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Entrevista

Jorge Herralde: “Soy editor vocacional y empresario accidental”

Fundador y director de Editorial Anagrama. Dejó la ingeniería industrial por los libros. Con 81 años, cede la dirección, sin retirarse

Jorge Herralde Anagrama
Jorge Herralde, fundador y director de Editorial Anagrama, en su despacho de Barcelona.Marta Jordi
Paz Álvarez

Dejará a finales de este año la dirección de Anagrama, que fundó en 1969 en el acomodado barrio barcelonés de Sarrià, donde mantiene la sede de la editorial, en cuyo capital ha entrado el grupo italiano Feltrinelli. No es una retirada. Jorge Herralde (Barcelona, 1935) seguirá ocupando el despacho que ahora habita y seguirá trabajando, rodeado de montañas de papeles y de libros, frente a dos cuadros “inspiradores” de su amigo, el pintor Ángel Jové, y autor de numerosas portadas de los libros de Anagrama, la peste amarilla, como la llamaba el difunto fundador de Planeta, José Manuel Lara, en relación al color de las portadas. No hace uso de la tecnología, “me quedé en el bolígrafo, aunque tengo una tableta”. Eso sí, recita de memoria el número de seguidores que la editorial tiene en Facebook, más de 150.000, y en Twitter, 90.000.

Pregunta. ¿Cuál es el papel de un editor?

Respuesta. Un editor sigue siendo un lector atento, receptivo, dispuesto a descubrir nuevas voces, contratarlas y publicar dentro de una editorial con personalidad propia. Un editor se caracteriza por lo que publica pero también por lo que no publica. Anagrama intenta encontrar nuevas voces y hace con ellas lo que se llama política de autor. A menudo escritores menores se convierten en grandes, y cito a Richard Ford, Kapuscinski o Rafael Chirbes, a los que hemos ayudado en su triunfo. La tenacidad es una virtud imprescindible en un editor, así como la capacidad de resiliencia.

P. ¿Es difícil resistir en este sector?

R. Es un mundo complicado. Desde 2009, coincidiendo con la crisis económica y la irrupción de las nuevas tecnologías, los editores pensábamos que iba a florecer el libro de bolsillo, a bajo costo y con una oferta excepcional. Creíamos que con el cambio de hábitos era algo que iba a tener éxito. Antes, los jóvenes empezaban a configurar su propia biblioteca con libros de bolsillo, era un fenómeno global, pero lo que ha sucedido en los últimos años es que ha sufrido un retroceso. Fuimos pioneros, tenemos alrededor de mil títulos en bolsillo.

P. ¿La irrupción de la tecnología ha perjudicado al sector editorial?

Creímos que el libro de bolsillo sería un éxito con la crisis, pero no fue así”

R. Ha generado un futuro incierto. Las nuevas tecnologías han sido útiles en muchas cosas. Se ha abaratado el coste de los libros, lo que ha permitido florecer a nuevas editoriales. Por ejemplo, se han favorecido las relaciones con América Latina. Durante años, la comunicación hacia allí era como lanzar un mensaje en una botella, y ahora es más fácil.

P. Comentaba que un editor se caracteriza también por lo que no publica, ¿qué no tiene cabida en Anagrama?

R. Hay géneros muy legítimos, que tienen cabida en otras editoriales, y aquí no. Los libros de autoayuda, los best sellers no literarios. Buscamos, desde el ensayo, planteamientos que hagan pensar al lector, generar dudas y no recetas consabidas. El auténtico escritor es el que empieza un territorio nuevo, como una nueva voz. No es un sendero fácil, es escarpado, y solo los mejores logran permanecer. Ahí entra en juego el trabajo del editor, que ha de descubrirlos, perseverar con ellos, trabajar los manuscritos, hacer campañas de promoción apropiadas. No es imprimir y ponerlo en las librerías, trabajamos como agentes.

