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Los analistas bajan las previsiones de crecimiento hasta el 6,7%

El menor impacto de la crisis china en la empresa española

Los expertos destacan que el menor peso del comercio exterior entre España y el gigante asiático hace que la desaceleración no afecte directamente al sector.

Thinkstock

La desaceleración económica de China está provocando un aumento de la morosidad entre las empresas que operan en la región de Asia-Pacífico, una situación de impagos que se ha visto potenciada por la nueva revisión a la baja de las previsiones de crecimiento del país del 6,9% en 2015 al 6,7% en 2016.

Sin embargo, los expertos apuntan que la crisis china no afecta directamente a las empresas españolas por el menor peso comercial entre ambos países, aunque sí puede influir en la inversión a nivel internacional.

El Barómetro de Prácticas de Pago en la región, distribuido por Crédito y Caución, muestra un aumento en los niveles de morosidad en las operaciones B2B (Business to Busines, negocios entre empresas) en China, una evolución que –según el estudio- puede generar un efecto de reacción en cadena en la liquidez empresarial en varios países y que empeora las perspectivas de riesgo de crédito en la región.

El informe concreta que el 62% de las empresas chinas ha sufrido la ralentización de los pagos de sus clientes B2B, debido a problemas de liquidez, y en el conjunto de Asia Pacífico el porcentaje se sitúa ya en el 46%.

China enfocará su comercio en el mercado interior, auguran los expertos

Como advierte el presidente del Consejo General de Economistas, Valentín Pich, “el gigante asiático comercia con el mundo entero”, por lo que la desaceleración de su economía “tendrá implicaciones en sus relaciones mercantiles y en sus políticas de inversión con el resto de países, especialmente en un momento como el actual en el que se perciben ciertas flaquezas de la economía internacional”.

La situación, según el economista de IE Business School Gayle Allard, ya está provocando que “los exportadores de materias primas ingresen menos por sus productos”; y que, incluso, los que exportan otros productos” sufran de la falta de confianza generalizada que existe”.

Según David Höhn, de KPMG, el frenazo chino añadirá “presión sobre los acreedores del país” e incrementará “la posibilidad de que haya impagos”. Y, dada la magnitud de la economía de este territorio, el hecho podría “impactar de forma considerable en el resto de la región de Asia-Pacífico”.

Según un informe publicado por el Banco Mundial en 2014, un punto de caída en el PIB de China supone 0,3 puntos menos de crecimiento para el conjunto de Asia. Y “los efectos podrían ser, incluso, mayores hoy teniendo en cuenta las crecientes vinculaciones entre toda la región”.

El barómetro de Crédito y Caución constata que el valor de las facturas B2B del mercado doméstico chino con un retraso en pagos superior a los 90 días se ha duplicado prácticamente en un año, pasando del 4,2% al 7,5%.

Y advierte que se podría producir “un empeoramiento del riesgo de crédito comercial en varios países de la región”. En Australia e Indonesia, cuyas economías dependen en gran medida de la exportación de materias primas a China, el valor total de estas facturas B2B es muy superior a 2014; en Australia ha pasado del 6,4% hasta el 23%; y en Indonesia, del 4,8% al 12%.

David Höhn apunta que, dada la dependencia de las exportaciones hacia China -especialmente en commodities- el sudeste asiático y Australia se verán afectados por la desaceleración. Y pone como ejemplo a varias compañías mineras australianas, que ya “están experimentando significativas caídas en sus beneficios anuales debido a la menor demanda”.

Sin embargo, otros países del mundo como España no se están viendo tan afectados gracias “al bajo peso específico de nuestro comercio con Asia”, indica Alejandro Molins, profesor del Centro de Estudios Financieros (CEF) y especialista en este mercado.

Los expertos explican que la desaceleración de China viene también acompañada de una mayor focalización de su comercio hacia el mercado interior. Y Valentín Pich recuerda que el gigante asiático es un “inversor de referencia” en terceros países, por lo que “cualquier replanteamiento de su modelo económico, motivado por estos factores, “tendrá consecuencias a nivel internacional”.

No obstante, el cambio de modelo no tiene porqué ser negativo internamente. El profesor del IESE Pedro Nueno explica que “los crecimientos ahora no son tan grandes como antes, pero tampoco hay caídas. Además, antes se concentraban en los más ricos y en sectores específicos como el inmobiliario, pero ahora están más repartido y se orientan al consumo”.

Höhn concluye que la desaceleración de China “puede no ser tan dramática como se puede esperar por parte de algunos”. Y recuerda que, a principios de este mes, el presidente chino, Xi Jinping, aseguró que un crecimiento del 6,5% del PIB es suficiente para conseguir duplicar los ingresos medios por persona y el tamaño de la economía china entre 2010 y 2020.

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