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Brasil, lista para enfrentarse a los retos

El año 2012 se está caracterizando por el descenso de la actividad económica en muchas zonas del mundo. Europa está siendo el principal foco de atención, pero hasta ahora los inversores se habían venido refugiando en los mercados emergentes para sortear los efectos de la crisis de deuda. En general, muchos países asiáticos han mostrado un crecimiento más que aceptable, al igual que el amplio grupo de naciones del continente sudamericano.

Pero ahora mismo, cuando la crisis en Europa parece que arrecia y pone en dificultad la evolución de estos oasis de crecimiento, surgen las cuestiones sobre su sostenibilidad en el futuro. ¿Asistiremos a un “soft” o a un “hard” landing de estos países? ¿Serán capaces estás grandes regiones (Brasil, India, China, etc..) de mantener su dinamismo económico?

En la actualidad Brasil, suscita muchas dudas. El comportamiento de la economía brasileña lleva defraudando bastantes trimestres tras aquel “boom” desatado en 2009 cuando la bolsa brasileña prácticamente dobló su valor y todo el mundo quería invertir en el prometedor proyecto de Lula da Silva.

Desde que Dilma Rousseff tomó la Presidencia del país el 1 de enero de 2011, las pasiones que levantaba su predecesor entre los inversores se han desvanecido. Sin embargo, muchos de los factores que han pesado en la economía del país no se podrían achacar directamente a cuestiones políticas sino también al escenario económico global al que nos enfrentamos.

En el gráfico que muestro a continuación, podemos observar la pérdida de tracción de la economía brasileña, si bien los dos últimos trimestres apuntan a cierta estabilización. Algunos analistas, incluso, se aventuran a pronosticar cierto repunte para el segundo semestre del año:

A mi juicio, las causas que se encuentran detrás de este mal comportamiento son diferentes y variadas. Algunas se deben a factores internos y se centran fundamentalmente en la pérdida de competitividad de su industria doméstica: una presión impositiva excesiva, la inflación de los salarios (indexación salarial al comportamiento del PIB + IPC), la fatiga del crédito (hay que resaltar que el endeudamiento de los hogares está en vías de triplicarse desde 2005), etc... Pero también los factores externos han supuesto un importante freno: el enfriamiento económico en China, uno de sus principales socios comerciales, o lo que se ha dado en denominar la “guerra de las divisas” también han podido jugar cierta influencia en el mal comportamiento brasileño. Este año incluso, se ve con cierta preocupación el brutal repunte de algunas materias primas agrícolas como consecuencia de las sequías (trigo, maiz,..).

Pero sin duda el problema que acapara todas las miradas es el de la crisis Europea. Si bien Brasil no tiene una elevada exposición a Europa vía sector exterior, no es menos cierto que un recrudecimiento de la crisis de deuda y crecimiento que asola a la periferia europea tendría efectos muy negativos en la economía brasileña. A pesar de todo, hay margen y elementos suficientes para luchar contra esa contingencia. Los tipos de interés, por ejemplo, iniciaron hace ya algo más de un año un ciclo de descensos del que acumulan ya un 5% de bajada hasta el nivel del 7,5%, gracias al amplio margen disponible:

Sin embargo lo que determina su flexibilidad para emprender políticas expansivas es una favorable posición fiscal y el menor endeudamiento de su sector público. Entre 2002 y 2012, Brasil ha reducido su Deuda Neta sobre PIB desde el 60% hasta niveles de 35%. Sus reservas también han repuntado al mayor nivel de los últimos años al tiempo que los precios de las materias primas, una de sus principales fuentes de ingresos, se mantienen en niveles elevados:

Además, la mayor preocupación hasta la fecha, los niveles de precios, parece que conceden una tregua como consecuencia de la propia desaceleración económica. Así, Brasil se aleja de los niveles del 7% para registrar tasas de inflación más moderadas en el entorno del 5%.

Brasil ha puesto ya en marcha medidas contundentes de estímulo para sujetar el crecimiento. Al Plan de Aceleración del Crecimiento (PAC), cuya segunda fase fue puesta en marcha en 2010 y que constaba de 600.000 millones de euros a invertir en 5 años, se le añade el más reciente “Plan Brasil Maior” (2011-2014) que tiene como objetivo incrementar la ratio de inversión sobre PIB del 18,4% hasta el 22,4% buscando casi duplicar el gasto en I+D. Para ello se han diseñado comités y consejos de competitividad para la práctica totalidad de los sectores de la economía. En total se calcula que podríamos estar hablando de 1,3 billones de euros en inversiones a repartir entre construcción residencial, las reservas del pre-salt, todo tipo de infraestructuras y construcciones ligadas a los grandes eventos deportivos que Brasil albergará próximamente (Mundial de fútbol y Olimpiadas).

Es evidente que Brasil no será inmune a un shock externo de grandes dimensiones, pero el amplio margen de actuación con que cuenta permite afirmar que sería resistente en ese escenario, teniendo en cuenta que las compañías brasileñas muestran valoraciones sobre ganancias y frente a valor en libros inferiores a la media de los últimos cinco años, en algunos casos muy cercanas a los niveles marcados en los mínimos de 2008.

Brasil está lista y preparada para asumir los retos que se le presentan, y ese papel gris que ha jugado durante los últimos tres años podría estar a punto de revertir, tomando firme el testigo de otros países como Méjico, Chile, Colombia o Perú, que fijaron en él su vista como país indiscutible de referencia para abrirse al crecimiento en una economía global.

Alejandro Varela, Gestor del fondo Renta 4 Latinoamérica FI

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