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Tribuna
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Domestica el tigre de tus deudas

Antes nos decían: "Si no tienes deudas, no eres nadie". Ahora tenemos que saber cómo de grande se ha hecho el tigre de nuestras deudas, por si ya la jaula se le ha quedado pequeña. Y si no es así, comprobar que podemos alimentarlo lo suficiente sin esfuerzo. Escenario sostenible.

Aunque quizás sería mejor alimentarlo tan solo lo justo para que no se haga más grande, sino que decrezca cada año un poco hasta llegar a hacerse un amigable gatito de angora. Mientras, nosotros seguimos siendo un don nadie, a pesar de nuestras deudas.

Los que quieren entrar en este mundo de propietarios endeudados o iniciar un negocio deben analizar muy bien sus decisiones para decidir entre alquilar o comprar. Pero los que ya hace años que decidimos comprar tenemos que reflexionar sobre la situación en que nos encontramos porque nuestros inmuebles valen o han de llegar a valer el 50% de la valoración de mercado de 2007. Mientras, la deuda hipotecaria ha disminuido muy poco en estos años, aunque ahora se puede volver a dulcificar por la benevolencia del euríbor con nuestras cuotas de amortización o intereses.

Dicen los expertos que la situación económica de EE UU no se estabilizará hasta que se equilibre el apalancamiento y/o endeudamiento que padecían. Vivían en el aire, consumiendo sus expectativas de futuro en función de que sus viviendas o negocios valían cada vez más. Pero cuando esto se ha acabado y el valor de los inmuebles ha vuelto a su normalidad, situándose muy por debajo del último valor de adquisición, toda la pirámide se ha desmoronado y nos ha arrastrado a los demás, porque también vivíamos en nuestra nube particular.

En este nuevo escenario, los propietarios que adquirieron su inmueble en los últimos cuatro o cinco años, seguramente tienen ahora un patrimonio neto negativo. Si sus ingresos se mantienen estables o casi iguales a estos años precedentes, pueden soportar la situación y esperar que en algunos años el valor de los inmuebles y la deuda hipotecaria se equilibren y hagan las paces, puede que incluso con la ayuda del euríbor.

Pero si los ingresos fallan, tienen que acudir de inmediato a la entidad hipotecaria para consensuar un plan de salvamento en que se paguen solo los intereses o una cuota mínima con la posibilidad de reengancharse de nuevo a las amortizaciones más adelante. Habrá que ajustar los gastos a los ingresos para poder mantener una actividad sostenible mientras llegan tiempos mejores. Somos bastante menos ricos de lo que nos creíamos y sin esperanza de volver a esos años de prosperidad virtual que hemos disfrutado sin saber saborearlo y quizás sin merecerlo. En esta nueva situación todo adquiere una nueva dimensión más real en que todo vale por lo que es, más que por las expectativas de lo que puede llegar a ser.

Los que adquirimos la vivienda o el local de negocio antes de 2000, posiblemente tenemos ya la hipoteca amortizada o a punto de fenecer. También somos menos ricos, porque ha bajado el valor de los inmuebles y posiblemente el de las acciones y/o planes de pensiones. Pero, al no tener deudas, podemos equilibrar nuestros presupuestos de gasto en función de los ingresos y volver de una manera satisfactoria a recomponer la escala de valores que teníamos desajustada.

Como esquema general, y me aparto de la vivienda o local, aunque son las piezas fundamentales que, junto a la familia y el trabajo, rigen nuestras vidas, hemos de replantearnos un escenario en que nuestro patrimonio sea inmobiliario o de inversiones es la mitad y nuestros ingresos seguramente han disminuido sobremanera. Estamos ante una nueva realidad -nada de riqueza virtual- en que todo va a ser diferente y tendremos que adoptar valores y comportamientos de siempre, aderezados de una manera nueva, en este escenario cambiante de la globalidad, que internet y la TDT mete de manera inmisericorde, cada día, en nuestras casas.

Mientras, el camino de la nueva prosperidad pasa por la reducción acelerada de nuestras deudas a pesar de la merma de nuestros ingresos. Y en esta lucha con el tigre de nuestra desesperanza hemos de ordenar las deudas de mayor a menor tipo de interés, para seguir con las amortizaciones previstas y establecer el orden en las amortizaciones extraordinarias que podemos hacer. Del modelo americano de las deudas, el apalancamiento desmedido y la vida por encima de nuestras posibilidades, hemos de evolucionar hacia el modelo chino de prosperar a base de austeridad y ahorro.

Por eso, te digo: aprende de los chinos, haciendo tai-chi y viviendo austeramente para cambiar tus deudas por ahorros.

Félix Serrano Alda. Economista y asesor financiero

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