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Tribuna
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Un mandato de cambio: la lección de Thatcher

Tras afirmar que Europa necesita una nueva Margaret Thatcher, mis palabras se han citado una y otra vez. No obstante, mis referencias a Thatcher poco tienen que ver con un respaldo a sus políticas y mucho más con el hecho de que, en esta última época, no hemos observado en ningún país de Europa un mandato inequívoco del votante en aras del cambio como el que vivió Gran Bretaña con la llegada al poder de la señora Thatcher en el mes de mayo de 1979.

Las elecciones que se han celebrado en estos últimos años en Dinamarca, España, Finlandia y Reino Unido han consistido sencillamente en una forma de protesta contra el Gobierno en ejercicio y en ningún caso han supuesto la aceptación de los duros desafíos que plantea una reforma real. Los votantes se limitan a mostrarse en contra del poder establecido puesto que están a favor de algo que aún no se ha materializado.

La clave en torno a la primera ministra Thatcher la encontramos en que había recibido un mandato, con arreglo al cual actuó drásticamente, acometiendo reformas que atrajeron todas las miradas y cambiaron vidas. Y a esto me refería yo, y no a que necesitemos políticas thatcheristas, si bien, de cara a mi dinero, una nueva y energética señora aferrada a su bolso de mano solo podría suponer una influencia positiva para Europa y contribuir a equilibrar el proceso de disciplina que hoy lidera Alemania.

Considero que Alemania lidera Europa a regañadientes mientras avanza con una enorme cautela aun cuando se cierra en banda una y otra vez para evitar que la deuda soberana alemana acabe en el fango de la UE. No obstante, todo ello nos lleva a la otra cuestión: ¿por qué el debate resulta tan amargo y cauto y por qué nos da tanto miedo no estar de acuerdo? El debate y la receptividad son las únicas herramientas que pueden combatir esta crisis tan enorme que, en esencia, es gestionable aunque lo está dejando de ser, ya que trimestre tras trimestre se siguen adoptando medidas consistentes en alargar y disimular.

Ha llegado el momento de que el liderazgo político se deje de tonterías. Esto es lo que los votantes necesitan y, si es lo que ven, deberían ponerse en fila para votar en este sentido. Ojalá no nos hayamos convertido todos en los reyes del sofá en este mundo tan egocéntrico de las redes sociales, en el que una y otra vez nos perdemos en el vacío anodino de las pequeñas burbujas de cada uno mientras actualizamos nuestros perfiles de Facebook en los smartphones e iPad. Incluso parte de las últimas cumbres de la UE se han dejado sentir como meras actualizaciones de perfiles de Facebook: "He conocido a Angela, la cena agradable, todo bien, aquí están las fotos. Por favor, pincha en me gusta".

Cuando uno viaja por Europa, no ve o siente todavía la crisis, con la salvedad quizá de Grecia. Pero esta sensación se debe a que la austeridad, de la que tanto hemos comentado, aún no se ha implantado completamente. Sí, en efecto, todos los Gobiernos hablan de austeridad y algunos incluso han proclamado explícitamente algunas reformas, pero, si la cosa ahora pinta mal, esperen a la implantación real durante los meses que nos quedan de 2012 y a lo largo de 2013, ya que será entonces cuando la crisis golpee de pleno. El nivel más bajo de crecimiento económico en la UE se alcanzará en los próximos trimestres. No obstante, cuando la crisis se intensifique y la austeridad y las subidas de impuestos aprieten, la voluntad de reformas reales y de poner fin a la soberanía del alargar y disimular crecerá inexorablemente.

He aquí la buena noticia. Cuando las cosas no puedan ir a peor, sabremos a qué atenernos rápidamente y estoy casi seguro de que antes de que acabe 2013, alguien, en algún país de Europa, puede que incluso en Alemania, reciba un mandato thatcherista en aras del cambio real.

La señora Thatcher es una persona extraordinaria cuya vida e hitos todavía resuenan hoy. Para bien o para mal, su legado del cambio, apuesta por el enfrentamiento directo y sus políticas sensatas fueron fundamentales a la hora de transformar el panorama no solo en Gran Bretaña, sino en toda Europa. Este es el tipo de liderazgo político que la situación actual requiere. Esperemos que los electores logren identificar a esta persona y llevarla hasta el puesto que debe ocupar.

Steen Jakobsen. Economista jefe de Saxo Bank

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