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Contante y sonante

La banca se examina mientras su sindicato mayoritario se transforma

El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi.
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi. EFE

Año nuevo, esperanzas nuevas. De momento, el empleo ha iniciado un giro de tendencia hacia la recuperación. En diciembre se ha producido el mayor descenso del desempleo de la crisis. Una muy buena noticia y la única que verdaderamente es un síntoma de que algo está cambiando a mejor. Solo si se crea empleo y se destruye la guadaña del paro se podrá decir que la recuperación es un hecho y no una previsión. Eso sí, no significa que el empleo que se crea es el deseado. Lo cierto es que es todo lo contrario, los jóvenes tienen que hacer frente cada vez a unos contratos más precarios. Es una de las grandes secuelas que la crisis nos va a dejar y que tiene muy difícil solución.

Otro baremo que ha pasado a dar datos positivos es el de la visión que tienen los mercados de la solvencia de España o, lo que es lo mismo, de sus emisiones. La prima de riesgo cerró el viernes por debajo de los 200 puntos básicos, lo que supone en la práctica recortar el interés de la deuda española a 10 años para situarlos a niveles de 2010.

Uno de los sectores que reflejan más rápidamente este cambio de rumbo es la banca, primero también en avisar en 2008 de que la economía española no funcionaba bien.

De momento, el Banco Central Europeo (BCE) realizará a mitad del presente curso un duro examen a casi todas las entidades financieras del Viejo Continente. Serán unos test para los que la banca española lleva meses preparándose.

BBVA ha prejubilado en 2013 a unos 600 empleados mayores de 59 años

Todos los bancos, incluso los sanos, con la excepción de Bankinter y Kutxabank, han tenido que someterse a reestructuraciones. Santander se ha llevado por delante a Banesto. BBVA ha sacrificado parte de su inversión en Latinoamérica y China (aunque esta última ha sido más por la penalización de una participación superior al 10% en el capital por la entrada en vigor de Basilea III).

Además, se quedó con Unnim, con casi 1.000 millones de euros en ayudas públicas. Pese a ello, el banco que preside Francisco González ha sido el que menos transformación ha sufrido en España.

En 2013, no ha realizado más ERE o salida de personal que el previsto en Unnim. Aunque ha abordado un plan de prejubilaciones que ha afectado a unos 600 empleados con más de 59 años, de los que unos 300 trabajaban en Cataluña, comunidad en la que estaba ubicada prácticamente la totalidad de las sucursales de Unnim.

La crisis le ha supuesto a Popular primero una inyección de capital de 2.500 millones de euros, y más tarde – este mismo mes–, la entrada de inversores mexicanos, encabezados por la familia Del Valle, que han reforzado su capital con 450 millones de euros. Pese a ello, su futuro en solitario o, lo que es lo mismo, independiente, está garantizado. La operación latinoamericana aleja a Popular de cualquier tentación nacional (es un banco que siempre ha gustado a La Caixa) o internacional de compra no deseada.

Sabadell, mientras, ha aparcado su expansión y ha encontrado también en inversores latinoamericanos –el mexicano David Martínez y el banquero colombiano Jaime Gilinski– su refuerzo particular de capital. En septiembre realizó una ampliación por 1.400 millones de euros. Tras esta operación, Martínez y Gilinski controlan el 10% de Sabadell. Son sus principales accionistas. Antes, en diciembre de 2011, se quedó con CAM, entidad que había recibido ayudas por 5.249 millones de euros, a las que se suman otras aportaciones a través de un esquema de protección de activos (EPA). Bruselas calcula en más de 7.000 millones el coste de CAM al Estado. El FROB también le vendió Banco Gallego, también con ayudas. Todo un rosario de dinero público que ha permitido a Sabadell fortalecer sus cimientos de provisiones y solvencia.

CaixaBank, por su parte, está acometiendo su reestructuración particular. Ha absorbido en este ajuste del mapa bancario español Caixa Girona, Banca Cívica y Banco de Valencia. CaixaBank compró esta última entidad, con 5.500 millones de euros en ayudas públicas, por un euro. La entidad que preside Isidro Fainé, como el resto de las cajas sanas, ha tenido que llevar a cabo su transformación por imperativo de Bruselas. Las cajas deben convertirse en fundaciones y traspasar sus negocios financieros a un banco de nueva creación. También tienen que rebajar a menos del 50% el capital que controlan en un banco si no quieren ser penalizadas con un fondo de reserva. En este caso están Unicaja, Ibercaja, Kutxabank y Caixa.

Pero la banca no ha sido la única que ha sufrido los escollos de la caída del sector financiero. CC OO, el mayor sindicato del sector, aprobará la próxima semana la fusión de los tres sectores financieros que representaban al sistema bancario: bancos, cajas y cooperativas de crédito. Y en el congreso de mediados de año está previsto que la federación bancaria que dirige José María Martínez se fusione con otras federaciones como las de comercio, turismo, ocio y hostelería. Se convertirá en la federación de servicios.

Eso sí, durante las navidades CC OO ha hecho sus deberes. Ha firmado el acuerdo de armonización de las condiciones laborales de las tres cajas vascas que han dado origen a Kutxabank. Ha firmado el expediente de regulación de empleo temporal de Cajasur y de Liberbank y negocia la firma del ERE de Banco Gallego, absorbido por Banco Sabadell.

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