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Columna
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El oro, fatigado pero aún con vida

El último repunte del oro hasta su nivel máximo de los últimos tres meses es atribuido tanto al plan de rescate griego como al temor a que no funcione. El metal precioso se ha convertido al mismo tiempo en una herramienta de especulación y riesgo y en un refugio seguro. Esa dualidad debería mantenerlo vivo un tiempo.

Pero la bestia dorada muestra ciertos signos de fatiga. Este máximo en tres meses se queda un 8% por debajo del pico de septiembre. La demanda de oro creció en 2011, pero apenas un 0,4% respecto a 2010. Los precios excesivamente altos están haciendo disminuir su consumo para joyería. India, tradicionalmente el mayor consumidor de oro para este fin, importó un 44% menos en el cuarto trimestre de 2011 que un año antes. China adelantó a India como el mayor importador, pero su demanda aumentó en un exiguo 3% en un año. La debilidad en la demanda para joyería no es nueva. Ha descendido en un 25% en la última década: de una media anual de 2,587 toneladas entre 2002 y 2004 a 1.931 entre 2009 y 2011. Los precios demasiado altos disuaden a los consumidores. La demanda industrial se ha mantenido estable, sobre una décima parte del total. Pero es la demanda del oro como inversión la que se ha disparado, de 341 toneladas en 2003 a una media anual de 1.604 en 2010 y 2011.

La debilidad sostenida del dólar, unos intereses del 0% y la impresión abundante de dinero de la Reserva Federal han impulsado el atractivo del oro. El pico de septiembre de 1,920 dólares por onza coincidió con el temor a un colapso de la eurozona y una impresión adicional de dinero en EE UU. Cuando en el papel moneda no se puede confiar, el oro no tiene precio. La normalidad es su enemigo. Los mejores datos económicos en EE UU y un dólar más firme son señales negativas. Una subida de los tipos de interés allí será el enemigo del metal precioso. Pero eso aún queda lejos y la crisis de la eurozona se intensifica, marcando el camino a los inversores.

Por George Hay

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