral. Aunque el estudio muestra que apuntan maneras. “A diferencia de sus coetáneos alemanes, muy indolentes y desmotivados, los españoles de esta franja de edad, que han visto cómo sus padres y hermanos se iban al paro, se toman muy en serio el trabajo”, ilustró Labrador. Son muy responsables, saben que van a ser becarios durante tiempo y, por primera vez en la historia del país, contemplan el emprendimiento como una opción de vida.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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