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China y Brasil lastran el crecimiento de Latinoamérica

Los factores externos tienen una importancia crucial en el desarrollo de cualquier economía. Del mismo modo que la economía española necesita para continuar creciendo con dinamismo que los países de su entorno evolucionen satisfactoriamente, otras economías como las sudamericanas viven del buen comportamiento de las regiones con las que comercian de forma intensa.

La revisión a la baja de las perspectivas de la economía China, como consecuencia del cambio de modelo basado en el sector exterior hacia un modelo de mayor consumo doméstico, está provocando serias dificultades a los países más dependientes en su sector exterior del gigante asiático. Además China, durante los últimos años ha alcanzado una posición extraordinaria en la economía global como consumidor de materias primas, llegando a convertirse en adquirente de más de la mitad de todo lo que se produce en el mundo de materiales como el aluminio, cobre, níquel, acero, hierro , carbón y siendo un consumidor muy significativo de petróleo y otros commodities.

El frenazo de la economía China ha supuesto un duro golpe para los precios de estos materiales, como ilustra uno de los indicadores agregados más utilizados para medir los precios de los materiales básicos:

Lo que para otros países, importadores netos de materias primas o de energía, es una bendición, para los países latinoamericanos va camino de convertirse en una auténtica pesadilla.

Su dependencia de las exportaciones ha provocado que en los dos últimos meses el crecimiento esperado de la región se haya visto revisado a la baja por parte de la agencia S&P en seis décimas para 2015, estimándose para final de ejercicio una contracción del 0,2%.

No sólo China es importante en la región. Para los países más modestos el enemigo también está en casa. El delicado momento por el que pasa la economía más grande del continente, Brasil, con el que sus países vecinos tienen grandes intereses comerciales, afecta muy directamente a los demás. Brasil, igualmente ha visto revisadas sus perspectivas sucesivamente a lo largo del año hasta esperarse una intensa contracción del 2,5% a final de año.

Latinoamérica se enfrenta así a una difícil prueba. Como siempre que ocurren las crisis en emergentes, una vez que salta la chispa se desencadena un proceso en el que las peores perspectivas inducen a retiradas de capitales que meten presión a las divisas locales. La esperada normalización de los tipos de interés por parte de la FED, es un elemento más de distorsión que daña la financiación, provoca mayores retiradas de fondos y perjudica a los agentes más apalancados.

Durante la época de bonanza, además, muchos agentes practican el “carry trade” para aprovechar el dinero barato en divisa extranjera y tomar inversiones con mayor rentabilidad en el mercado local. Cuando el proceso se revierte, el endeudamiento se agranda como consecuencia de la propia depreciación de la divisa. Sobre su divisa, en realidad, gira parte del problema pero también de la solución para muchas economías, pues no sólo constituye una variable que importa inflación sino que también conforma la válvula de escape que adecúa la competitividad comercial al nuevo escenario.

Lo cierto es que Latinoamérica se enfrenta a una nueva crisis mucho mejor pertrechada y con mayor margen de actuación que en ocasiones anteriores, tanto por sus fundamentales como por sus posibilidades de manejo a nivel de política monetaria, pero le conviene a sus Gobiernos no confiarse y empezar a tomar desde ya mismo las valientes medidas reformistas que impidan el desarrollo de esta crisis que está amenazando con agravarse.

Alejandro Varela es Gestor en Renta 4

@AVarela_Madrid

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