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Historias de éxito

La tecla le come el terreno a la voz

Ya poco queda del tradicional ring-ring que ambientaba los hogares cuando España daba los primeros pasos en democracia. Hoy los teléfonos exhiben multitud de melodías y casi cualquier música o canción se puede encontrar para personalizar el sonido de nuestro móvil; sin embargo, el que últimamente se ha hecho más habitual es el que hacen las pequeñas teclas de los móviles al escribir, con mayor o menor destreza y corrección ortográfica, mensajes de texto. En realidad, la telefonía lleva muchos años ofreciendo, y mejorando, este servicio de mensajes, que empezó con los famosos buscas, unos aparatitos con una pequeña pantalla que quienes querían ser localizados con urgencia lucían en el cinturón o en el bolsillo de la camisa Estos artilugios, también conocidos como beeper, permitían la emisión de mensajes textuales o avisos a terminales portátiles en tiempo real, o casi real, de manera unidireccional y con una cobertura zonal o nacional. Pero su uso cayó en picado a medida que aumentó el auge de la telefonía móvil, y lo hizo no tanto para ser sustituidos por llamadas como por los SMS. Precisamente el éxito de los mensajes cortos, concebidos inicialmente como un servicio auxiliar, fue una de las mayores sorpresas para los primeros operadores móviles e interesante fuente de ingresos, sobre todo al ser adoptados entre el público más joven. Ahora, cuando el uso de los SMS se había generalizado entre los más variados perfiles de usuarios, ha llegado otro invento que parece dejar sin sentido a los mensajes de texto. Se trata de las aplicaciones de mensajería instantánea, tipo WhatsApp o Line, que, además, son gratuitas.

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