P. ¿Qué se requiere para que usted le preste atención a un autor?

R. El interés nace en las primeras páginas. Me ocurrió con una chica argentina, Mariana Escobar, con la que coincidí durante la promoción de otro fenómeno, el libro de Milena Busquets, También esto pasará, y me mandó un manuscrito de 30 páginas. Allí ya se veía que había voz propia. Hicimos un ping-pong, un intercambio de ideas, y le dije si era capaz de tener más textos del mismo nivel que el cuento que me había enviado. Se lo hemos publicado: Las cosas que perdimos en el fuego. Aunque el editor también se equivoca.

P. ¿Le ha ocurrido muchas veces?

R. Alguna, no estentórea, pero alguna. Hemos dejado de publicar autores que no encajaban en la editorial.

P. ¿Cómo gestiona el ego de los autores?

Marta Jordi

Los libros que le han marcado

Un libro que no relee pero que considera decisivo es: ¿Qué es la literatura?, de Sartre. Y los otros son: Lolita, de Nabokov; El gran Gatsby, de Scott Fitzgerald; Mientras agonizo, de Faulkner; Fiesta, de Hemingway; En busca del tiempo perdido, de Proust; Tiempo de silencio, de Martín Santos; Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé, y Antagonia, de Goytisolo.

R. Es una pregunta de respuesta ardua. Un escritor y un artista deberían tener un ego considerable, aunque lo puede tener más o menos domesticado y controlado, y a veces se producen derrapajes importantes. Con la mayoría de los autores he tenido buena relación, aunque ha habido algún derrapaje inesperado. También ha habido la tentación de que algún autor recibe ofertas de grandes conglomerados. A lo largo de 47 años, se han producido algunas bajas, como la de Javier Marías o la de Enrique Vila-Matas, pero la estadística es positiva.

P. ¿Cuál es el secreto para que Anagrama se haya mantenido independiente a lo largo de los años?

R. Jugando en las dos canchas, en la literatura española y anglosajona. No hay que olvidar que en España ha habido cambios en la concentración editorial en los últimos años, con Penguin Random House y Planeta. Después de estos dos grupos esta Anagrama, Salamandra y otras editoriales. Desde el punto de vista cuantitativo es otro negocio, no los envidio. Nosotros nos caracterizamos por la calidad de los libros que editamos.

P. Sin embargo, ha tenido que sucumbir a la entrada de un socio, al permitir que la editorial italiana Feltrinelli entré con un 49% en el capital de Anagrama.

R. Esto es diferente. Lo he hecho por razones de edad, para garantizar el futuro de la editorial. He buscado el mejor partido, el más pertinente. Si hubiera buscado un gran grupo editorial la fagocitación sería importante. Yo soy amigo de la familia Feltrinelli, es un gran grupo familiar, que siempre ha tenido una vocación cultural y progresista. Además cuentan con un centenar de librerías, y tiene una Fundación [Fondazione Giangiacomo Feltrinelli], especializada en temas políticos del siglo XIX y XX y en revueltas sociales. El perfil de este grupo reúne todo aquello que me inspiraba cuando tenía en mente el proyecto de Anagrama, una vanguardia intelectual y heterodoxa de izquierda. Todo esto es diferente a otras absorciones.

P. ¿Ha recibido ofertas de otros grandes grupos?

R. Anagrama fue tentada por otros grupos, halagadores, desde los años ochenta, pero la respuesta siempre fue la misma. Siempre me he manejado bien. Tenemos 18 empleados.

P. ¿Cómo se compite con los grandes grupos empresariales?

R. Trabajando mucho e intentando ser más ágiles, con el mejor intangible que tiene un editor, la confianza y fidelidad de los lectores a un sello y a los autores.

P. ¿Es una editorial rentable?

R. Hasta ahora es rentable, incluso durante la crisis, que la acusamos mucho, pero los últimos dos años han sido excepcionales. 2014 lo remató cuando nombraron a Premio Nobel a Patrick Modiano. Y en 2015 funcionó el azar de las cosechas: Richard Ford, Emmanuele Carrère, Michael Houellebecq, Rafael Chirbes, Ian McEwan... O Milena Busquets. El año pasado su libro, También esto pasará, fue el más vendido, incluso en Argentina, donde se hablaba del fenómeno Busquets. Fue un best seller, algo excepcional, como lo es que un libro argentino triunfe en España.

