La crisis china y el dilema de los tipos
Las bolsas han perdido prácticamente todo el beneficio obtenido hasta el mes de julio en otro agosto aciago para los mercados. El enfriamiento de la economía China ha puesto en jaque a los inversores al propiciar un efecto dominó que yo denominaría “multiactivo”.
Se trata de un efecto dominó muy al estilo de las grandes crisis, porque al ralentizarse el crecimiento chino, su efecto directo sobre los mercados de materias primas, probablemente los más penalizados, está causando problemas al resto de economías emergentes que dependen como siempre en exceso de los ingresos que éstas generan. Y a partir de ahí se desencadenan retiradas masivas de capitales ante la peores expectativas que esto sugiere para los inversores. Algo similar a una estampida…
Las consecuencias son “multiactivo” porque las turbulencias no solo se ciñen a los precios de materias primas, a las acciones de compañías de sectores extractivos, o a los precios de los bonos de gobiernos emergentes. En realidad, cuando esto ocurre apenas queda alguna categoría de activos donde poder alejar nuestras inversiones de las pérdidas más allá de la liquidez. La estampida de los inversores ocasiona movimientos muy negativos en los mercados de divisas. Las divisas emergentes se deprecian fuertemente debido a la repatriación de fondos y a su menor demanda, lo que a su vez pone en dificultades a quienes tomaron financiación en divisas externas, que ven incrementado el montante a devolver debido al menor valor al cambio de sus monedas. Y se extienden los problemas para sus prestamistas, y de estos a los suyos, acreedores o accionistas, etc…y siguen cayendo las fichas del dominó.
Pero esto no queda ahí. Las turbulencias y el presunto enfriamiento económico al que nos enfrentamos han disparado las conjeturas sobre el papel que jugarán los bancos centrales. ¿Podría la Fed retrasar (más aún, diría yo) su primera subida de tipos? Parece lógico pensar que sí. Es por ello que el dólar cambió el sentido que llevaba en 2015 (se venía apreciando con fuerza) perdiendo valor frente al euro de forma inesperada. Las acciones de las compañías europeas más exportadoras que se estaban beneficiando de un euro débil han encontrado así un doble motivo para sufrir: por una lado, las expectativas de crecimiento de ventas en China y emergentes se desvanecen de la noche a la mañana, y por otro, un euro apreciándose mermaría su competitividad y minaría su cuenta de resultados en el exterior.
Como telón de fondo, una gran incertidumbre. El dinero huyendo de aquello que considera menos seguro y movimientos en cadena en los mercados a menudo generados por mecanismos de control de riesgos que disparan las ventas mientras la dinámica bajista se retroalimenta.
¿Y ahora qué? La volatilidad en los mercados y el posible impacto en el crecimiento de todo esto, está condicionando ya la opinión de los miembros de la FED, hasta ahora teóricamente dispuestos a iniciar el ciclo de subida de tipos. Se piensa, no sin razón, que una subida temprana de los tipos aceleraría el deterioro en las economías emergentes debido a su elevado stock de deuda privada. De este modo, han surgido voces cualificadas pidiendo a la Reserva Federal que sea paciente a la hora de elevar las tasas para evitar drenar impulso a un crecimiento ya de por sí bastante tímido y que se enfrenta a enormes desafíos.
La pregunta que debemos hacernos es, por tanto, si los daños en las zonas emergentes tienen capacidad de contagio hacia los desarrollados desencadenando un cambio de ciclo global. A priori, no parece que esto pueda suceder dado el vasto apoyo de los bancos centrales y el estímulo extra que supone para muchas economías dependientes unas materias primas increíblemente baratas, sin embargo, la respuesta es una verdadera incógnita en estos momentos. España, por ejemplo, se ve muy beneficiada por todos estos factores mientras mantiene una presencia en china todavía testimonial. Pero nadie debe confiarse.
Si la Reserva Federal abandonase de repente sus intenciones de normalizar su política monetaria, automáticamente generaría las sospechas de que algo podría estar marchando realmente mal en la economía y pronto surgirían temores que tendrían un efecto inmediato en los mercados. Por el contrario, los efectos de una subida de tipos en las actuales circunstancias aunque tan sólo sea de cuarto de punto, son desconocidos. Posiblemente, seguir los planes de subir los tipos pudiera resultar una señal positiva para los inversores y un motivo de celebración.
Es por esto que todo el debate sobre si los tipos suben o no suben está centrando el interés de los analistas. El modo en que la FED resuelva este dilema y sus consecuencias inmediatas, posiblemente marcarán el camino definitivo a unas bolsas ahora desorientadas y deshojando la margarita entre el inicio de un nuevo ciclo bajista o la recuperación.
Alejandro Varela, Gestor de Renta 4 Gestora