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El día 26, el BCE dejará caer los bancos de la isla si no se aprueba el plan

La zona euro da un ultimátum a Chipre para aceptar el rescate

Exige a Nicosia que presente una alternativa creíble Da como plazo el próximo martes

Empleados del Banco de Chipre, en el exterior de las oficinas de la entidad.
Empleados del Banco de Chipre, en el exterior de las oficinas de la entidad.JOHN KOLESIDIS (REUTERS)

La operación de rescate más larga en la historia de la primera Gran Crisis del euro entró ayer en una peligrosísima recta final. Y después de l5 meses de tiras y aflojas, parece que el desenlace tiene ya fecha definitiva: el próximo martes 26. Solo falta por saber si ese día, la isla continuará siendo miembro de la Unión Monetaria o afrontará por su cuenta un escenario previsiblemente caótico.

Hasta entonces, los bancos de la isla, cerrados desde el martes (el lunes fue fiesta), continuarán sin abrir sus puertas, a la espera de que el Gobierno de Chipre y la troika (Comisión Europea, BCE y FMI) cierren un acuerdo sobre el rescate de la isla.

Fuentes del ministerio español de Economía indicaron que si las negociaciones no concluyen en ese plazo, el Banco Central Europeo cerrará el grifo a algunas de las principales entidades financieras de la isla por considerarlas insolventes. La decisión provocaría su quiebra y desencadenaría con toda probabilidad un corralito indefinido y tal vez la conversión de los fondos en una nueva y devaluada moneda nacional.

Las fuentes consultadas, sin embargo, confían en que las negociaciones den resultado y que Chipre presente un plan que podría ser aprobado por el Eurogrupo (consejo de ministros de Economía de la zona euro) antes del martes.

El BCE, por su parte, no anunció oficialmente ningún plazo concreto. Pero recordó que solo puede ofrecer liquidez a los bancos que respetan las normas del emisor, es decir, que son solventes. El gobierno chipriota admite que dos de sus principales entidades no cumplen esa condición y que se desplomarán tan pronto como pierdan el apoyo de Fráncfort, dejando a 8.000 empleados en la calle.

“La situación actual de inestabilidad es perjudicial, sobre todo, para los ciudadanos chipriotas”, señaló en Bruselas el presidente del Consejo de la UE, Herman Van Rompuy. Y exigió que se alcance un acuerdo “cuanto antes” porque “no puede ser cuestión de semanas”. En la misma comparecencia, ante el Parlamento Europeo, el vicepresidente de la Comisión, Maros Sefovic, advirtió que “la alternativa es la bancarrrota del país”.

Votación del Parlamento

El ultimátum llegó 24 horas después de que el Parlamento chipriota rechazase el rescate de 10.000 millones de euros pactado el día 16 por el Eurogrupo. Por primera vez un país se rebelaba contra las condiciones exigidas a cambio del préstamo. El voto en contra se debió a que la ayuda se supedita a una tasa a los depósitos bancarios de la isla para completar la operación con 5.800 millones de euros.

Chipre teme que esa medida, muy impopular entre la opinión pública, termine además con el atractivo de su sector financiero, en el que se basa gran parte de la economía de un país de 800.000 habitantes sin apenas industria ni recursos naturales.

El Gobierno de Nicos Anastasiadis buscaba ayer desesperadamente alternativas para evitar ese harakiri financiero. Entre las fórmulas estudiadas figuraba la conversión de los fondos de pensiones de los bancos en acciones. Pero esa idea y otras han sido en principio descartadas porque, o bien no generaban ingresos suficientes, o lo hacían a costar de aumentar una deuda pública ya insostenible.

Nicosia también ha buscado la ayuda de Rusia, de donde proceden casi un tercio de los 68.000 millones de euros depositados en los bancos de la isla. Pero las gestiones del ministro chipriota de Economía en Moscú no parecen haber dado resultado de momento.

La maniobra con el Kremlin incluso puede haber sido contraproducente porque ha contribuido a agotar la paciencia de Alemania y del resto de la zona euro, que durante años han tolerado a regañadientes la presencia en la isla de un centro financiero especializado en atraer capital ruso a base de ofrecer intereses muy elevados y escasa transparencia sobre el origen de los fondos.

