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El Foco
Tribuna
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Las pensiones del futuro

Nuestra sociedad del bienestar está amenazada ya que en los últimos tiempos están saltando las alarmas, provocadas por los desequilibrios que estamos sufriendo a consecuencia de la crisis económica: “la seguridad social es deficitaria”

Conviene recordar que en España la seguridad social funciona con arreglo a un procedimiento conocido como sistema de reparto, que en pocas palabras consiste en que las prestaciones se pagan con cargo a las cotizaciones, lo cual tira por tierra la idea generalizada de que las cotizaciones de toda la vida laboral de un trabajador se acumulan en una cuenta hasta la fecha de su jubilación.

Este procedimiento que resume el funcionamiento del sistema, también nos permite explicar de una manera fácil el desequilibrio de la caja de la seguridad social, tan sencillamente como que las prestaciones a las que ha de hacer frente no se cubren con las cotizaciones sociales.

En primer lugar, tenemos serios problemas con la tasa de natalidad, que aporta en algunas zonas del país, como en Galicia, unos crecimientos negativos, es decir que la natalidad está por debajo de la mortalidad. Con lo cual, si tenemos en cuenta la explosión demográfica de los años 70, nos vamos a encontrar en el plazo de 15 años, en un escenario con una población muy envejecida de beneficiarios de prestaciones sociales, y en el lado opuesto, con muy pocos cotizantes, consecuencia de las tasas de natalidad que tenemos en los últimos años.

El segundo problema, es el de la tardanza en la incorporación al mercado de trabajo de los jóvenes, lo que supone un doble inconveniente, por una parte, su retraso como cotizantes en el sistema, y por la otra que están recortando los años de cotización.

En tercer lugar, el aumento de la esperanza de vida de la población española supone un importante quebranto en el sistema, de tal forma que podríamos pensar que hasta hace muy poco la cotización de un trabajador cubría las prestaciones de tres pensionistas, en cuanto al tiempo durante el que se cotiza y se recibe la prestación, y en la actualidad, la realidad nos demuestra que un cotizante financia poco más de un pensionista y medio, es decir: casi la mitad.

Ante este escenario que hemos descrito podemos plantearnos dos alternativas: aumentar el número de cotizantes o aumentar el porcentaje de las cotizaciones sociales. Cualquiera de las opciones no es nada fácil de implementar, con la complejidad añadida de que hay variables exógenas que son más difíciles de controlar.

Todas aquellas iniciativas tendentes a aumentar el número de cotizantes siempre serán muy bien recibidas, porque además no podemos olvidar que esconden otros beneficios sociales: la generación de empleo, tanto en la condición de contratación ajena como propia; la depuración de la economía sumergida; y la introducción en el sistema de protección del estado, de un mayor porcentaje de la población.

De ahí que las medidas tomadas recientemente de ofrecer recortes y tarifas planas en las cotizaciones se pueden considerar inofensivas para el sistema en el corto plazo y se consigue generar una mayor base de cotizantes en el futuro, en el que ya se les aplicaría la tarifa sin ningún tipo de recortes.

Por otro lado, no podemos olvidar que uno de los factores que más han ayudado a la salida de la crisis ha sido el recorte salarial, fomentando de esta manera una mayor competitividad. Ahora se reclama el impulso del consumo interno, para lo cual se necesita generar mayor poder adquisitivo y consecuentemente mayor liquidez en la economía doméstica, por lo que si van a aumentar los costes salariales para recuperar el poder adquisitivo perdido, no es el momento de aumentar el porcentaje de las cotizaciones sociales empresariales, ya que perderíamos todo lo ganado en el terreno de la competitividad, se frenaría la generación de empleo, bajaría la recaudación de la seguridad social y los trabajadores no verían aumentar el salario líquido.

El Consejo General de Economistas defiende la bajada de las cotizaciones con cargo a un aumento del IVA

Y respecto a la esperanza de vida de la población española, el número de pensionistas también ha ido aumentando de tal manera que hemos pasado de poco más de 7.000.000 en 2001 a 8.508.482 en 2015.

Con todo lo que acabamos de comentar, el problema no está ni en parte resuelto, ya que la mayor amenaza del sistema es la pirámide de población. En España, este factor va en contra de nuestro sistema de pensiones, ya que tal como hemos visto seguirá creciendo el número de pensionistas, en los próximos 15-20 años de manera muy especial, en tanto que son pocos los jóvenes incorporados al mercado del trabajo.

En definitiva, vemos que en la actualidad resulta difícil incorporar nuevos cotizantes; sin embargo, sí se podría reducir el número de pensionistas retrasando la edad de jubilación, ya que las otras variables que también se pueden articular para reconducir el desequilibrio, están vinculadas bien al aumento de las cotizaciones para que un mismo número de trabajadores puede soportar más pensionistas, o bien a recortes de las pensiones para reducir su coste; lo cual ya se ha conseguido de forma indirecta al aumentar los años mínimos de cotización para tener derecho a una pensión.

Con todas estas reflexiones es fácil concluir con que el trabajo que está por realizar no es sencillo, pero sí que es urgente la búsqueda de soluciones para poder dar garantía a nuestro sistema de pensiones y desde el Consejo General de Economistas, ya hemos defendido en más de una ocasión, la bajada de las cotizaciones empresariales, con cargo a un aumento en el Impuesto sobre el Valor Añadido.

Roberto Pereira Costa es Presidente de Economistas Asesores Laborales del Consejo General de Economistas, EAL-CGE

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