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Tsipras ha firmado para evitar los "planes más extremos"

Claves del acuerdo con Grecia

Primer ministro griego, Alexis Tsipras.
Primer ministro griego, Alexis Tsipras.REUTERS

Fumata blanca de momento. Grecia y los otros países de la zona euro han llegado a un acuerdo para comenzar a negociar el tercer rescate del país.

El presidente del Consejo de Europa, Donal Tusk, certificó en su cuenta de Twitter, y después en rueda de prensa, el acuerdo "unánime". El presidente del Consejo Europeo anunció que los líderes de la eurozona han alcanzado “un acuerdo unánime” para iniciar las negociaciones para el tercer rescate en favor de Grecia. Tusk, en un mensaje en la red social Twitter, señaló que “todo está preparado para llevar al Mecanismo europeo de Estabilidad (MEDE) el programa para Grecia, con serias reformas y apoyo financiero”.

Eso sí, el Gobierno heleno debe aprobar las primeras medidas el miércoles 15 de julio a más tardar. Y ya se producen las primeras voces que hablan de una revocación del actual Ejecutivo. El ministro de Trabajo, Panos Skurletis, ha anunciado que habrá elecciones anticipadas a lo largo de este año, y que hasta entonces o bien habrá un Gobierno de amplia coalición o bien se buscarán apoyos puntuales de la oposición para poder aplicar las reformas acordadas con la eurozona. 

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, también ha empleado la red social para anunciar el acuerdo. "Acabamos de terminar, hay acuerdo. Espero que todo el mundo cumpla. Debemos mejorar la gobernanza en la UE", ha asegurado el presidente español.

Este esperado acuerdo se ha conocido pocos minutos antes de la apertura de los mercados en Europa. El Ibex 35 ha estrenado la sesión con una subida del entorno del 1,5%. Mientras en el mercado de deuda, la prima de riesgo española cae a niveles de 115 puntos básicos con la rentabilidad del bono español a diez años en niveles de 2,11%.

La zona euro y el Gobierno de Alexis Tsipras han negociado con un ojo fijado en el crono un principio de acuerdo que permitiera a Grecia evitar el descalabro financiero desde hoy y el borrador de acuerdo sobre la mesa mantenía sobre Atenas la espada de Damocles de una bancarrota e, incluso, de una posible salida del euro. El acuerdo para un tercer rescate parecía ahora más cerca que a principios de la noche, con el Gobierno griego dispuesto a aceptar las condiciones de la canciller alemana, Angela Merkel y el presidente galo, François Holande, que posteriormente se trasladará al resto de líderes europeos.

La menor confianza hacia el Gobierno griego tras el referéndum del pasado domimgo esgrimida por los acreedores se tradujo en una vuelta de tuerca en los requisitos para conceder un rescate valorado ahora en 86.000 millones de euros.´

La posición de Tsipras

Alexis Tsipras asegura haber aceptado el acuerdo para evitar los planes más extremos de los halcones de la zona euro (léase, Alemania), aunque ha tenido que afrontar decisiones difíciles. El primer ministro heleno ha asegurado que el acuerdo permitirá a su país volver al crecimiento y ha sentenciado que son "necesarias reformas radicales" para expulsar de las instituciones a la vieja oligarquía. 

Los problemas para llegar al acuerdo eran dos.  Primero, la participación del FMI en un nuevo programa a partir de 2016, cuya concesión los socios quieren condicionar a la participación también financiera de la institución, un “prerrequisito” que Atenas rechazaba.

Segundo problema, la creación de un fondo fiduciario al que se trasladarían activos públicos helenos para privatizarlos y lograr hasta 50.000 millones de euros a largo plazo para reducir la deuda helena. Grecia rechaza esta idea impulsada por Alemania, según fuentes del Ejecutivo heleno.

Una vez alcanzado el acuerdo, del que se desconoce la redacción final, Atenas dispondría de un breve plazo, hasta el 15 de julio, para aprobar las reformas más urgentes en materia de IVA o pensiones, un sacrificio que los acreedores exigen al Ejecutivo de Tsipras como condición para empezar a negociar un tercer rescate.

