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Sufre el peor descenso desde 2011

Un año de fuertes emociones en la Bolsa española

El Ibex 35 cierra con una caída del 1,01% en la última sesión del ejercicio Desciende hasta los 9.544 puntos, en el peor año desde 2011

El selectivo español ha sido una auténtica montaña rusa en 2015
El selectivo español ha sido una auténtica montaña rusa en 2015Thinkstock

Año complicado para la renta variable mundial, y para la española en particular. El Ibex 35 cierra con unas pérdidas del 7,15% en todo 2015, situándose en los 9.544 puntos, y anotándose el peor descenso de los últimos cuatro años, aunque muy lejos de la caída del 13% registrada en 2011 con el recrudecimiento de la crisis económica.

En la sesión de este jueves, el último día del 2015, el selectivo perdió un 1,01%, alejándose de la cota de los 9.600 puntos. Todos los valores se situaron en rojo, excepto que remontaron su posición respecto al día anterior.

Durante el año, los valores que más se han revalorizado fueron Gamesa (109%), Merlin Properties (45%), Acciona (41%) e Inditex (35%).

En el lado contrario, los títulos que más han perdido en 2015 fueron ArcelorMittal (57%), OHL (52%), FCC (41%) y Santander (35%).

Respecto a la jornada, OHL ha encabezado las pérdidas de la última sesión del año con un recorte del 3,28%, seguido de Acerinox (-2,82%) y Mapfre (-2,2%). Tampoco han conseguido aguantar el tipo DIA (-2,03%) y Sacyr (-1,99%). Tan solo tres valores han logrado cerrar al alza: Bankia, que ha ganado un 0,84%, Abertis (0,41%) y ACS (0,27%).

El ejercicio de 2015 apuntaba muy alto, con el Banco Central Europeo aprobando su programa de compra de deuda, que inició en marzo, e impulsando fuertemente al alza las Bolsas. Así, a mediados de abril, el Ibex alcanzaba ya los 11.866 puntos, muy cerca de los 12.000 previstos por los diferentes grupos de analistas para todo 2015 y con la única preocupación de la crisis griega en el horizonte. Como si de una gran orquesta se tratara, las empresas del selectivo tocaban, afinadas, una melodía que a oídos de los inversores evocaba un sueño dorado de alta rentabilidad.

Pero ese fue prácticamente el fin de las buenas noticias. Entre abril y agosto, el aumento de las tensiones por la crisis griega copó todas las portadas e inquietó sobremanera a los mercados. Los inversores comprobaron que los lazos de la Unión Europea eran menos fuertes de lo que parecían y contestaron con fuertes ventas a la incertidumbre que generó el hecho de que uno de sus miembros pudiera salir por la puerta de atrás.

De forma paralela, se desarrollaba un nuevo capítulo de una historia que daría ya para escribir el guion de un largometraje: la crisis del petróleo. Uno de los elementos que más ha lastrado a la renta variable mundial a lo largo de todo el año tiene su origen a finales de 2014, momento en el que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decidió dar un brusco giro a su política y saturar el mercado de oro negro a fin de expulsar del mismo a los productores más ineficientes.

Las reuniones de la OPEP de junio y diciembre, en las que se impuso el grupo que apostaba por mantener la guerra de precios, ahondaron en la herida del oro negro, que hasta hacía poco tiempo era considerado por los inversores como un valor refugio a la altura de las divisas más fuertes.

En el año, el precio del petróleo se ha desplomado en el entorno de un 36%, llegando incluso a alcanzar mínimos desconocidos en más de una década. El petróleo, gota a gota y durante todo el año, fue secando la rentabilidad del Ibex 35 pues, pese a ser España un país importador, la violencia de estos descensos generó un importante nivel de pánico entre los inversores.

Con el paso de los meses, las previsiones sobre el futuro del crudo fueron ensombreciéndose. Así, la agencia de calificación crediticia Moody’s descartó, en un informe publicado en diciembre, que el precio del petróleo pueda volver a niveles de 2014, cuando un barril de Brent llegó a cotizar a un máximo 115 dólares. Especialmente a partir de octubre, la renta variable europea bailó al son que tocó la cotización del oro negro, en pérdidas cuando el petróleo se desplomaba y en números negros cuando subía.

Clave en el comportamiento de la renta variable fue también la ralentización de China. Las dudas acerca de un nivel de crecimiento del gigante asiático más bajo estallaron el 24 de agosto, tras la enésima devaluación del yuan. Ese lunes negro, el Shanghái Composite cayó casi un 8,5% y contagió al resto de Bolsas de Europa. El Ibex cedió ese día nada menos que un 5% y los 10.000 puntos, lo que le dejó en una situación comprometida y muy alejada de las previsiones de los analistas, a las que no volvería a aproximarse.

