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Invertir en Latinoamérica, una alternativa que merece la pena considerar

La asignación de activos por área geográfica en las carteras de inversión, viene cobrando una especial relevancia desde el comienzo de la crisis que puso en evidencia el modelo económico de algunos países desarrollados. Desde entonces, el crecimiento mundial se está desarrollando de un modo extraordinariamente desigual según las distintas regiones.

Me atrevo a decir que las zonas geográficas de Asia (China e India principalmente) junto con Latinoamérica (y más concretamente la Región Andina) son sobre las que descansa una mayor parte del crecimiento económico mundial. Por eso, es fundamental observar su evolución, pues esto determinará en buena medida las posibilidades del resto del mundo para salir de la crisis.

El continente latinoamericano, parece identificarse por muchos inversores como “el patito feo” de la inversión, quizás, porque a menudo, cuando se piensa en Latinoamérica, viene fácilmente a la cabeza las inestabilidades pasadas provocadas por su clase política o las dificultades con que se encuentran determinados proyectos de inversión en la región como las que actualmente atraviesa la petrolera Repsol, que hacen dudar del marco jurídico necesario para el buen desarrollo de cualquier iniciativa. La percepción de lejanía o la sensación de que se trata de economías poco desarrolladas despierta también cierta desconfianza y recelos.

Sin embargo, debemos mirar mucho mas allá. La economía latinoamericana ha sufrido una profunda transformación durante la última década, y muchos de los problemas que atraviesan hoy en día las economías Occidentales y que aquejaron en el pasado a las naciones suramericanas han sido ampliamente superados y resultan una experiencia útil y enriquecedora de la que conviene aprender.

Aconsejo, entonces, dedicar un poco más de tiempo al “análisis macro” de la zona, para obtener una visión clara y objetiva de lo que hoy es. Repasemos las variables fundamentales de su economía: crecimientos sostenidos en la ultima década (independientemente de los cambios de gobiernos), estimaciones de crecimiento esperadas por encima del 3.6%, inflaciones bastante controladas, una tasa de desempleo del 5,5%, unas finanzas públicas saneadas con déficits fiscales controlados por debajo del 3%, niveles de endeudamiento agregado (sector público, empresas y hogares) muy por debajo de lo que muestran otras economías mucho más desarrolladas como Estados Unidos, Japón o Europa, y unas gigantescas extensiones de riqueza natural y materias primas.

Respecto al capítulo demográfico, es sin duda otro factor diferencial frente a las economías más desarrolladas. Mientras que éstas se conforman de una población cada vez más anciana y con una tasa de natalidad decreciente, las zonas emergentes de la Región Andina presentan una pirámide poblacional saludable con una fuerte expansión de clases medias pujantes (y por tanto fuente natural de demanda interna)

Con esto, ni mucho menos se pretende demostrar que la zona vaya a representar un oasis en un contexto global de enfriamiento económico, pero sí es ya una auténtica realidad económica, y atesora una interesante experiencia financiera y de superación de las dificultades con que otras regiones no cuentan. El amplio margen de maniobra del que gozan los Bancos Centrales y los Gobiernos para emprender políticas expansivas es una ventaja nada desdeñable si lo comparamos con los medios para luchar contra la crisis disponibles actualmente en Europa, Estados Unidos o Japón.

Es por todo ello, por lo que Latinoamérica se configura como una alternativa de inversión con interesantes posibilidades, no exenta de riesgos, pero que aportará valor y contribuirá a una mejor diversificación de nuestra cartera, proporcionando a su vez una buena expectativa de rentabilidad a medio plazo.

Alejandro Varela, Gestor del fondo Renta 4 Latinoamérica

@AVarela_Madrid

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