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Primera vez en 17 años

El Gobierno de EE UU 'cierra' por falta de acuerdo político

El presidente Barack Obama mientras firma el documento H.R. 3210, para el pago de los miembros de las Fuerzas Armadas durante el tiempo que dure el bloqueo presupuestario
El presidente Barack Obama mientras firma el documento H.R. 3210, para el pago de los miembros de las Fuerzas Armadas durante el tiempo que dure el bloqueo presupuestarioPETE SOUZA (EFE)

El Gobierno de EE UU se ha visto obligado a suspender parte de sus operaciones por primera vez en 17 años, una vez vencido esta medianoche el plazo para aprobar un presupuesto y ante la falta de acuerdo en un Congreso profundamente dividido.

Justo antes de la medianoche del lunes, la Oficina de Presupuesto y Gestión de la Casa Blanca (OMB) dio instrucciones a las agencias federales para que ejecuten “los planes para un cierre ordenado debido a la falta de fondos”.

En realidad, el cierre es parcial. Las actividades gubernamentales relacionadas con la seguridad o el transporte aéreo se mantienen, así como determinados servicios sociales (como el reparto de cupones de comida o las ayudas médidas), las pensiones y los pagos al Ejército. Pero en la administración pública, los parques nacionales, los museos y otras actividades. Y los funcionarios, ya hayan sido enviados a sus casas, no cobran.

Así, el cierre del Gobierno, el primero desde enero de 1996, forzará a prescindir de unos 800.000 funcionarios. “Por desgracia, el Congreso no ha cumplido con su responsabilidad. No ha sido capaz de aprobar un presupuesto y como resultado, gran parte de nuestro Gobierno debe cerrar ahora hasta que el Congreso vuelva a financiarlo”, dijo el presidente de EE.UU., Barack Obama, en un vídeo difundido por la Casa Blanca.

El mensaje de Obama se dirige a los militares del país, que continuarán trabajando pese al cierre del Gobierno y que, gracias a una ley de emergencia firmada por el mandatario la noche del lunes, seguirán recibiendo sus salarios.

El cierre es la consecuencia de una larga, enconada y (para un espectador externo) extraña batalla política. El ala más dura del partido republicano ha utilizado la ventaja parlamentaria del partido para intentar derribar a toda costa la reforma sanitaria de Barack Obama. Como la Casa Blanca necesita los votos de la Cámara de Representantes para aprobar los presupuestos, la oposición ha intentado forzar la retirada del proyecto en esta cámara.

El cambio de cromos no ha sido aceptado por el partido demócrata, que controla el Senado. El partido de Obama ha considerado que la ciudadanía castigará a los republicanos por lo que consideran una irresponsabilidad. En 1996, de hecho, sucedió algo similar; aunque Bill Clinton estaba en la Casa Blanca cuando se produjo el cierre, los electores culparon al partido republicano.

La última semana ha estado marcada por un cruce de propuestas de ley. El Congreso aprobaba una prórroga del presupuesto condicionada al retraso de la reforma sanitaria, y el Senado devolvía el texto enmendado, es decir, sin la prórroga del Obamacare. Las últimas votaciones, a poco del ultimátum, no modificaron las cosas. “Éste es realmente un día muy triste en la historia del Congreso”, dijo la líder demócrata en la Cámara Baja, Nancy Pelosi, a los periodistas poco antes de la medianoche.

La Casa Blanca instó de inmediato al Congreso a continuar negociando para acabar lo antes posible con la crisis. “Urgimos al Congreso a actuar rápidamente para aprobar una resolución que proporcione fondos durante el tiempo suficiente para aprobar un presupuesto para el resto del año fiscal, y para restaurar la operación de servicios públicos críticos”, dijo la directora de OMB, Sylvia Burwell, en el mensaje a las agencias.

El cierre gubernamental tiene un coste para la economía, que se calcula en torno a 0,3 puntos de PIB por semana, que se recupera parcialmente cuando el Gobierno paga el dinero que debe a los funcionarios por el tiempo que se prolongó el cierre. Ahora bien, el riesgo es que no se apruebe en las próximas semanas el techo de deuda. A diferencia del cierre presupuestario, el techo de deuda condiciona todos los gastos del Estado, incluido el pago de deuda.

Si el mercado percibe riesgo en este sentido, puede caer con fuerza, como sucedió en 2011. Y si el riesgo se concreta, el panorama es muy complejo. Probablemente el Ejecutivo tendría que buscar vías para evitar un impago de deuda, pero la inestabilidad financiera y el contagio a la economía real estarían servidos.

El riesgo existe: ayer mismo el presidente Obama habló con el líder republicano en el Congreso, y éste insistió en que su partido exige la retirada de la reforma sanitaria. La batalla política no es solo entre demócratas y republicanos; también en el seno del partido republicano hay una profunda división. Los congresistas más escorados a la derecha han capitaneado el ataque sin cuartel a la reforma sanitaria. La parte más pragmática del partido, en la que está por ejemplo el candidato John Mc Cain, no ha podido con la retórica incendiaria del senador de Texas Ted Cruz y de los comentaristas políticos de los medios conservadores.

El partido demócrata, mientras, ha cerrado filas bajo la convicción de que una cesión en este momento compicará todavía más las negociaciones de cara al techo de deuda.

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