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Tras el BCE y el MEDE, los triple A se quedan también con el Eurogrupo

La zona euro ignora de nuevo las demandas de España en el reparto de cargos

El Eurogrupo debatió anoche el relevo de su presidente, Jean-Claude Juncker. Y el puesto fue a parar una vez más a un país con triple A, Holanda. Por tercera vez, España vio ignoradas sus reclamaciones para un reparto más equitativo de los cargos de responsabilidad en la zona euro, lo que provocó malestar en la delegación presidida por Luis de Guindos, que no apoyó al candidato.

Jeroen Dijsselbloem, ministro holandés de Finanzas, nuevo presidente del Eurogrupo, aplaude al presidente saliente, Jean-Claude Juncker
Jeroen Dijsselbloem, ministro holandés de Finanzas, nuevo presidente del Eurogrupo, aplaude al presidente saliente, Jean-Claude JunckerReuters

La marca España sigue siendo un estigma insuperable en las instituciones europeas, al menos a la hora de repartir responsabilidades. Y los países con triple A y sus allegados acaparan los cargos con tanta facilidad que las candidaturas españolas capotan aun antes de hacerse oficiales. A finales del año pasado, Luxemburgo se hizo con el puesto de España en el directorio del Banco Central Europeo. Y un alemán acabó con las aspiraciones de España a hacerse con la presidencia del fondo de rescate (el MEDE o Mecanismo Europeo de Estabilidad).

La misma jugada se repitió ayer, durante la primera reunión en 2013 del Eurogrupo (Consejo de Ministros de Economía de la zona euro), una cita convocada, entre otras cosas, para elegir al sucesor de Jean-Claude Juncker. El veterano político luxemburgués ha presidido de manera ininterrumpida el Eurogrupo desde 2005, y ayer pasó el testigo al ministro holandés Jeroen Dijsselbloem.

Dijsselbloem apenas tiene unos meses de experiencia en el Eurogrupo y forma parte de un Gobierno de coalición (liberales y laboristas) que, a juzgar por historia de su país, podría desarmarse en cualquier momento. Aun así, varias capitales, con Berlín a la cabeza, se han negado a contemplar cualquier otra alternativa. "Es el único candidato, así que es el mejor", señaló el titular francés, Pierre Moscovici, sin disimular su escaso entusiasmo por un presidente del Eurogrupo previsiblemente sumiso a los dictados de Alemania.

La actitud de los países del norte para imponer a su hombre (había dos ministras de países con triple A, que no se han tomado en consideración) ha sido tan tajante que el Gobierno español ni siquiera se ha atrevido a hacer oficial la candidatura de Luis de Guindos, aunque el ministro español de Economía nunca ha ocultado su disposición para dirigir la reunión mensual de sus colegas europeos.

Guindos se limitó ayer a mostrar su disposición "a escuchar el programa de trabajo del ministro holandés". Y aunque la delegación española no disimula su disgusto con los últimos nombramientos, no parecía en condiciones de bloquear una elección que no requiere la unanimidad de los 17 ministros de la zona euro, solo una mayoría simple. Aun así, Guindos aprovechó la ocasión para protestar una vez más por la flagrante infrarrepresentación de España en la cúpula económica de la zona euro, que expresó con la falta de apoyo al candidato propuesto.

"España considera que por su peso económico tiene que estar mejor representada en las instituciones europeas", señalaron fuentes españolas antes de la reunión del Eurogrupo. Las mismas fuentes aseguraron que la delegación española repetiría su reclamación durante el debate para nombrar al sucesor de Juncker, "como venimos haciendo reunión tras reunión desde hace meses".

El malestar de Madrid ha ido en aumento a partir, sobre todo, de la salida José Manuel González Páramo del comité ejecutivo del BCE. La candidatura española para sucederle fue rechazada en favor de la del gobernador del Banco Central de Luxemburgo, un país triple A pero que hasta el nacimiento del euro ni siquiera disponía de autoridad monetaria propia.

Los socios del euro se mostraron entonces dispuestos a compensar a España con algún otro puesto, y se mencionó la dirección del MEDE. Pero el cargo se lo llevó finalmente el alemán Klaus Regling. y España solo ha logrado hacerse con el segundo puesto gracias a David Vegara.

La infrarrepresentación de España parece responder al desprestigio acumulado por las autoridades españolas durante la gestión de la crisis bancaria, cuya resolución solo se puso en marcha de manera decisiva tras la intervención de BCE, la Comisión Europea y el FMI a través del memorándum de entendimiento asociado a un préstamo del MEDE al Gobierno español de hasta 100.000 millones de euros.

