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Ha mostrado su solidez a la hora de capear tormentas

Ligar fondos de pensiones con inversión en infraestructuras

Red de carreteras en Estados Unidos
Red de carreteras en Estados UnidosThinkstock

Las compañías relacionadas con las infraestructuras se están poniendo de moda entre los inversores más conservadores. Su solidez sobre el parqué, unido a la gran capacidad para capear tormentas que han demostrado, son los avales con los que se presentan.

“Lo que han visto nuestros clientes es que, cuando el mercado cae un 1%, nuestro fondo solo cede un 0,57%, mientras que, cuando se produce una subida del 1%, alcanzamos un alza del 0,75%” explica Nick Langley, fundador, consejero delegado y codirector de inversiones de inversiones del Rare Infrastructure Value Fund, adquirido el pasado verano por Legg Mason, uno de los mayores gestores del mundo.

El 75% de los clientes del fondo invierte ligando sus fondos de pensiones 

Alrededor del 75% de los clientes de este fondo invierten ligando al producto, compuesto por compañías de infraestructuras, su fondo de pensiones o sus seguros con la intención de proteger su patrimonio de la inflación y obtener una rentabilidad. “Es una estrategia pensada para el largo plazo y las ganancias se mueven en el orden del 5% de lo invertido más la inflación”, señala Langley.

Según el gestor, la protección que ofrece este tipo de compañías ante las bruscas caídas del mercado es ideal de cara a las inversiones a largo plazo, pues permiten que los clientes se aíslen del ruido que se produce a diario sobre los parqués. “Si, de repente, un inversor conservador ve como su patrimonio cae mucho, puede pensar en vender aunque en el largo plazo los fundamentales no hayan cambiado nada y la estrategia siga funcionando bien. La menor volatilidad de las infraestructuras protege al inversor de sus propios impulsos y refuerza el verdadero horizonte”, cuenta Langley.

Desde Legg Mason señalan que el valor de las infraestructuras crecerá en alrededor de un 124%, hasta los 100 billones de euros para 2030. “Las infraestructuras de los países en desarrollo prácticamente triplicarán su valor en ese periodo y las de los países desarrollados lo duplicarán”, sostienen. Pese a ello, Langley no es muy optimista en relación al futuro cercano de los países emergentes. “Creemos que el periodo de corrección seguirá hasta finales de año”, señala.

El fondo de inversión destaca cuatro tipos de infraestructuras necesarias para que cualquier economía funcione y que están abiertas a la inversión privada. El primer grupo está compuesto por colegios y hospitales, un segmento que, a juicio de la gestora, “carece de atractivo por su baja rentabilidad”. El segundo grupo lo forman aquellos activos estrechamente vinculados a la regulación, como los tendidos eléctricos o de telecomunicaciones. “Las compañías propietarias de este tipo de infraestructuras son defensivas, cuentan con altos niveles de ingresos y una baja exposición al PIB del país en el que se encuentran. En España, Red Eléctrica sería la candidata más representativa de este segmento”, explica Langley.

En tercer lugar están las infraestructuras basadas en contratos por concesión, tales como carreteras o aeropuertos. “En este segmento seleccionamos a las empresas que no solo construyen, sino que gestionan estos activos porque tienen un mejor ratio entre el riesgo y la rentabilidad ofrecida. Abertis es, dentro de este grupo, de las que más nos gusta en España”, cuenta el gestor.

Por último, el fondo destaca los activos no regulados, como las infraestructuras logísticas o las plataformas petrolíferas, cuyos ingresos pueden ser muy superiores, pero que se enfrentan al riesgo de que las fluctuaciones habituales de la demanda y la oferta impacten sobre su precio. “Para esta estrategia, este tipo de compañías son demasiado arriesgadas, las dejamos al margen”, sostiene.

Cambios regulatorios, el principal riesgo

La estabilidad sobre el parqué de las compañías cuyo negocio está basado en el desarrollo y gestión de infranstructuras tiene un gran enemigo:los cambios regulatorios. “La regulación afecta en gran medida al desempeño de este tipo de empresas y las modificaciones generan un nivel de incertidumbre importante”, indica Nick Langley, fundador, consejero delegado adjunto y director adjunto de inversiones del Rare Infrastructure Value Fund.El gestor señala como compañías de su preferencia a aquellas cuya regulación no depende directamente de uno u otro Gobierno, algo que, consideran, reduce considerablemente los riesgos a los que se ven expuestas.“Si sabemos que la regulación va a cambiar, damos un paso atrás respecto a ese mercado, vemos que es exactamente lo que cambia y cómo y entonces decidimos si volvemos a entrar o no”, explica Langley, que entiende que esta actitud precavida es la que sus inversores esperan de la estrategia conservadora que oferta el fondo.

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