_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Una alternativa al crédito

El crowdfunding, o financiación colectiva, se abre paso con fuerza como modelo alternativo al crédito financiero o a las aportaciones accionariales para financiar proyectos. También responde eficazmente, con nuevos registros y retornos, a los proyectos de carácter social o cultural que se nutren de microdonaciones individuales. El crowdfunding es una expresión más del cambio de mentalidad y de modelo de desarrollo empresarial y social que incorpora la lógica de las multitudes inteligentes (crowdsourcing). La posibilidad de revisar nuestros modelos de organización empresarial para el desarrollo de un producto o servicio, a través del crowd, es posible. Esta profunda transformación -en las fases de creación, producción y comercialización- tiene en la financiación un primer punto donde centrar una nueva mirada.

La financiación colectiva responde a un modelo alternativo de financiación, así como a un papel diferente del consumidor o usuario final, que se convierte en un inversor social desde el principio. Este quiere comprar o utilizar aquello en lo que cree, no solo lo que necesita. Se trata de nuevos perfiles de consumidores responsables más implicados en los procesos de producción, más exigentes ética y moralmente, sensibles socialmente y más conscientes de su fuerza. Quieren consumir diferente para cambiar sus vidas. El por qué y el cómo les importa tanto como el qué. Y el crowdfunding ofrece más satisfacciones vitales que la mera compra o uso.

Internet, la tecnología que configura y articula redes de personas, se convierte en un elemento esencial para organizar la cultura del procomún. A través de plataformas de crowdsourcing es posible desarrollar propuestas que, por un conjunto de voluntades individuales, se conviertan en realidades colectivas. En este contexto, hay que mencionar a Goteo por su relevancia, la calidad de los proyectos que impulsa y la esencia conceptual de la propia organización que se sustenta en la cultura del procomún. Además, la propia plataforma construye su comunidad y sus microcomunidades agrupadas por intereses (culturales, sociales, empresariales, medioambientales, etc.).

No solo acciones sociales sino también empresariales permiten relacionar el crowdfunding con nuevas oportunidades de negocio. Un emprendedor o una empresa pueden concebir una nueva fórmula de obtener recursos para sus iniciativas. La financiación no es solo económica, sino también de talento y de motivación. La aproximación a la aportación colectiva obliga al promotor a seguir unas determinadas reglas (transparencia y rendimiento de cuentas) que refuerzan la creación de una comunidad en torno a un proyecto. Este grupo de personas que lo financian colectivamente puede convertirse en parte de él, en su evolución y evaluación, pudiendo participar en nuevas fases de mejora. Manteniendo la implicación de la persona se consigue también un alto grado de compromiso y se la convierte en la mejor prosumidora.

Este compromiso personal va más allá de la aportación económica: prestar tiempo (realizando traducciones o ayudando en el desarrollo, por ejemplo), facilitar espacios físicos o virtuales, proponer ideas o ayudar a la difusión (amplificando la comunidad) son otras formas de participar en la financiación colectiva de iniciativas individuales (o de grupos reducidos) que se convierten en comunes.

La recompensa también es un elemento a valorar. La donación puede ser anónima o identificada por parte de un perfil personal o empresarial. Individuos u organizaciones que, a través de microdonaciones o como patrocinadores, hacen posible un determinado proyecto pueden verse compensados, por ejemplo, reputacionalmente, con una mención, con un trato preferencial (como testar el producto o servicio) o con la recepción de un elemento exclusivo (como gadgets promocionales de la marca). Se amplían los registros del concepto del beneficio. Y no todos son directos o personales. Los retornos colectivos y comunitarios también importan. Y mucho.

La crisis financiera y sus consecuencias económicas y sociales, que la convierten en sistémica, están favoreciendo nuevos valores y patrones de comportamiento. El crowdfunding permite que, a través de una convocatoria abierta, sea más fácil aprovechar la generosidad de las multitudes para llevar a cabo un proyecto o iniciativa. A su vez, genera en su entorno de desarrollo una multitud unida por una causa o interés común. Crea sociedad al tiempo que crea mercado. Y los consumidores lo son en tanto que ciudadanos. Aquí está la clave. La fuerza de la unión personal para la acción común parece dotar al crowdfunding de un inmenso valor cultural, social y económico en la sociedad red.

El crédito frío y sin compromiso, más allá del meramente contractual, encuentra en la financiación colectiva, que implica más allá de lo económico, una alternativa seria, aunque pequeña, y un patrón de comportamiento cultural que puede crecer con nuevos y más ambiciosos proyectos.

'Manifiestocrowd' (www.manifiestocrowd.com) es el título del nuevo libro de Juan Freire y Antoni Gutiérrez-Rubí que publicará Alienta Editorial (Planeta). El proceso colaborativo de su redacción continuó el pasado 5 de marzo en EAE-Madrid y seguirá en los próximos meses en otras escuelas de negocios.

Antoni Gutiérrez-Rubí. Asesor de comunicación

Más información

Archivado En

_
_