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Un seguimiento similar al del 14-D costaría 1.450 millones de euros

El trabajador medio renunciará a 113 euros si secunda la huelga

La reforma laboral más radical de la Democracia (el ministro de Economía, Luis de Guindos, avanzó a sus colegas europeos que sería "extremadamente agresiva") parece conllevar argumentos para la movilización más sólidos que los que llevaron a las anteriores huelgas generales. Más dudas plantean las repercusiones económicas del paro, tanto para el conjunto del país como para los secundantes en particular.

Fachada con un llamamiento a la huelga general
Fachada con un llamamiento a la huelga generalEfe

La cuenta para el conjunto de la economía puede basarse en la distribución del producto interior bruto español entre el número de jornadas laborables del año. Según el Instituto Nacional de Estadística, el PIB sumó el año pasado 1,073 billones de euros. Supuesta una caída del entorno del 1,5% para este año, se puede utilizar 1,06 billones como base de cálculo. De los 366 días que tiene este año, bisiesto, 104 serán de fin de semana y otros 14, festivos. Quedan así 248 días laborables para repartir esos 1,06 billones, de donde el PIB por jornada laborable sería de unos 4.274 millones de euros.

Hipótesis de seguimiento

Más difícil es especular sobre el seguimiento de la jornada de huelga general. De hecho, es difícil incluso evaluar el seguimiento de las ya realizadas, a la vista de las enormes discrepancias entre los cálculos de los sindicatos, la patronal y el Gobierno de turno. En estas condiciones, la caída de consumo eléctrico puede observarse como un indicador razonablemente neutral del éxito de las convocatorias. Hasta ahora, la más exitosa de las seis huelgas generales del actual periodo democrático fue la del 14 de diciembre de 1988, cuando el consumo eléctrico se redujo en un 34%. A partir de ahí, las convocatorias han ido reclutando menos adeptos, pasando al 27,4% de 1994, 21% en 2002 y 16%, hace dos años.

Si la jornada fuese un éxito comparable a la que se convocó contra la reforma de las pensiones del Gobierno de Felipe González, se perdería el 34% de esos 4.274 millones; es decir, 1.453 millones. Esa cifra no es del todo incompatible con los 1.000 millones que calculada CEOE (lo expresó hace dos semanas el presidente de CEIM, Arturo Fernández), puesto que debe tenerse en cuenta que no todo el trabajo de los ausentes queda automáticamente sin realizar: habrá un efecto sobreesfuerzo entre los que no secunden la huelga, y una parte del producto se debe a capital y tecnología, no a trabajo. De forma análoga, si el seguimiento fuese mayor, del entorno del 50%, las pérdidas para la economía superarían los 2.000 millones.

Las cifras no son en ningún caso desdeñables, máxime cuando la economía española acaba de enfilar oficialmente el triste camino de la recesión. El argumento de los convocantes es conocido: al margen de recortar derechos laborales, la reforma laboral elevará de forma notable la tasa de paro. La decisión, obviamente, queda en manos de los trabajadores.

Las cuentas individuales

Desde el punto de vista del trabajador, también es conveniente conocer el impacto de la protesta sobre sus propias cuentas. Acudir a la huelga supone una suspensión completa del contrato laboral durante la jornada en cuestión, con todos los extremos que ello implica. El más importante, evidentemente, es el remuneratorio. Según la última Encuesta de Estructura Salarial elaborada por el INE, correspondiente a 2009, el salario medio de los españoles alcanzó los 22.511 euros. Si se dividen entre los 248 días laborables del año, cada uno reporta por término medio alrededor de 90,8 euros.

Además de la remuneración directa, el empleado recibe indirectamente la aportación en su nombre a la Seguridad Social por parte de la empresa. Esa aportación alcanza el 24,5% del salario, es decir, unos 22,2 euros por jornada laborable. Así, entre salario y cotización empresarial, el trabajador medio pierde 113 euros por la huelga. Aunque con impacto mucho menor, ello debe sumarse la pérdida proporcional de vacaciones pagadas. De los 248 días, 22 son de vacaciones, de donde cada día trabajado reporta aproximadamente 0,1 días de vacaciones. En suma, desde el punto de vista de la economía familiar, el trabajador que acuda a la huelga no lo hará de forma frívola, sino asumiendo un coste propio notable.

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