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El rating del grupo corre riesgo de bajar a bono basura

Las agencias presionan a Repsol para que venda activos

Antonio Brufau, presidente de Repsol.
Antonio Brufau, presidente de Repsol. Pablo Monge

Las cuentas de Repsol, que publicará el próximo 25 de febrero y que la semana pasada fueron adelantadas, serán el punto de partida para las revisiones de las notas sobre el valor de las agencias de rating, al que se suman las sinergias obtenidas por la adquisición de Talisman y la reducción de las inversiones previstas.

La petrolera ya avanzó unas provisiones de 2.900 millones de euros en sus cuentas de 2015 por la caída del precio petróleo, lo que le ocasionó unas pérdidas de 1.200 millones de euros el año pasado. Si bien, el resultado neto ajustado mejoró un 8%, hasta los 1.850 millones.

El descenso del precio del petróleo, que ha pasado de los alrededor de 70 dólares el barril de Brent en mayo del año pasado a los 33 dólares en la actualidad, ha llevado a las agencias de calificación a poner la lupa sobre las compañías petroleras. Repsol tiene su nivel de solvencia un escalón por encima del bono basura según Standard & Poor’s (BBB–) y dos por encima de acuerdo a Fitch (BBB) y a Moody’s (Baa2). Los analistas consideran que la compañía debe realizar nuevas desinversiones o cambios en su política de retribución al accionista para mantener su rating dentro del grado de inversión.

Standard & Poor’s ha puesto en vigilancia negativa a la petrolera tras recalcular sus previsiones del precio del crudo para los próximos años. La agencia ha fijado como precio de referencia para el barril de Brent este año los 40 dólares, que suben a 45 en 2017 y hasta los 50 dólares dentro de dos años. Y según su informe, que tendrá una segunda parte tras la publicación de las cuentas de Repsol, la empresa podría mantener el grado de inversión si mantiene el nivel de determinados ratios.

Entre las opciones que manejan los analistas se encuentra la venta de una parte o la totalidad de su participación histórica en Gas Natural, de la que controla un 30% del capital. Una inversión, que tiene un precio de mercado de unos 5.300 millones de euros, que la empresa considera estratégica y cuya venta ha negado reiteradamente. En la última revisión de su plan estratégico afirmó que aportaba un “beneficio a corto plazo y visión estratégica a largo plazo”, así como un “dividendo estable con potencial de crecimiento”. Fuentes del mercado apuntan que para las agencias la desinversión total o parcial en Gas Natura sería “positiva, ya que, aunque genera mucha liquidez, la forma en la que lo contabilizan los analistas no es beneficia”. Una fuente no descarta la opción de realizar una emisión de bonos obligatoriamente convertibles de Gas Natural, que permitirían a Repsol mantener sus derechos de voto en la gasística.

Otra alternativa es la venta de más activos, tras las de gas licuado de petróleo (GLP) y CLH Con estas desinversiones ha obtenido por más de 1.100 millones de euros desde septiembre de 2015. También podrían, según estas mismas fuentes desprenderse de parte de su negocio de refino, downstream, o sus gasolineras, negocios ambos core para la compañía.

“Lo obvio es que redujeran o eliminaran el dividendo”, apuntan un analista, que agrega a que Repsol es la petrolera europea con peor cobertura del dividendo teniendo como precio base del Brent una horquilla de entre 40 y 50 dólares. Si bien, otras fuentes del mercado reconocen la dificultad de tocar la retribución al accionista por las implicaciones que puede tener para sus accionistas, CaixaBank (9,6%) y Sacyr (8,7%). Un dividendo que este año tendrá que abonar contra la caja, al haberse anotado pérdidas en 2015. La compañía, que la semana pasada recordó que ha reducido su deuda financiera en más de 1.000 millones frente a 2014, mantiene su compromiso de abonar un euro por acción.

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