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Columna
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Grietas en las tuberías

Los vínculos de energía entre Egipto e Israel han fracasado. La nación árabe ha puesto fin a su contrato a largo plazo para suministrar gas a su vecino en una disputa por el pago. En el Egipto posrevolucionario solo era cuestión de tiempo que el opaco acuerdo del gas se viniese abajo. Las dos partes se han apresurado a insistir en que se trata de un negocio en lugar de un conflicto diplomático. Israel ha retenido los pagos supuestamente en represalia por la lenta reanudación de los suministros tras los repetidos ataques a las tuberías. Antes de la sublevación, Egipto satisfacía el 40% de las necesidades de gas de Israel.

Mientras que la disputa comercial puede ser real, el momento sugiere una motivación política. Falta apenas un mes para las elecciones presidenciales y se espera que el nuevo Gobierno revise las ofertas de exportación. Un cómplice del expresidente, Hussein Salem, está acusado de beneficiarse ilegalmente del contrato, firmado en 2005 y renegociado en 2009, y que muchos egipcios creen que proporciona gas a Israel a precio por debajo de mercado.

La ruptura sugiere que es poco probable que en Egipto quieran solucionar uno de los aspectos de la controversia actual sin una solución que resuelva todos los problemas, incluyendo las condiciones del acuerdo original. Eso deja a Israel cada vez más dependiente del petróleo, asegura Wood Mackenzie, en medio de sus ya frenéticos esfuerzos para reducir el consumo de energía. Antes de que el contrato se terminase, el país ya se preparaba para los apagones de verano. A pesar de los enormes hallazgos de gas, es poco probable que Israel sea autosuficiente por al menos un año.

Por Una Galani

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