La eurozona no oculta que el rescate es la oportunidad ideal para acabar con esa anomalía.

“Si Chipre recibe nuestra ayuda, debemos garantizar que se logra una solución permanente”, afirmó ayer la canciller alemana, Angela Merkel. Fuentes comunitarias en Bruselas añadían que “si Anastasiadis pensaba que podía recibir 10.000 millones de euros del contribuyente europeo y que todo continuara igual, estaba muy equivocado”.

La encrucijada ofrece pocas salidas a Chipre, que necesita una inyección de capital equivalente casi al 100% del PIB de su país (que roza los 18.000 millones de euros). “La necesidad de esa ayuda se debe esencialmente a los problemas del sector bancario, cuyo tamaño es insostenible en relación con la economía de Chipre”, subrayó ayer la Comisión Europea en un comunicado.

El pleno de la Comisión mantuvo un “importante debate”, según sus portavoces, sobre la operación de rescate. Y en particular sobre el polémico acuerdo alcanzado por el Eurogrupo la madrugada del pasado sábado, que ha desatado la inquietud entre los ahorradores de la zona euro al comprobar que, por primera vez, los clientes de los bancos deben contribuir a financiar la capitalización del sector.

La Comisión señaló ayer que el acuerdo no respondía completamente a sus deseos pero que lo apoyó porque era el único que contaba con el apoyo unánime de los 17 ministros de Economía de la zona euro incluido el chipriota. El organismo presidido por José Manuel Barroso aseguró también que ofreció alternativas para evitar la tasa a los depósitos por debajo de 100.000 euros, “pero las autoridades chipriotas no aceptaron ese escenario alternativo”.

Barroso, sin embargo, no compareció ayer en público, ni tampoco lo hizo su comisario de Economía, Olli Rehn, presente en las negociaciones del viernes al sábado.

Reunión con Rusia

El comisario canceló una rueda de prensa prevista desde la semana pasada porque “está pendiente de las negociaciones en Nicosia”, según sus portavoces, Y Barroso dio plantón al Parlamento Europeo porque estaba camino de Moscú, donde hoy se reúne con el Gobierno de Putin. La cita se había previsto para analizar los intereses comunes de Rusia y la UE. Pero parece inevitable que el encuentro aborde la situación en Chipre, donde los depósitos de ciudadanos y empresas rusos se encuentran amenazados por la tasa para financiar el rescate (de entre 6,75% y 9,9%, según el proyecto de rescate).

Pocas alternativas al ‘depositazo’

El presidente de Chipre, Nicos Anastasiadis, aseguró el martes que tenía un plan B si el Parlamento nacional rechazaba el acuerdo del Eurogrupo, dado que incluía una tasa sobre todos los depósitos bancarios. Pero ayer miércoles, 24 horas después de que el Parlamento efectivamente votase en contra del acuerdo con Bruselas, Anastasiadis seguía sin concretar el plan para recaudar 5.800 millones de euros, como le exige la troika si quiere recibir un préstamo de 10.000 millones de euros.

A lo largo de la jornada surgieron ofertas, como la de la máxima autoridad del arzobispo ortodoxo Chrysostomos, dispuesto a colaborar en el rescate con los recursos del emporio comercial de la iglesia chipriota. El mismo arzobispo declaraba la semana pasada, sin embargo, que “si [la troika] quiere destruirnos, diremos adiós al euro, podemos sobrevivir con la libra chipriota”.

La Bolsa de Nicosia también se reanimó durante unas horas ante el rumor de que inversores rusos podrían comprar alguno de los bancos en dificultades. El Gobierno chipriota, sin embargo, desmintió que la venta del banco Popular se hubiera llevado a cabo.

Y ni siquiera faltaron las especulaciones sobre una presunta oferta del presidente ruso, Vladimir Putin, para asumir la factura de 10.000 millones del rescate a cambio de terrenos para instalar en la isla una base militar o de explotar yacimientos de gas.

Lo cierto es que hay pocas alternativas al “depositazo”. Una reestructuración de la deuda pública, según algunos analistas, reportaría 6.000 millones de euros. Pero otros alertan que dañaría los bancos locales, agravando el problema, y al fondo de la Seguridad Social.

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