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Formación

El ‘seny’ catalán nace en la facultad

Los rankings colocan a las universidades de la comunidad autónoma por delante del resto. ¿Por qué?

Estudiantes en una biblioteca de la Universidad Pompeu Fabra, en Barcelona.
Estudiantes en una biblioteca de la Universidad Pompeu Fabra, en Barcelona.Carles Rivas
Manuel G. Pascual

Da lo mismo si el ranking lo realiza una institución nacional o extranjera: la provincia de Barcelona siempre acaba monopolizando los primeros puestos. La Universitat Pompeu Fabra (UPF), la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y la Universitat de Barcelona (UB) ocupan el podio de los mejores centros de formación superior de España para la Fundación Ciencia y Desarrollo (CyD), que ha presentado su clasificación este mismo mes. Se trata de la enésima vez en que se certifica el dominio catalán en esta materia.

¿A qué se debe esa supremacía? Ciertamente, no a que cuenten con más recursos que el resto. Según datos de la Conferencia de Rectores de Universidades de España (CRUE), la financiación cayó en todo el país un 18,2% entre 2008 y 2014. En eso los catalanes no son una excepción. Los efectos de los recortes se han dejado notar en todas las comunidades autónomas.

“El éxito de la UPF o la UAB no es un fenómeno aislado. Se debe a la creación de un potente ecosistema científico e innovador catalán que ha sido aprovechado por sus universidades para conseguir mejores resultados investigadores y más impacto derivado de su producción científica”, opina Carmen Pérez Esparrells, profesora de Economía de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y experta en rankings universitarios. Algo que, a su parecer, no ha sucedido en Madrid. “El Gobierno de la Comunidad apenas está dándose cuenta de la necesidad de una decidida apuesta por la I+D”.

Sin tener más financiación, logran mejores resultados en investigación y más impacto de su producción científica

Las indagaciones en el milagro catalán siempre acaban en un mismo nombre: Andreu Mas-Colell. Antes de ser nombrado consejero de Economía por Artur Mas, cargo que ostentó entre 2010 y enero de 2016, este economista fue consejero de Universidades (2000-2003).

“He conocido a los tres últimos responsables catalanes de Universidades y todos son profesionales de alto nivel, cosa que no puedo decir de otras autonomías”, apunta José-Ginés Mora, profesor visitante en Oxford y experto en gestión de educación superior. “Mas-Colell es profesor de Harvard, ha organizado el departamento de Economía en la UPF, que hoy es uno de los más prestigiosos del mundo. Ese hombre fue candidato al premio Nobel, está claro que no es un cualquiera”, subraya.

Plan a largo plazo

Una de las claves del modelo puesto en marcha por Mas-Colell es su continuidad en la última década y media. “El catalán es un sistema con políticas marcadas a varios años vista que siguen una coherencia y que se aplican en todas las universidades. Eso no sucede, por ejemplo, en la mía”, sostiene Joaquín Aldás-Manzano, profesor del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) y coautor del U-Ránking de Universidades Españolas, cuyas primeras posiciones las ocupan UPF, UAB y la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC).

“Desde hace tiempo nos tomamos muy en serio la planificación estratégica. Establecemos planes de objetivos a 10 años. De hecho acabamos de finalizar el de 2016-2025”, ilustra Miquel Oliver, vicerrector de calidad de la UPF. “Se trata de un ejercicio de introspección. Vemos cómo sacar el máximo provecho de los recursos que tenemos, algo que imagino que hacemos todos”.

Gestionar los fondos de manera eficiente no es sencillo. “El margen de maniobra de los rectores es ciertamente reducido”, reconoce Segundo Píriz Durán, presidente de la CRUE. Con todo, opina que “el sistema universitario español, comparado con otros es, en líneas generales, bastante uniforme”. Oliver cree que, ante la escasez de recursos de la universidad, caben dos reacciones: “parar los proyectos más caros o buscar fórmulas imaginativas para llevarlos a cabo, que es lo que nosotros tratamos de hacer”. En su caso, han optado por recurrir a fundaciones externas para contratar profesores o pagar becas.

Para Aldás-Manzano, el hecho de que Cataluña tenga uno de los tejidos empresariales más potentes y dinámicos de España ayuda, y mucho, en la transferencia de tecnología, uno de los objetivos de las universidades. Pero, a su modo de ver, el éxito del modelo catalán descansa en tres pilares: estándares de calidad, primar la competencia entre universidades e internacionalización.

“Si quieres atraer talento, hacen falta herramientas para poder captar profesores de otras universidades. Mas-Colell creó el programa ICREA, que contrata a través de una fundación a investigadores y docentes sénior con salarios por encima de los del sistema universitario”, explica este especialista en investigación de mercados.

El resultado de este esfuerzo es que el 5% de los profesores universitarios catalanes son extranjeros, una proporción alejada de la media española. “En la UPF llega a ser el 17%, y en algunos departamentos, como el de Economía, supera el 30%”, reseña Aldás-Manzano.

Internacionalización

“El factor diferencial de las universidades catalanas es que se mueven mucho más a nivel internacional. Yo voy a congresos y me encuentro a los rectores de la UPF o de Universitat Rovira i Virgili, pero no al de la Universidad de Castilla-La Mancha o de Sevilla”, reflexiona Mora. Que te conozcan bien puntúa, por cierto, en los rankings relacionados con el prestigio, como el que elabora The Times.

Contar con buenos profesionales no es suficiente: también hace falta que produzcan, que investiguen. “Animamos mucho a nuestros docentes e investigadores a que participen en proyectos internacionales”, asegura Ferran Sancho, rector de la UAB. “Los centros adscritos a la universidad apuestan muy fuerte por el I+D. Es uno de nuestros rasgos de identidad”.

Las universidades catalanas no solo buscan tener una plantilla internacional y altamente cualificada, sino también crecer en estudiantes extranjeros. Por eso la Generalitat ha presionado para abandonar el grado de cuatro años y pasar al sistema de 3+2 (grado de tres años y master), el modelo predominante en Europa. Eso animaría a más jóvenes de otros países a formarse en España.

“Los catalanes han entendido que los posgrados, estudios con una alta movilidad internacional, pueden suponer una fuente de financiación adicional para el futuro”, opina Aldás-Manzano.

Dominio en listados extranjeros

Las clasificaciones extranjeras siguen la misma tónica que las nacionales. Las primeras universidades españolas que aparecen en el llamado ranking de Shanghái, que recoge los 500 mejores centros del mundo, son catalanas: la UB y la UAB ocupan los puestos 171 y 201, respectivamente.

La prestigiosa lista internacional de The Times, por su parte, también coloca tres catalanas, en este caso UAB (146), UPF (164) y UB (174), antes que el resto de instituciones del país.

El QS World University Ranking, elaborado por una consultora británica y que ordena las facultades en función de la carrera que se quiera estudiar, considera que la UB es el mejor centro de España y la UAB la tercera opción más acertada, con la UAM, esta vez sí, en la segunda posición.

Si bien es cierto que los rankings no ostentan la verdad absoluta (suelen primar la producción científica, su prestigio o renombre internacional), que los centros catalanes queden en ellos por delante del resto de universidades españolas resulta revelador.

Miquel Oliver, de la UPF, asegura que, “a diferencia de varias universidades privadas, en las públicas no encontrará departamentos de reputación dedicados a ver cómo puntuar mejor en las clasificaciones. Sería absurdo, porque cambian regularmente de criterios”.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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