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Tribuna
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Un buen mal año

Durante el año 2011 ha sido patente la enorme complejidad del escenario de crisis económica en el que nos desenvolvemos. En el sector del acero, los primeros resultados anuales adelantados por la patronal Unesid reflejan la merma en la producción de este metal y el retraimiento de su consumo. Sin embargo, en nuestro subsector, el de la galvanización en general, las estadísticas que manejamos muestran un aumento del 3,2% en el volumen del acero galvanizado durante 2011, hasta situarse en casi el 10% del total del acero no aleado que se comercializa en nuestro país.

Sectores que aún mantienen un cierto nivel de actividad, como el de las energías renovables (a las que el nuevo Gobierno acaba de asestar un mazazo) o la rehabilitación de edificios, que desde Fomento se identifica como la espita por donde aliviar la presión del maltrecho sector constructivo, justifican el buen resultado. Pero otros, como el mobiliario urbano y de carretera, la ingeniería civil y los equipamientos industriales, siguen de capa caída y en el mismo barro donde se han hundido las capas de casi todo el país.

Nuestro dato positivo contiene un valor intrínseco larvado durante décadas con el trabajo concienzudo de agrupaciones como esta cuya secretaría general ostento. Y parece que algo vamos consiguiendo, a tenor de los resultados, si bien somos conscientes de lo mucho que queda por hacer en el empeño de convencer a la sociedad de que nuestro producto es el mejor para luchar contra la corrosión.

Los demás datos son menos satisfactorios. El volumen de galvanización ha mejorado, pero no las cuentas de explotación: antes al contrario, han empeorado bastante. Y eso es debido a que esta crisis económica está enloqueciendo las estrategias comerciales de muchas empresas, desorientadas por la falta de crédito y la creciente morosidad. La sensatez dicta que, en nuestro sector, solo podemos abarcar mercado haciendo crecer el número de entusiastas hacia el galvanizado, y que este entusiasmo tiene poco que ver con el precio y mucho con sus propiedades. En periodos difíciles como el actual, cualquier batalla por reducir precios que llegue a traspasar el nivel de coste lo único que puede provocar es un debilitamiento brutal del sector. Esta situación no es exclusiva de España: países como Gran Bretaña, Italia o Alemania también se enfrentan al mismo problema. Tan peligroso escenario ha surgido como consecuencia de las estrategias de los contratistas principales, quienes en su situación de privilegio aprietan a los subcontratistas para reducir costes. Así, se han generado cambios en la interacción estratégica de las empresas y una guerra de precios total. Las empresas que incurren en estas peleas por el precio más bajo asumen graves riesgos porque llegan a operar con tarifas que no cubren siquiera la estructura de costes. Lo peligroso es que no solo dañan su propio negocio: acaban afectando negativamente a todo el mercado.

La solución no es fácil, y la situación es (ya lo era) insostenible. Por descontado, nuestra asociación se posiciona contra cualquier intento por alcanzar un acuerdo en materia de precios, práctica que, además de ser ilegal (y vigilada por la Comisión Nacional de la Competencia), nunca funciona. Defendemos por contra una política comercial más inteligente, centrada en la elevación sustancial del valor del servicio. La segmentación, la especialización, la apuesta por la innovación y la creatividad son apuestas más seguras para luchar contra la crisis. De hecho, el servicio que prestamos a nuestros asociados está orientado a añadir valor a su experiencia empresarial: con formación y asesoramiento técnico gratuito a clientes, con la defensa de los derechos de nuestros socios en temas como la morosidad y el impago, ayudando a las empresas en sus estrategias de diversificación e internacionalización, promoviendo entre prescriptores y contratistas la cultura de la calidad del acero galvanizado… Diferenciando lo que somos de quienes no somos, en definitiva.

Las crisis provocan cambios, novedades, obligan a buscar nuevas respuestas. De momento, los contratistas están ganándole terreno al sector, que se muestra indolente a la hora de articular formas de pararles los pies. Pero estamos convencidos de que disponemos aún de recursos y energía suficientes como para corregir este absurdo. Con coraje, creatividad y diferenciación, definiendo el modelo de empresa de futuro que queremos. Ahí está la verdadera guerra contra la crisis, la guerra que sí hay que luchar: en el campo de las ideas y de las maneras. No de los precios.

Javier Sabadell. Secretario general de ATEG

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