La oferta de la zona euro puede resultar letal para el primer ministro heleno, que el pasado viernes ya sufrió en el Parlamento griego un puñado de deserciones en la aprobación de su propuesta a los acreedores. Algunas delegaciones europeas no ocultan su deseo de librarse de Tsipras una vez que ya ha desaparecido del escenario su primer ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis.

El borrador del acuerdo de los ministros sólo incluye una mínima concesión que podría salvar a Tsipras: la promesa de una renegociación de la deuda, para alargar los plazos de amortización y los períodos de carencia de los préstamos. Pero la negociación sólo comenzaría una vez que Grecia haya superado el primer examen del tercer rescate, un plazo que en el mejor de los casos no llegará hasta el otoño. Salvo esa escapatoria, el resto del documento supone un golpe en la línea de flotación del Gobierno griego.

El ultimátum fue elaborado por los ministros de Economía de la zona euro (Eurogrupo), en dos reuniones a lo largo del fin de semana (casi nueve horas el sábado y otras cinco horas, el domingo). El documento fue redactado en términos tajantes y perentorios, como prueba de la capitulación sin condiciones que el Eurogrupo exige al gobierno de Alexis Tsipras tras el desafío del referéndum del 5 de julio.

Tsipras logró un rotundo éxito aquel día, con un 61% de votos en contra del ultimátum de la troika (CE, BCE y FMI) a finales de junio. Pero Tsipras puede pagar en Bruselas muy cara su victoria, condenado a elegir entre la salida del euro o un acuerdo con condiciones más duras que antes de la consulta.

Humillación

Para algunas delegaciones, el Eurogrupo roza la humillación en Grecia y en las últimas horas se ha llegado a evocar el Tratado de Versalles (cuando Berlín aceptó el armisticio tras la Primera Guerra Mundial) como peligroso precedente de un acuerdo que podría acabar siendo contraproducente.

Pero el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, no se dejó impresionar por referencias al dramático pasado alemán y se mostró inflexible. Schäuble fue secundado por algunos de sus colegas, como el holandés, el finlandés, el estonio, el letonio o el lituano, y logró incorporar al borrador del documento las propuestas más duras como la obligación de que Atenas cree un fondo de activos públicos, por valor de hasta 50.000 millones de euros, que se venderán para amortizar la deuda.

La recaudación de ese fondo, si se cumpliera, permitiría cubrir más de la mitad del nuevo rescate, cuya factura, según el Eurogrupo, oscilará entre 82.000 y 86.000 millones de euros, a sumar al cuarto de billón de los dos primeros e infructuosos rescates. Solo hasta agosto, Grecia necesita 12.000 millones de euros para evitar la bancarrota.

Grecia ve dos cuestiones por resolver, la primera la citada participación del FMI en un nuevo programa a partir de 2016, cuya concesión los socios quieren condicionar a la participación también financiera de la institución, un “prerrequisito” que Atenas rechaza, apuntaron fuentes del Ejecutivo heleno.

La segunda es la creación de un fondo fiduciario al que se trasladarían activos públicos helenos para privatizarlos y lograr hasta 50.000 millones de euros a largo plazo para reducir la deuda helena.

El documento del Eurogrupo fue trasladado a la cumbre extraordinaria de la zona euro celebrada justo después. Algunas fuentes confiaban en que Angela Merkel, suavizase el tono impuesto por su ministro de Finanzas. Pero la cancilller alemana no se mostró mucho más tolerante.

“Ya se ha perdido la moneda más importante, que es la confianza”, advirtió Merkel antes del comienzo de la cumbre. Y alertó de que “no habrá un acuerdo a cualquier precio”.

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, llegó con la bandera blanca. “Podemos alcanzar un acuerdo si quieren las dos partes”, señaló antes de reunirse con Merkel, el presidente francés, François Hollande, y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.

