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El Foco
Tribuna
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Señales de aliento, señales de fatiga

Mientras que la economía española resiste a la crisis, en el ámbito privado ya hay señales de fatiga

Thinkstock

Churchill decía que “la democracia es la necesidad de doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás”. Sin embargo, las actitudes de los representantes democráticos recientemente elegidos están todavía lejos de la recomendación del estadista británico. Mientras que la economía española resiste a la crisis, tanto a la propia como a la externa, por el contrario, se puede constatar que otras muchas opiniones, en el ámbito privado, empiezan a mostrar señales de cierta fatiga que no parece ser percibida tras un segundo intento electoral.

La economía crece en estas fechas y en tiempo real mejor de lo previsto, sobre el 0,8% según la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), y con alta probabilidad de que supere este año el 2,7%, propulsada por la demanda del sector privado.

La crisis había aplazado decisiones de consumo que ahora se han manifestado en forma de aumento del gasto de las familias. También ha crecido con intensidad el gasto interno en la formación de capital productivo en los dos últimos años, así como las exportaciones de servicios, sobre todo, el turismo.

Claramente, el dinamismo del consumo se ha beneficiado por el aumento de tres variables: la renta disponible, la riqueza no financiera y el crédito.

Veamos cada una de ellas. Una tasa de ocupación creciente desde 2013, más la previsión de que se crearán un millón de empleos en el próximo bienio, así como la reforma del IRPF, explican esa mayor renta disponible en nuestra economía. En el caso de la riqueza inmobiliaria real, se ha incrementado un 6% desde mediados de 2014, es decir, 12.000 euros por hogar, y está previsto que continúe en los próximos meses y en línea con el precio de la vivienda. En cuanto al crédito, el volumen de nuevas operaciones está creciendo a tasas de dos dígitos, sostenido por el aumento de la financiación a medio y largo plazo.

"Aquí nunca se ha gobernado con 137 escaños, lo mínimo fueron 156. Esto altera los criterios de gasto y ahorro”

En ese escenario de más crédito, renta y riqueza no financiera, el aumento del consumo puede superar el 5% hasta 2017. De hecho, en el último año, las matriculaciones de automóviles han crecido un 21%; la venta de electrodomésticos, un 14,2%; el segmento de bienes muebles, un 9,5%; las reformas, un 9,7% y el consumo asociado a los viajes, un 6%.

Aun así, el mercado de crédito al consumo en España se sitúa en 71.500 millones de euros, lo que representa aproximadamente un 8% sobre el europeo, que crece al 5%. Si además se incluye el exceso de liquidez procedente de las inyecciones del Banco Central Europeo (BCE) y que se sitúan en 693.000 millones de euros, las perspectivas son muy favorables, se puede decir que hay mucho recorrido alza. En definitiva, son señales de aliento.

Sin embargo, una tasa de ahorro por debajo de su promedio histórico, la caída de las cotizaciones bursátiles, que lastra la riquza financiera neta de los hogares y, sobre todo, las dudas sobre la política económica amenazan al consumo como soporte principal de resistencia de la economía española. A la vista de las diferentes actitudes de los partidos políticos, las certezas sobre la capacidad de conseguir un Gobierno estable y duradero son escasas. De hecho, en España nunca se ha gobernado con 137 escaños, lo mínimo fueron 156 escaños. también es cierto que tampoco existía tanta fragmentación parlamentaria; pero, sea como fuere, esto altera los criterios de gasto y ahorro.

Al clima electoral y político confuso que retrae la toma de decisiones relevantes para la economía, se añade un acontecimiento tan difuso y contraproducente como el brexit. No solo por lo que significa, sino por lo que revela, esto es, la necesidad de que la UE mejore su credibilidad y responda de forma convincente a la pregunta de cuánta Europa necesitamos para que sea creíble ante la opinión pública.

Es irrefutable que por medio de la UE se han conseguido reforzar los Estados democráticos, avanzar en la seguridad jurídica y, finalmente, ampliar la prosperidad a toda Europa. Hoy la economía de la UE, con un volumen de más de 18.000 billones de dólares de PIB (más de 12.000 en la zona euro), es la más grande del mundo, bastante mayor que la de los Estados Unidos (aunque sea notablemente inferior en renta per capita).

"Al clima electoral y político, se añade el ‘brexit, que revela la necesidad de que la UE mejore su credibilidad"

No obstante, tras ese referéndum consultivo, se ha abierto un debate en torno al tipo de equilibrio que se ha de alcanzar entre los Parlamentos nacionales y el Parlamento Europeo. Una difícil relación en la medida en que en cinco Estados miembros se gobierna hoy con el apoyo de grupos de extrema de derecha, poco proclives a los valores que hacen posible su pertenencia a la Unión. La UE es una potencia normativa y de ahí le viene su potencia política, que está basada en el diálogo, la confianza mutua y la capacidad de acción colectiva; por eso, es obvio que, en circunstancias como las descritas, sea necesario seguir con determinación el proyecto europeo.

Los ciudadanos son muy conscientes de estos riesgos y lo expresan. La confianza de los consumidores, medida por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), ha evolucionado de forma negativa al comparar junio de este año con el del pasado ejercicio. Los ciudadanos valoran la situación actual económica y las opciones del mercado de trabajo de forma negativa y los datos de expectativas ofrecen una evolución muy desfavorable. La confianza suele ser previa a las decisiones de consumo y la percepción levemente en descenso anticipa, al menos, dudas, cautela, quizás sean señales de fatiga.

Hace falta, por tanto, que entre los elegidos por los ciudadanos impere la sensatez y eviten las señales de decepción, porque los consumidores y los inversores son impulsivos e impacientes por naturaleza y toman decisiones constantemente, si no tienen certezas las buscan, sean equivocadas o no. Ahora mismo la conclusión es muy clara: no les gusta lo que ven. “Se necesitan certezas”, podría ser el anuncio que los ciudadanos formularían en espacios muy visibles.

Carlos Balado es subdirector general y director de comunicación, marca y relaciones corporativas en Banco Popular.

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