El ensañamiento con las candidaturas españolas, sin embargo, no tiene precedente en la historia reciente de la UE. La pésima relación del último Gobierno de Berlusconi con Berlín y París, por ejemplo, no impidió al italiano Mario Draghi alzarse con la presidencia del BCE ni a su compatriota Andrea Enria con la de la Autoridad Bancaria Europea. Y una británica preside la Comisión de Economía del Parlamento Europeo a pesar de que su país ni siquiera forma parte de la zona euro.

Solo Grecia parece condenada a un ostracismo similar al de España. Y Atenas tampoco ha logrado ningún puesto desde que Lucas Papademos dejó la vicepresidencia del BCE.

Pero la ausencia de españoles en la cúpula económica de la zona euro llama mucho más la atención que en el caso de los griegos, dado el peso político y económico de los dos países.

Como cuarta economía del bloque, España es uno de los principales accionistas tanto del BCE como del MEDE. Y a diferencia de países como Irlanda, Portugal, Eslovaquia o Finlandia, que no han participado en todos los rescates o lo han hecho en condiciones privilegiadas, el Estado español ha aportado su contribución sin rechistar.

En Grecia, según recuerda a menudo el ministro De Guindos, España se juega ya 25.000 millones de euros cuando su banca, a diferencia de la francesa o la alemana, apenas tenía exposición en el cuasi quebrado país balcánico. Y en términos absolutos, España ha puesto cuatro veces más dinero que Holanda en las tres operaciones de rescate, aunque es cierto que Ámsterdam, a diferencia de Madrid, no necesitó ayuda para recapitalizar a sus entidades financieras.

Pero Holanda presenta otras carencias políticas que pueden complicar la labor de Dijsselbloem al frente de un colectivo tan explosivo como el Eurogrupo. Su país se alinea con las tesis más rigurosas sobre disciplina presupuestaria en un momento en que la recesión se agrava en la zona euro y parece llamada a convertirse en 2013 en el principal problema de la Unión Monetaria.

A pesar de sus lecciones de rigor fiscal, Holanda es uno de los pocos países que no ha ratificado el Tratado de Estabilidad del Euro, que entró en vigor el pasado 1 de enero e impone un límite de déficit estructural del 0,5%.

Y en otra señal del euroescepticismo rampante en los Países Bajos, el Gobierno holandés no se sumará hoy a los 10 socios (incluida España) que recibirán el visto bueno del resto para poner en marcha un impuesto común a las transacciones financieras.

Ayuda directa a la banca, solo en Irlanda

El círculo vicioso entre deuda privada y pública continuará siendo casi igual de peligroso que hasta ahora, a juzgar por los debates sobre la recapitalización bancaria en el seno del Eurogrupo. Los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro comenzaron ayer a preparar las directrices que guiarán esa recapitalización y, aunque el acuerdo definitivo no se espera hasta el mes de junio como muy pronto, ya empezaron ayer a imponerse las tesis más restrictivas defendidas por Alemania, Holanda o Finlandia.Esos tres países descartan que el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) pueda asumir directamente la inyección de capital en una entidad financiera cuyas pérdidas se originen bajo supervisión nacional.El acuerdo fijará, previsiblemente, un largo período transitorio durante el cual todas las pérdidas sobrevenidas en el sector financiero de un país correrán por cuenta de sus contribuyentes, incluso si las entidades (como será el caso de España) se encuentran ya bajo supervisión del Banco Central Europeo.El Eurogrupo, en cambio, sí podría aceptar la retroactividad con límites para la recapitalización directa, aunque el único país que podría beneficiarse sería Irlanda. España no parece interesada en esa opción, entre otras cosas, porque su rescate bancario solo ha costado hasta ahora 41.000 millones de euros (incluidos los 1.865 millones del segundo tramo, aprobado ayer por el Eurogrupo), lo que añade apenas cuatro puntos de PIB a la deuda pública. En Irlanda, en cambio, el rescate de la banca lastró con más de 30 puntos de PIB la deuda de Dublín. Y parece haber consenso entre los ministros en que la isla debe beneficiarse de un trato especial.El ministro español, Luis de Guindos, señaló ayer que para él "lo importante es que se avance en la recapitalización directa porque es un señal positiva para la unión bancaria y para la zona euro".El ministro alemán, Wolfgang Schäuble, sin embargo, parece dispuesto a limitar su alcance, obligando a cada país a seguir asumiendo una parte del rescate de su propia banca.

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