Tsipras, sin embargo, podría verse en dificultades para aprobar en su Parlamento un plan con medidas no sólo contrarias a su programa político, sino incluso alejadas de la tradición económica europea. El proyecto de acuerdo exige, por ejemplo, la privatización de la red eléctrica, que está bajo control público (como en muchos países, como España o Francia), o mantener las restricciones a la negociación colectiva entre empresas y trabajadores.

El Eurogrupo también reclama a Grecia medidas tan peculiares como la revisión de la política de apertura comercial en días festivos (un tabú en países como Alemania o Francia), la reforma del calendario de rebajas o un calendario sobre reformas en sectores como las panaderías y la distribución de lácteos.

Los ministros advierten a Atenas que todas esas condiciones son el requisito mínimo para empezar a negociar el tercer rescate, aunque no descartan que el programa de préstamos no llegue a aprobarse si después no se logra un acuerdo sobre el Memorándum de Entendimiento definitivo.

La declaración de guerra del eurogrupo a Tsipras concluye con la advertencia de que “en caso de que no hay acuerdo, se ofrecerá a Grecia una rápida negociación para una salida temporal de la zona euro, con posible reestructuración de la deuda incluida”.

El tono de las amenazas asustó incluso a algunos líderes europeos que en las últimas semanas también habían jugado con la idea del Grexit o de la destitución de Tsipras. Hay que evitar la humillación”, recomendaba ayer, por ejemplo, el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, tras asisitir a la primera sesión de la cumbre extraordinaria de la zona euro. Schulz, socialsita alemán, se había apuntado en los últimos días a las tesis más duras de Schäuble, pero ayer, desfondado, intentaba desmarcarse de la amenaza del Grexit. “Nadie quería llegar hasta este punto, pero aquí estamos”, señaló con resignación. “Mejor mantener la calma, porque las decisiones que se adopten esta noche marcarán el futuro de Europa y afectará a millones de personas”.

Un fondo para amortizar deuda

Entre las exigencias a Grecia planteadas por Berlín, que no se sabe si está consignado en el acuerdo final, figura la creación de un fondo fiduciario de 50.000 millones en activos públicos para contribuir a la amortización de su deuda. Alemania ya no se fía de los planes de privatización planteados por Grecia, que han fracasado desde el comienzo del rescate. En 2010, la troika (CE, BCE y FMI) marcó como objetivo del plan una recaudación de 50.000 millones En 2012, lo rebajó a 23.000 millones de euros hasta 2022. Y los ingresos obtenidos se han quedado en 3.000 millones de euros.

La propuesta de Berlín es un fondo donde depositar bienes griegos, pero con control “externo e independiente” y “gestionado por las autoridades griegas, bajo la supervisión de las instituciones europeas”, según el documento pactado por el Eurogrupo.

La recaudación del fondo tendría que destinarse a amortización de deuda, lo que en la práctica reduciría el coste de un tercer rescate que puede dispararse hasta los 90.000 millones de euros.

En el segundo rescate, Berlín ya obligó a Atenas a establecer una cuenta bancaria blindada para los recursos destinados por la zona euro a amortizar su deuda. Ahora, el control se extendería a los ingresos que obtenga Atenas con sus privatizaciones.

El gobierno griego se resistía anoche a que el fondo estuviese bajo control extranjero. Una exigencia que el gobierno de Tsipras podría tener muy difícil de aprobar en el Parlamento de su país, donde algunos diputados lo ven ya como una humillación.

Y entre todas ellas, Grecia veía dos cuestiones por resolver: la primera, la participación del FMI en un nuevo programa a partir de 2016, cuya concesión los socios quieren condicionar a la participación también financiera de la institución, un “prerrequisito” que Atenas rechaza, apuntaron fuentes del Ejecutivo heleno.

En los próximos días, el Parlamento de Atenas tendrá que aprobar las reformas de las pensiones y los incrementos del Impuesto sobre el Valor Añadido que fueron rechazados en el referéndum de hace una semana.

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