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Efectos económicos de la victoria del Sí

¿Y si Escocia vota por la independencia?

Partidarios de la independencia vitorean a una novia que porta una pancarta a favor del "Sí", en Edimburgo.
Partidarios de la independencia vitorean a una novia que porta una pancarta a favor del "Sí", en Edimburgo.RUSSELL CHEYNE (REUTERS)
Nuño Rodrigo Palacios

Eso que en bancos, empresas y despachos de toda Europa se veía como parte del juego político británico, el referéndum por la independencia escocesa, se ha convertido de un día para otro en el principal factor de incertidumbre para los mercados. Según las dos últimas encuestas, en la votación del próximo día 18 los partidarios de la independencia y de la permanencia en Reino Unido están empatados. La libra ha caído y las Bolsas también ¿Qué opinan los expertos?

En primer lugar, los bancos de inversión no se acaban de apostar por el sí. Credit Suisse le otorgaba este lunes (aun después de la encuesta que le daba la mayoría) una probabilidad de victoria del 25%. Goldman, por su parte, considera que una victoria raspada del Sí abocaría a la negociación de una mayor independencia.

En cualquier caso, el principal factor es la divisa. Londres sostiene que si Escocia se independiza, tendrá que dejar de usar la libra, decisión clave en su política disuasoria. En Escocia los partidarios del sí apuestan por seguir usando la libra (el 70% de las “exportaciones va al resto del Reino Unido) y consideran que se podría negociar a posteriori un pacto. Pero no hay ningún acuerdo al respecto, y es el principal factor de riesgo.

España, como ha recordado esta semana Paul Krugman, sabe qué sucede cuando hay dudas sobre una divisa: mientras durasen las negociaciones (tanto con Londres como con Bruselas) la futura moneda de Escocia sería una incógnita, y el riesgo pendería sobre Escocia y los activos escoceses. Como señala Goldman Sachs, la propia amenaza de ruptura de la unión monetaria incentivaría a los inversores a apostar por ella (como sucedió con España o Italia en 2012) vendiendo activos masivamente.

La situación es más complicada para Edimburgo por el fuerte componente financiero de su economía. Los activos bancarios son 12 veces el PIB, más que España, Islandia o Irlanda en el pico de sus burbujas. Ante el riesgo de que los depósitos en libras pasen a estar denominadas en otra divisa, los ahorradores podrían llevarse su dinero a Londres, con los que bancos tendrían que ofrecer tipos de interés muy elevados para evitar una fuga de depósitos que quiebre el sistema. Credit Suisse considera que un nuevo banco central no tendría las reservas suficientes como para proveer un sistema de garantía creíble. Sería verosímil que el Banco de Inglaterra ejerciese esta garantía en aras de la estabilidad, al menos durante un periodo de tiempo. Pero de nuevo tocaría negociar y Londres mantiene muchas bazas.

Credit Suisse prevé cuatro escenarios para la futura divisa escocesa. La opción más verosímil sería una divisa vinculada a la libra que mantuviese un cierto margen para posteriores (y controladas) depreciaciones. Eso permitiría a Escocia tener soberanía monetaria y fiscal, y al Banco Central garantizar los depósitos. El riesgo es lo que pueda suceder mientras este esquema se pone en marcha y consigue la credibilidad de los mercados.

Otras alternativas son mantener la paridad con la libra, que según este banco suizo supondría que Escocia debería renunciar a parte de su soberanía y aplicar ajustes similares a los sufridos por los países del Sur de Europa (tiene un déficit público del 8,2%). Como dijo Krugman, sería una España sin sol. Una moneda respaldada por divisas, como la de Hong Kong, tendría problemas similares. La flotación libre de la libra escocesa (que generaría mucha volatilidad) o la adopción del euro (supondría ceder soberanía y perder competitividad) son opciones menos probables.

Y la deuda, ¿quién la paga? La deuda británica en circulación es el 74,5% del PIB y está garantizada por el Tesoro de Londres pase lo que pase en Escocia. El plan del Tesoro es pactar que Escocia se haga cargo de parte la parte correspondiente de esta deuda: el acreedor sería Londres que, a su vez, sería el deudor de los inversores. El Gobierno de Edimburgo ha amenazado con no responder por esta deuda si gana el sí y no hay pacto por la independencia, aunque en este caso lo más verosímil sería una negociación conjunta de la deuda y la unión monetaria.

Otros temas peliagudos de la independencia son el gasto público, que es en Escocia mayor que en Reino Unido (mientras, los ingresos por cabeza son equivalentes) e implica una transferencia fiscal que se acabaría con la independencia. Eso se suma al citado déficit fiscal del 8,2% y a una población envejecida.

Parte de los costes se podrían subsanar con cargo al petróleo del Mar del Norte… si es que Escocia puede disponer de éste. El 90% del petróleo británico está en costas escocesas, pero Credit Suisse anticipa una eventual batalla legal sobre el.

También hay riesgo de relocalización de industrias clave. El 13% del PIB y el 7% del empleo escocés está en el sector financiero, que podría moverse fuera de Escocia dado que, además, buena parte del negocio de RBS y otros está en el exterior (20% de las hipotecas de TSB, 10% de las de RBS, por ejemplo). También el sector público (el 22% del empleo en Escocia, cuatro puntos más que en Reino Unido) puede verse afectado.

Por lo demás, todos los bancos de inversión consideran que, en el largo plazo no hay motivos por los que pensar que Escocia no sería un país próspero. Los riesgos están muy centrados en el corto plazo y en la solución para la divisa escocesa. Para los mercados de Escocia, el sí sería una tormenta financiera de primer orden, aunque pasajera. Para Reino Unido, la tormenta sería menos económica (las empresas británicas no dependen tanto de Escocia) como política. El Parlamento de Westminster sería más conservador y euroescéptico que nunca.

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Sobre la firma

Nuño Rodrigo Palacios
(Barcelona, 1975) es subdirector de Cinco Días. Licenciado en Economía por la UAM, inició su carrera en CincoDías en 1998, especializándose en información financiera. Ha sido responsable de Mercados, de la edición Fin de semana y de la sección Cinco Sentidos. Redactor jefe a partir de 2007, de 2011 a 2021 se ocupó de la edición digital.

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