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Gestión

La sostenibilidad del sistema necesita de pago por resultados

Un grupo de expertos propone evaluaciones constantes para mejorar la sanidad

Thinkstock
Manuel G. Pascual

España es el quinto país en el que más cayó la inversión en la sostenibilidad de la sanidad entre 2009 y 2013. Lo hizo en un 1,6%, según el último informe de la OCDE (está fechado en 2015) sobre presupuesto sanitario. Durante esos mismos años, la media de los 34 Estados miembros subió su desembolso en un 0,5%.

Esta situación obliga a asignar mejor los recursos para tratar de mantener los resultados. Contribuir con una propuesta sobre cómo hacerlo es la intención del documento Innovación y sostenibilidad: construyendo la sanidad del siglo XXI, presentado recientemente en Madrid. Se trata de las conclusiones de un nutrido grupo de expertos reunidos en Bilbao, en el que se cuentan desde cargos públicos de varias comunidades autónomas hasta representantes de la industria, pasando por sociedades médicas. Estos son los puntos más destacados del documento.

¿La visión técnica puede convivir con la política?

El documento Innovación y sostenibilidad: construyendo la sanidad del siglo XXI es el resultado de un foro organizado en Bilbao por Science & Innovation Link Office (SILO), la Fundación UNED y Celgene el pasado mes de octubre. Las discusiones que allí tuvieron lugar se han plasmado ahora en propuestas concretas.

La lista de firmantes es tan extensa como variada. Uno de los nombres propios es el de la exministra de Ciencia e Innovación y actual presidenta de Cotec, Cristina Garmendia.

También tiene la rúbrica de representantes de varias comunidades autónomas. Destaca entre ellos Jon Darpón, consejero de Sanidad del País Vasco. También participan del documento María Isabel Baena, directora general de investigación y gestión del conocimiento de la Consejería de Salud de Andalucía; Antoni Gilabert, director de la gerencia de farmacia y el medicamento de CatSalut; y Antonio López, subdirector general de farmacia del Servicio Navarro de Salud. El director general de Celgene, Jordi Martí, así como cuatro sociedades médicas y representantes de varios hospitales figuran también entre los 34 firmantes.

Lo que no se puede medir no se puede mejorar. Hay ocasiones en que no se sabe cuántos pacientes sufren una determinada enfermedad o cuántos especialistas hay para tratarlos. Lo mismo pasa con los cambios innovadores: a veces no se sabe qué han aportado. Por eso hace falta que el Sistema Nacional de Salud (SNS) desarrolle una metodología de evaluación homologable. También es necesario saber dilucidar qué es innovación y qué no lo es.

Muchas de las mejoras introducidas en el sistema están dirigidas a facilitar la gestión, no para obtener rápidos réditos políticos. Por eso la medición de su rendimiento debe acometerse siguiendo criterios técnicos en vez de políticos.

Si la innovación es efectiva, debe ser debidamente retribuida. “En la actualidad, la falta de buenas evaluaciones hace posible que algunos medicamentos que no son realmente innovadores se paguen como si lo fueran”, señala el documento. La evaluación debería comprender, por ejemplo, cuántas cirugías se evitan gracias al fármaco. Se introduce también el concepto de “innovación financiable”, en referencia a la que bajo ningún concepto puede quedarse sin fondos públicos. También se lanzó la idea de crear un fondo de financiación para la innovación que estuviera blindado “incluso de la situación económica y de los compromisos que se adquieran como techo de déficit”. Dado que la decisión de colocar recursos públicos en el desarrollo de uno u otro medicamento puede salvar vidas, debería darse un mayor margen de participación en el proceso a agentes del sector. Convendría establecer mecanismos de colaboración público-privada para facilitar el suministro de medicamentos y la sostenibilidad del sistema.

El objetivo principal del SNS es proveer de servicios sanitarios. Pero para aportar el mayor valor a los pacientes, es necesario monitorizar cómo se les atiende desde que contactan con el centro hasta que se van. También se propone tener en cuenta las opiniones de los usuarios para incorporar posibles mejoras al sistema.

El Ministerio de Sanidad debe ayudar a que la suma de recursos y esfuerzos de las comunidades autónomas sea mayor a través de un diálogo permanente y con objetivos compartidos. Será el ministerio quien coordine la política de medición de resultados, aunque eso actualmente no esté dentro de sus competencias. También conviene eliminar duplicidades y pulir ineficiencias. No se trata de centralizar, sino de coordinar. Y de que exista equidad en el acceso a la sanidad entre todas las regiones.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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