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La acción se hunde un 73% en un mes

Abengoa, bajo el control de los especuladores, ¿qué ocurre?

Los especuladores continúan tomando ventaja de la situación de Abengoa. Su acción se hunde un 73% desde el 20 de julio.

Planta solar de Abengoa.
Planta solar de Abengoa.EL PAÍS

Los especuladores continúan tomando ventaja de la situación de Abengoa. Su acción se hunde  un 73% desde el 20 de julio. Hoy cae en torno a un 5% adicional.

El grupo de ingeniería y energías renovables está en una espiral bajista en medio de informaciones que ponen en duda su capacidad para llevar a cabo la ampliación de capital por 650 millones de euros que anunció el 3 de agosto.

Las acciones B, que cotizan en el Ibex y cuentan con un derecho de voto cada una de ella, se desploman un 72,5% en el último mes –hoy han caído un 9,41%, hasta 0,77 euros–, mientras que las A (con 100 votos) han cedido un 8,05%, hasta 1,46 euros. 

La compañía mantiene sus planes iniciales de levantar 650 millones en capital y realizar desinversiones por 500 millones de euros entre septiembre y marzo, si bien reconocen que los activos a la venta son superiores con el objetivo de conseguir el importe prometido en tiempo y forma, según explican desde Abengoa. En ningún momento se ha planteado aumentar el importe de la ampliación, añaden.

El hecho de que la compañía andaluza controlada por la familia Benjumea, principal accionista de Inversión Corporativa –tiene el 46% del capital y el 57% de los derechos de voto– no haya anunciado todavía los términos ni los plazos de la ampliación han provocado fuertes caídas en su acción y en su deuda.

La capitalización ha pasado del 20 de julio de unos 2.600 millones entre las acciones B (837 millones) y las A (83,6 millones) a menos de 800 millones. La rentabilidad de sus bonos se ha disparado ante el temor a que sea incapaz de afrontar sus vencimientos, con el interés del que vence el próximo marzo en el 75% y el que expira en abril de 2020 en el 26%.

Los seguros contra el impago de su deuda (CDS, por sus siglas en inglés) están fuera de control. El CDS a un año cotiza a 4.800 puntos básicos; es decir, para asegurar 10 millones de euros son necesarios 4,8 millones. El CDS a cinco años, mientras, cotiza a 3.400 puntos básicos.

Una historia que viene de largo

En noviembre del año pasado se puso en entredicho el modo en que Abengoa computaba la deuda. Meses después, en mayo, el grupo de ingeniería andaluz cambió a su consejero delegado, Manuel Sánchez Ortega, por Santiago Seage.

Curiosamente, la puesta de largo de Seage ante la comunidad inversora no pudo tener peor comienzo. Fue el 23 de julio, en Madrid. Los analistas que cubren el valor fueron invitados a una conferencia de tú a tú con el nuevo consejero delegado. En plena reunión, las armas de destrucción masiva que ya habían puesto en jaque la deuda de países como España hicieron acto de presencia.

Los CDS de los bonos de Abengoa a cinco años comenzaron a dispararse hasta los 1.500 puntos básicos desde el entorno de los 1.000 y la compañía convocó una conferencia exprés a las siete y media de la tarde con la misión de tranquilizar al mercado.

Pero las dudas sobre la liquidez real de la compañía y la deuda se multiplicaron. Seage anunció que se igualarían las garantías de la deuda sénior con las de los bonos convertibles para frenar la especulación. La misión, desactivar el la utilización torticera de los CDS.

Los resultados del primer semestre fueron otra bomba que cayó sobre la deuda y la acción de Abengoa. Redujo su previsión de flujo de caja libre para 2015 hasta un rango de entre 600 y 800 millones de euros, la mitad de los 1.500 millones estimados, justificando esta modificación por un alza de las inversiones.

El siguiente día hábil, la compañía dio más noticias: una ampliación de capital de 650 millones y ventas de activos por 100 millones de euros adicionales a los 400 que había anunciado hace unas horas. La acción se hundió esa sesión un 30,9% al tiempo que el interés de su deuda se disparó –la de ocho meses pagaba ya un 20% y la de cinco años, un 18%– en medio de nuevas incertidumbres sobre la situación de su tesorería.

La compañía reconoce que debe reducir sus gastos financieros –de 438 millones de euros en el primer semestre–, pues estos se comen casi por completo su beneficio operativo (ebit), y promete amortizar deuda neta, que se sitúa actualmente en un total de 6.113 millones, por 675 millones. Al mismo tiempo, defiende que su tesorería es de 1.300 millones y la reducción del flujo de caja libre estimado se debe a sus proyectos en Brasil. “Se trata de una circunstancia extraordinaria que en cualquier caso no nos impedirá una generación de caja importante a final de año, esperamos volver en 2016 a niveles normalizados de inversión y como resultado de generación continua de caja”, afirma la compañía.

Inversión Corporativa está controlada mayoritariamente por los Benjumea. La familia cuenta con una participación del 24,3% a través de Palmera Nueve y de otro 7,8% a través de Royblanca, según las cuentas de la empresa a cierre de 2013. La familia de los Aya Abaurre cuenta con un 15,2% a través de Inayaba, mientras que Olajangua, controlada por los Abaurre Llorente, tiene un 9,86%. 

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