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A fondo

Portugal juega con fuego y se enfrenta a una sanción

Pedro Passos Coelho, exprimer ministro de Portugal.
Pedro Passos Coelho, exprimer ministro de Portugal.Reuters

Portugal lleva semanas jugando con fuego y exponiéndose a convertirse en el primer país de la zona euro sancionado por no respetar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Bruselas nunca ha utilizado esa posibilidad de castigo, reforzada a raíz de la crisis, pero en Lisboa puede encontrar una víctima propiciatoria para estrenar un escarmiento que sirva de aviso para todo el club.

La Comisión Europea y el BCE ya vigilan de cerca la situación política del país que tras las elecciones del 4 de octubre parece encaminarse hacia un Gobierno de izquierdas (liderado por los socialistas) poco proclive a seguir con los ajustes y recortes exigidos por Bruselas.

La zona euro no espera un choque brutal como el de Grecia tras la victoria de Syriza, porque los socialistas portugueses se han comprometido por adelantado a acatar las normas europeas. Pero Bruselas afila los reglamentos para abortar en Lisboa cualquier síntoma de revuelta por tímida que sea. A favor de Portugal juega que, a diferencia de Atenas, de momento puede financiarse por sí mismo en los mercados tras la conclusión del rescate europeo en mayo de 2014. Pero sobre Lisboa pesa una vigilancia extrema, por varías vías, que Bruselas puede aprovechar en cualquier momento para infligir sanciones pecuniarias sin precedentes en la historia del euro.

Las advertencias de la Comisión Europea hacia Lisboa se recrudecieron ayer, solo unas horas después de que el martes cayera el Gobierno conservador de Passos ­Coelho en Portugal. El vicepresidente económico de la comisión, Valdis Dom­brovskis, recordó que Lisboa todavía no ha presentado su proyecto de presupuestos para 2016 (el plazo expiró el 15 de octubre) y que esa falta constituye “una preocupación seria” para el organismo europeo.

En condiciones normales, Bruselas tolera que un país en proceso electoral retrase la presentación de las cuentas. Pero en el caso de Portugal la falta de presupuesto puede suponer la expiración de algunos ajustes (recortes salariales y recargos en el impuesto sobre la renta), por lo que Bruselas podría castigar el retraso con multas de hasta el 0,2% del PIB del país con arreglo al reglamento que reforzó el Pacto de Estabilidad en 2013. Portugal, además, debe situar en 2015 el déficit por debajo del 3%. Las últimas previsiones de la Comisión indican que el objetivo podría alcanzarse, pero de manera muy ajustada y con probables derrapes si a finales de año se dejan expirar los ajustes o si se retrasa, como parece inevitable, la privatización de Novo Banco.

Esas circunstancias agravantes ofrecen una segunda vía de sanción, también de hasta el 0,2% del PIB, en base al Pacto de Estabilidad de siempre.

Portugal, además, es uno de los tres países de la zona euro (junto a Francia e Italia) que se encuentra en la penúltima escalón del llamado procedimiento por desequilibrios macroeconómicos, que también permite sanciones (de hasta el 0,1% del PIB) si se llega al sexto y último paso.

Demasiados flancos débiles para un país que, con un gobierno de izquierdas, encontrará pocos aliados en Bruselas para frenar una de las potenciales multas.

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