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En la compañía predican con el ejemplo

Culto al deporte en las oficinas de Decathlon

El ejecutivo y su equipo echan un partido de dos horas después de las reuniones Una semana al año, todos los empleados de las oficinas trabajan en tienda de cara al público

Isabel Etxamendi
Manuel G. Pascual

La sede central de Decathlon está muy alejada de la ortodoxia. No es que sea Google, pero desde un primer momento el visitante se da cuenta de que no está en unas oficinas convencionales. Para empezar, a las dependencias de la multinacional francesa se accede desde una tienda Decathlon (la de San Sebastián de los Reyes, en Madrid). La puerta de las oficinas, situada a pocos pasos de los lineales y las cajas registradoras, pasa completamente inadvertida para quienes no trabajen allí.

Esta disposición no es una casualidad, ni tampoco (solo) una cuestión de costes: “Quiero que todos los trabajadores pasen por la tienda antes de sentarse ante el ordenador. Así pueden ver de primera mano cómo funcionan los proyectos en los que están metidos”, explica Michele d’Humieres (Casablanca, 1957), director general de la firma.

No sin mi bicicleta

El parking del Decathlon de San Sebastián de los Reyes es enorme, como todos los de los grandes centros comerciales. El de bicicletas, situado junto a las oficinas centrales de la multinacional, tampoco es pequeño. Ahí descansa la de Michel d’Humieres. El ciclismo es uno de los deportes que practica, a los que hay que añadir el pádel, la vela, el esquí y el snowboard.

A pocos metros de su mesa tiene una segunda bici, que guarda como un trofeo. Se trata de una edición superlimitada (de hecho, es un ejemplar único) de la marca Btwin, la enseña de ciclismo del grupo, que le fue entregada hace algo más de diez años en reconocimiento al éxito conseguido por este segmento de negocio en España.

“He vivido la explosión del deporte que ha habido en este país en los últimos 20 años. Hace dos décadas apenas había costumbre de practicar ejercicio; hoy, España supera a muchos países europeos en algunas disciplinas”, explica el ejecutivo. Pese a que en Decathlon se puede encontrar material para practicar más de 65 deportes, los que mejor funcionan, asegura, son los relacionados con la montaña, con el agua y, desde hace pocos años, con el running.

La firma francesa lleva varios ejercicios creciendo a buen ritmo. Acaban de inaugurar su tienda número 100 en Valladolid y el año pasado facturaron en España en torno a 1.500 millones de euros. Según sus previsiones, 2014 cerrará todavía mejor. “Depende del rendimiento de noviembre y diciembre. A nosotros nos afecta hasta el tiempo. Si hace mucho frío, igual la gente va menos a la tienda, pero compra más anoraks”, comenta entre risas.

Durante la entrevista, insiste una y otra vez en la importancia que se le otorga en la compañía al contacto con el cliente. “Queremos producir los mejores artículos para nuestros clientes, y eso solo se consigue escuchando sus comentarios y entendiendo sus necesidades”, subraya el ejecutivo. La cultura del contacto con el público está grabada a fuego en el subconsciente de toda la plantilla. No en vano, casi todo el equipo de d’Humieres, incluido él mismo, fue vendedor en su día. “Estuve cinco años como responsable de un deporte en uno de nuestros locales y con el tiempo llegué a dirigir una tienda”, recuerda.

La compañía lleva a gala el hecho de que muchos jóvenes universitarios que entran buscando un trabajo a tiempo parcial para pagarse los estudios siguen en plantilla al cabo de una década. “La empresa pone todas las facilidades para formar a nuestros trabajadores y prepararlos para retos cada vez mayores”, argumenta. Eso explica otro de los aspectos que más llaman la atención al personal ajeno a la organización: la juventud de los directores y responsables de departamento, muchos de los cuales no llegan a la treintena. Por no hablar del resto de sus subordinados. Y para asegurarse de que nadie olvide de dónde viene, toda la plantilla debe pasar una semana al año en las tiendas, de cara al público. “Es muy divertido. Yo siempre aprendo algo”, espeta d’Humieres.

Otro shock cultural: de vez en cuando pasa alguien con un patinete. Hay un directivo que se pasea por la oficina encima de un longboard. Estos medios de transporte resultan útiles en un espacio tan diáfano como el edificio de Decathlon, situado encima de la tienda de 10.000 metros cuadrados.

Toda la plantilla está dispuesta en una enorme sala sin pared alguna. Ni siquiera el director general tiene despacho: su mesa ocupa el centro de la U que forman los sitios de sus diez colaboradores más cercanos. Una mampara no demasiado alta separa ese espacio del resto. Una moqueta azul (el color corporativo) y balones, mochilas, raquetas y demás artículos de la empresa son los únicos objetos que se destacan entre las mesas.

“El lugar más importante de la oficina es la máquina de café. Creo que el contacto informal es muy importante para que todo vaya bien. Aquí todo está pensado para facilitar la comunicación”, sentencia. Tanto es así que los días de reunión (de las 9.00 horas a las 18.00) siempre se prolongan hasta las 20.00. Por una razón: “Las últimas dos horas las pasamos practicando juntos algún deporte”, explica. Surf, pádel o polo son algunos de los más recientes.

Y es que el deporte forma parte de la vida diaria de Decathlon. Las oficinas tienen vestuarios para quienes quieran salir a correr o a jugar al pádel o al fútbol en las pistas situadas al lado del inmueble. Aquí se predica con el ejemplo.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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