Los libros de autoayuda, los best sellers no literarios, no tienen cabida en Anagrama"

P. ¿Por qué la literatura argentina no tiene éxito en España?

R. La lengua española es una cosa complicada. Decía Oscar Wilde que Inglaterra y Estados Unidos están bien, lástima que los separe el idioma. Es difícil que los autores españoles triunfen en América Latina, y viceversa, salvo García Márquez o Vargas Llosa. Hay que dar la batalla para que dejen de ser compartimentos estancos.

P. ¿Cuántos libros hay que vender para que sea un éxito de ventas?

R. Depende del anticipo que se le de al autor... Pero ahora que un libro venda 10.000 ejemplares es considerado un éxito. En los años 80 al 2000 no se manejaban estas cifras. Carmen Martín Gaite vendía 100.000 ejemplares, dos libros de Javier Marías vendieron 200.000. La fortuna sería que coincidiera una etapa pujante con la bonanza económica, pero ahora hay demasiados agujeros.

P. En los últimos tiempos han florecido pequeñas editoriales, ¿le parecen emprendedores temerarios?

R. En Francia están surgiendo una gran cantidad de editoriales, y eso es magnífico. En España, también están apareciendo. Lo importante es que tengan un proyecto, que no rebajen el listón, que trabajen con obstinación, con delicadeza, con primor artesanal y sin descuidar los tambores de la promoción.

P. ¿Publica libros por placer o se rige por criterios empresariales?

R. Por el placer de publicar, intentando no ser un kamikaze. Soy editor vocacional y empresario accidental. Estudié ingeniería industrial, mi familia tenía una empresa metalúrgica, otras alternativas no me parecían interesantes.

P. ¿Piensa en la retirada?

R. Mientras estén las neuronas alegres... Dejo la dirección de la editorial a finales de año, y se hará cargo Silvia Sesé [anteriormente en Destino].

“En París se ayuda a los libreros con el alquiler”

P. ¿La tecnología nos ha alejado de la lectura?

R. Todo confluye, pero yo soy optimista y siempre existirán lectores dispuestos a compartir su entusiasmo. Con la tecnología estoy a la espera de ver qué pasa. El libro electrónico no acaba de despegar y eso que iba a barrer, según la prensa. Con respecto a las ventas totales supone entre un 4 y el 5%. En Estados Unidos se ha detenido en el 25%. Lo que sucede en Reino Unido y Estados Unidos es que no hay precio fijo en los libros y se pueden hacer descuentos enormes, lo que acentúa el monopolio de la cultura, con la desaparición de librerías.

P. ¿Defiende el precio fijo en los libros?

R. Como cualquier persona sensata. Ha sido un dique contra los peligros de la banalización de la cultura y concentración empresarial. Con el Gobierno de Aznar hubo un intento, pero se frenó.

P. ¿A la clase política le interesa la cultura?

R. A juzgar por lo que hacen, les interesa entre poco y nada. Los políticos del PP, con la subida del IVA, muestran un gran desinterés. Además, han suprimido la compra de libros por parte de las bibliotecas, que vitalizaban a estas, a las librerías, a las editoriales y a los autores. Ahora, lo están cambiando, pretenden maquillar un poco su alma agreste.

P. ¿Para ser librero hay que tener vocación?

R. Esa es la palabra exacta, es vocacional, ya que es un trabajo duro y exigente. Es un colectivo que no ha recibido ayudas. En Francia, que en los temas culturales es un país admirable, se han cerrado menos librerías, entre otras razones porque el Ayuntamiento de París apoya y colabora en el alquiler de las librerías. Hay fórmulas y debe haber voluntad.

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Sobre la firma

Paz Álvarez
Periodista especializada en gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, tiene un programa de desarrollo directivo por el IESE. En 1993 comenzó a escribir en la sección de Madrid y, en 1997, se incorporó al diario CincoDías, donde creó la sección de Directivos y ha sido jefa de la sección de Fortuna hasta 2022.

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