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Tribuna
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La economía española mira al mar

El sistema portuario español, con el 50% de las exportaciones y el 85% de las importaciones realizadas por vía marítima y un nivel de empleo directo e indirecto vinculado al sistema portuario de 145.000 personas, es un sector realmente estratégico para nuestra economía. En la actualidad, el sector portuario aporta el 20% al PIB del sector transporte y 1,1% del PIB global, y el grado en el que seguirá aportando valor a nuestro entorno socioeconómico estará determinado por su capacidad para afrontar los nuevos desafíos que se le plantean para los próximos años. Es por ello que este sector estratégico ha de jugar un papel capital en la salida de la actual crisis económica, ayudando a nuestro tejido empresarial a ganar la competitividad requerida en los mercados internacionales.

El futuro del sector portuario español está ligado a la evolución del transporte marítimo, que está desempeñando un papel crucial en el comercio mundial y en el desarrollo económico global. Por citar algunas cifras, la actividad total del comercio mundial medido a través del conjunto de exportaciones de bienes y servicios se estima en más de 17.000 millones de dólares, de los cuales el 81% corresponden a exportaciones de bienes. El 90% del comercio internacional se transporta por vía marítima, ascendiendo a un volumen de 7.700 millones de toneladas aproximadamente, de las cuales el 60% es de carga seca, y de esta, el 20% se transporta en contenedor.

Hoy en día, el tráfico marítimo de contenedores se halla implantado en todo el mundo y se prevé que su crecimiento tenga una correlación de dos veces el PIB mundial, es decir, un crecimiento previsto del 10% anual acumulativo (que podría variar ligeramente en función de cómo finalice la crisis), por lo que se estima que en 2020 se manipulen más de 1.000 millones de contenedores de 20 pies (TEU) en el mundo y más de 30 millones de TEU en el Mediterráneo occidental.

Por esta razón, las autoridades portuarias españolas han de prepararse para competir con los puertos de su entorno y disponer de la capacidad, conectividad y productividad requeridas para atender a un bajo coste los nuevos tráficos previstos y aprovechar la idónea localización geoestratégica que tiene España para competir ante esta importante oportunidad de negocio que se presenta para atender el transbordo de contenedores.

Es importante tener en cuenta que los niveles de inversión a los que ha estado haciendo frente el sistema portuario español, que prácticamente triplican los recursos generados por las operaciones, parecen insostenibles. Todo ello en el contexto del actual marco legal, que tiene como uno de los pilares básicos la autosuficiencia económica del sistema portuario en su conjunto, y en un momento en el que los fondos europeos para España en el presente sexenio (2007-2013) han disminuido drásticamente.

De tal manera, con el fin de mantener y ganar competitividad ante esta oportunidad de negocio, y dadas las importantes reducciones que se está produciendo en el gasto público, parece inevitable que se plantee la necesidad de incorporar a la iniciativa privada como socio en la financiación, construcción y explotación de infraestructuras portuarias. Aunque la recientemente aprobada Ley de Puertos supone un éxito incontestable, dotando de la estabilidad necesaria al sector y sentando las bases para el crecimiento futuro, aún quedan algunos retos principales que abordar para recuperar el atractivo del sector. Me gustaría resaltar dos de ellos: por un lado, será necesario fortalecer el proceso de planificación y oferta de terminales portuarias, debilitado como consecuencia del proceso de descentralización sufrido en los puertos. Por otro lado, es urgente equilibrar el excesivo poder que hasta ahora han tenido los proveedores de servicios portuarios de manipulación de mercancías y anticiparnos al proceso de liberalización de dichos servicios que, a buen seguro, se producirá en Europa, pudiendo así competir en los tráficos de transbordo con el resto de puertos del Mediterráneo occidental.

Es importante tomar las medidas oportunas para convertir las amenazas del entorno en oportunidades y nuestras debilidades en fortalezas, poniendo al sistema portuario al servicio de la competitividad de la economía española. Asimismo, urge posicionar a nuestros puertos como plataforma logística internacional donde España, sin duda, está llamada a jugar un papel decisivo, no solo en el Mediterráneo occidental, sino también en el comercio marítimo mundial.

José Luis Almazán Palomino. Director General de la Autoridad Portuaria de Melilla

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