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Enrique Dupuy de Lômé

El ejecutivo fiel

Si se busca a alguien con permanente peso en los círculos de poder de Iberia en las últimas dos décadas, ese es Enrique Dupuy de Lômé Chávarri. Un hombre que se convertirá el próximo septiembre en el cuarto consejero ejecutivo de IAG, junto al consejero delegado Willie Walsh y a los directivos de Iberia y British Airways, Luis Gallego y Keith Williams, respectivamente.

Dupuy, con oficina en Londres, fue director financiero de la aerolínea española desde 1990 hasta enero de 2011, cuando pasó a ser el jefe de las finanzas de IAG. Entre sus múltiples responsabilidades están el desarrollo y la estrategia económica de la compañía, las relaciones con inversores, la gestión de riesgos financieros y tesorería, las inversiones del grupo, la contabilidad y la auditoría.

Este español en la City será noticia en las próximas semanas por la citada decisión del holding anglo-español IAG, formado por British Airways, Iberia y Vueling, de promocionarle como nuevo consejero ejecutivo. Dupuy formará parte del órgano de decisión y además mantendrá sus competencias como gestor de la caja de la compañía.

Nacido en Madrid, podría ser considerado ya como un histórico en Iberia y una de las figuras con más galones en la joven IAG. Un directivo fiel a su empresa. La discreción parece guiar sus pasos de puertas adentro: es titular de solo 100 acciones del holding. Nada extraordinario, aunque cuenta con opciones dentro de los planes sobre acciones lanzados por IAG para incentivar a su staff.

Dupuy ingresará en el consejo en la junta de accionistas de carácter extraordinario del 26 de septiembre. Gracias a ello, la presencia de españoles se refuerza en la cúpula de IAG, donde hoy están en minoría.

Junto al consejero delegado, Willie Walsh, y al presidente, Antonio Vázquez, Dupuy podría considerarse el tercero en la nave. Bajo su supervisión está buena parte del futuro de IAG. De momento, afronta las pérdidas económicas de Iberia y el déficit acumulado en los fondos de pensiones de British Airways. Desde el punto de vista operativo, los ejecutivos de IAG llevan la junta general de accionistas del día 26 de septiembre un asunto fundamental para la competitividad de las aerolíneas como es la compra de aviones.

Dupuy siempre ha dicho que los fabricantes “tienen que creer en el valor futuro de los aviones que están vendiendo ya que, si ellos creen, nosotros también creeremos”. En esta ocasión, serán casi un centenar de pedidos en firme: 18 Boeing 787 y 18 Airbus A350 para British Airways, así como 30 Airbus A320ceo y 32 Airbus A320neo para Vueling. En el caso de Vueling, a un precio de 81,8 millones de dólares (unos 61 millones de dólares) los primeros y a 92 millones de dólares (68 millones de euros) por unidad los segundos. Los 62 nuevos aparatos de la low cost catalana irán directos a cubrir vuelos de corto radio. En el caso de Iberia, tanto Walsh como Dupuy han señalado hasta la saciedad en conferencias dirigidas a los analistas que antes de comprar debe ser rentable. Fue en el año 1999 cuando Dupuy afirmó que “las aerolíneas incurrimos en excesivos riesgos al dedicar la mayor parte de nuestros recursos para soportar el valor de nuestros activos de flota”. El mensaje es trasladable al presente.

El nuevo consejero ejecutivo de IAG cuenta con notable trayectoria académica –es ingeniero técnico de minas por la Politécnica de Madrid, tiene un máster en Economía y Dirección de Empresas en IESE (Barcelona) y otro en Estudios Europeos en el CEU (Madrid)– y profesional: cuando era director financiero de Iberia, fue responsable de las áreas de finanzas, inversiones y adquisiciones. Entre 2007 y 2009 tuvo un papel destacado en la planificación estratégica de la aerolínea. En la actualidad, es miembro del consejo de Amadeus, del de British Airways y del de Iberia, y también preside Iberia Cards.

Antes de incorporarse a Iberia, fue director de filiales de Enadimsa –del grupo INI– así como director financiero y subdirector de recursos financieros del INI y del grupo financiero Teneo.

Quienes trabajan con él no ahorran elogios. Son conscientes de la gran cantidad de méritos que acumula y no faltan quienes reconocen como su principal valor un fuerte carácter innovador. Reinventarse cada día con 23 años de trayectoria a la espalda puede considerarse un logro.

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