La crisis china tuvo unos efectos indirectos especialmente cruentos para el Ibex 35. Como principal demandante de materias primas, el gigante asiático intensificó la caída de los exportadores, países emergentes, como Brasil, sobre los que varios de los pesos pesados del selectivo tienen fuertes intereses y que se vieron ostensiblemente perjudicados.

Otro de los grandes problemas del año fue Abengoa. Los inversores comenzaron en julio a desconfiar de su deuda, el precio de los seguros contra el impago de sus bonos (CDS, por sus siglas en inglés) se disparó y la acción comenzó su paulatino hundimiento. El 25 de noviembre solicitó el preconcurso de acreedores, después de que el grupo Gestamp decidiera no entrar en el capital de la compañía. Los acreedores y el grupo de ingeniería tratan ahora de llegar a un acuerdo para reestructurar su deuda, pero las acciones B, que hasta finales de noviembre formaban parte del Ibex, han caído más de un 80% en 2015.

Ya en la recta final del año, las cotizadas españolas tuvieron que hacer frente a una incertidumbre política que crecía conforme se acercaban las elecciones del 20 de diciembre. Las compañías que más se vieron afectadas fueron las pertenecientes a sectores con fuerte regulación por parte del Estado, como las eléctricas o las constructoras.

En el Viejo Continente, pese a vivir también una segunda parte del año complicado, las Bolsas registraron importantes subidas que marcaron una notable diferencia tanto con el Ibex como con los selectivos de Wall Street. Los parqués europeos gozaron de una tendencia al alza que ha llevado a índices como el Mib italiano o el Cac francés a revalorizarse por encima del 10% gracias a la depreciación del euro frente al dólar y a la puesta en marcha del programa de compra de deuda del BCE. Así, la Bolsa gala puso fin a los descensos de 2014, incluso pese a la incertidumbre desatada tras los atentados de París del 13 de noviembre. Por su parte, el Dax alemán, el Mib italiano y Euro Stoxx sumaron, con este, cuatro ejercicios consecutivos de ascensos.

Al otro lado del Atlántico, los índices de Wall Street dejaron el año en signo mixto, con pérdidas desconocidas desde 2008, cuando se produjo la caída de Lehman Brothers. Aunque el Nasdaq fue el único capaz de capear la tormenta con una subida de casi el 7%, lo cierto es que también perdió fuelle respecto a años anteriores, en los que su revalorización fue de casi el doble. De menor suerte gozaron el Dow Jones, que acabó el año en negativo, y el S&P, que hasta el último momento estuvo en equilibrio entre las pérdidas y las ganancias.

En el mercado de la deuda, el interés del bono español a diez años dejó una leve decepción, tras haber apuntando a la baja desde comienzos del año. Este bono, que se estaba relajando al mismo ritmo que mejoraba la economía, sufrió las turbulencias de China y la mala racha del último mes del Ibex, que incrementaron la incertidumbre dejando un máximo en el interés que se situó en junio en el 2,5%, lejos del 1,4% de comienzos de año.

En el caso de la prima de riesgo, también siguió el mismo esperanzador camino, aunque se encontró con piedras difíciles de sortear. De nuevo el país asiático, las pérdidas del Ibex y los resultados de las elecciones generales hicieron escalar al índice hasta cerrar por encima de los 115 puntos básicos. Pese a ello, siguió muy lejos del máximo alcanzado en plena crisis griega durante el mes de julio, momento en el que llegó a los 161 puntos.

En el mercado de divisas, la moneda común tampoco dejó indiferente a nadie. Las altas expectativas en las que se había movido ante las medidas de estímulo del BCE hicieron que el varapalo fuera mayor para el euro, que acabó pagando los altos vuelos de los inversores, pese a que los analistas vaticinaron casi al pie de la letra las medidas de Draghi. Con ellas, el representante del BCE extendía el programa de compra de activos hasta 2017 y rebajaba 10 puntos básicos el tipo de interés de la facilidad de depósito.

Pero el desconcierto en el que acabó moviéndose la cotización del euro también vino de la mano de la Fed que, tras haber estado esperando durante más de un año para descargar su más pesada artillería, subió finalmente los tipos de interés en el último mes del año. Tanto tiempo habían estado los inversores descontando la actuación de la Fed, que la divisa comunitaria pareció inmune a la decisión de Yanet Yellen. Con ello, la moneda única, que había registrado máximos de 1,16 dólares el pasado agosto, acabó cerrando el año anclada en los 1,09 billetes verdes, punto del que no se ha movido en semanas.

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