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Cameron defenderá el ‘sí’ a la permanencia en la UE

Cameron defenderá el ‘sí’ a la UE en el referéndum

El primer ministro de Reino Unido, David Cameron.
El primer ministro de Reino Unido, David Cameron.REUTERS

David Cameron cantó ayer victoria tras una cumbre europea de dos días dedicada casi en exclusiva a pactar las condiciones exigidas por el primer ministro británico para defender el en el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la UE. Una consulta que se celebrará, según ha anunciado Cameron este sábado, el 23 de junio.

El resto de socios aceptaron a regañadientes la posibilidad de que Londres deniegue o recorte ciertas ayudas a los trabajadores procedentes de otro país europeo.

Cameron, sin embargo, no ha logrado el derecho de veto sobre las decisiones de la zona euro, que perseguía para poder blindar a la City londinense como principal centro financiero de la UE.

Tras el acuerdo, el primer ministro británico celebrará hoy sábado, a las 10 de la mañana, un Consejo de Ministros en Londres en el que recomendará el apoyo al en el próximo referéndum.

“Me dedicaré en cuerpo y alma a persuadir a los británicos de que nos conviene permanecer en esta Unión reformada”, señaló Cameron con entusiasmo. El primer ministro describió exultante las presuntas amenazas que se cernían hasta ahora sobre el Reino Unido y que él habría logrado neutralizar durante la cumbre en Bruselas. “Hemos conseguido preservar para siempre la libra esterlina y evitar que el Reino Unido se integre en un superestado europeo”, aseguró, obviando que Londres logró el derecho a mantener su propia divisa en 1992.

El resto de líderes calificaron el acuerdo como un mal menor, destinado a lograr que Reino Unido continúe en la UE. “Que Cameron perdiera el referéndum sería una penosa noticia”, señaló el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy. “Hoy hemos hecho un esfuerzo no solo para ayudarle a ganar el referéndum, sino también para decirles a los británicos: ‘Quédense aquí”, señaló Rajoy.

El acuerdo ofrece a Cameron un “freno de emergencia” si se detecta un flujo desproporcionado de trabajadores europeos hacia las islas británicas. En ese caso, Londres podrá denegar los complementos salariales para los empleos menos cualificados durante los primeros cuatro años de contrato. La medida disuasoria podrá aplicarse durante siete años. La Comisión Europea se ha comprometido a aceptar que en Reino Unido ya se dan las condiciones para aplicar esa medida, por lo que Londres podrá iniciar la discriminación tan pronto como gane el referéndum y mantenerla hasta 2021.

La UE también ha aceptado la posibilidad de ajustar las ayudas familiares al nivel de vida del país de origen del emigrante si sus hijos se quedan a residir allí. Londres quería aplicar el recorte de manera inmediata a los trabajadores ya presentes en Reino Unido, pero Polonia, el país más afectado, lo ha impedido. La medida se aplicará a quienes lleguen a partir de ahora y se extenderá dentro de tres años a todos los trabajadores, incluidos lo que ya residen en Reino Unido.

La cumbre arrancó el jueves por la tarde con un acuerdo que los diplomáticos europeos habían dejado muy encarrilado. La negociación, sin embargo, se torció durante la mañana del viernes cuando la primera ministra polaca, Beate Szydlo, chocó con Cameron para defender a los cientos de miles de trabajadores polacos en Reino Unido.

A partir de ese momento, el presidente del Consejo Europeo, el también polaco Donald Tusk, pareció perder el control del guion y la cumbre degeneró en una incesante sucesión de encuentros bilaterales infructuosos.

La impaciencia y el enfado se apoderaron de numerosas delegaciones y los líderes europeos abandonaron en estampida la sede del Consejo, lo que visualizó su malestar ante la flagrante pérdida de tiempo.

La canciller alemana, Angela Merkel, se dejó ver en un quiosco cercano degustando las típicas patatas fritas belgas. Rajoy se marchó a pasear y otros presidentes estuvieron más tiempo fuera que dentro del Consejo, donde solo Cameron libraba su imaginaria batalla.

Las protestas arreciaron y Rajoy no ocultó su disgusto: “Me gustaría que si me convocan a una reunión a las 10.30 de la mañana, que no se celebrase 11 horas después, ni que nos dejen tirados durante 11 horas”.

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