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El foco
Tribuna
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Un modelo liberal-social en la UE

En mayo se cumplirán dos años de la aprobación del primer rescate de Grecia por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea. A pesar de los retrasos, los líderes europeos y el FMI acertaron con los rescates de Grecia, Portugal e Irlanda, la creación del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, el plan para la recapitalización de la banca y el pacto fiscal a 25 del que se han excluido Reino Unido y la República Checa. La inyección de 500.000 millones de euros por parte del BCE mediante préstamos a tres años a un 1% a la banca europea ha animado los mercados financieros y bursátiles.

Los líderes congregados en el Foro Económico Mundial en Davos coincidieron en su pronóstico de que el euro sobrevivirá. Esta conclusión la comparte incluso un 66% de los lectores del prestigioso, pero euroescéptico, semanario The Economist. Las medidas adoptadas por la UE, el FMI y especialmente el BCE han servido para ganar tiempo. Algunos alegarán que son meros parches. El FMI pronostica para la eurozona en 2012 un decrecimiento del PIB del 0,2%. Muchos países de la eurozona llevan tiempo sumidos en una recesión que se agudiza (Grecia, Portugal) o recaerán en ella durante 2012 (España, Italia). A este sombrío panorama se suma una ralentización notable del crecimiento de China, India y otros emergentes, la parálisis política que vivirá EE UU por su elección presidencial y la crisis energética y estancamiento que padece Japón.

En los ochenta, Europa también perdía la batalla de la competitividad ante EE UU y Japón. La fragmentación de los mercados de bienes, de capitales, de servicios y de trabajo nos condenaban a la denominada estanflación. Delors, Kohl, Mitterrand y Felipe González, mediante el Acta æscaron;nica Europea, sentaron las bases del mayor mercado común del mundo. Este espacio de 500 millones de personas y 27 democracias constituye el mayor éxito de integración económica de la historia. Cameron reitera el compromiso de Reino Unido con el mercado único de la UE. Dos terceras partes de los croatas refrendaron el 22 de enero la adhesión de su país a la UE, que se formalizará en julio de 2013. Para entonces, Islandia estará concluyendo sus negociaciones de adhesión y Macedonia y Montenegro las habrán iniciado.

Para que todo ello suceda, los líderes europeos deben concretar inmediatamente los detalles de los acuerdos de principio alcanzados en los últimos meses. Los acreedores de Grecia deben aceptar una quita sustancial (60%-70%) de sus préstamos originales a cambio de unos bonos con unos tipos de interés razonables. De lo contrario, se producirá el 20 de marzo una suspensión de pagos desordenada con consecuencias devastadoras para la eurozona.

El pacto fiscal impulsado por Alemania debe complementarse con medidas urgentes para estimular el crecimiento y la competitividad de las economías europeas. Combinar austeridad y reformas estructurales para fomentar crecimiento requiere mucha habilidad política. En España el Gobierno del Partido Popular ha puesto en marcha un ambicioso programa de transformación económica y regeneración institucional: traslado de algunos festivos a lunes para eliminar puentes, homologación de normativas que garanticen la unidad de mercado sin minar las competencias de las comunidades autónomas, simplificación del sistema de organismos reguladores públicos y lucha contra la economía sumergida.

Las duras pero imprescindibles medidas de austeridad (congelación del salario de los funcionarios, cierre de aeropuertos y televisiones públicas altamente deficitarias y sin viabilidad futura, aumento provisional del IRPF) recibirán más contestación social. Se suman a las que ya han tomado con valentía el Gobierno de Artur Mas en Cataluña y comunidades autónomas gobernadas por el PP. Prestigiosos economistas argumentan que la austeridad resulta excesiva en una España con una tasa de desempleo del 22,8% y apuntan a la fuerte contracción de la demanda y severa recesión que padece Grecia. Quizás el tiempo les dará la razón. Pero España cuenta con muchos más activos que Grecia. Debemos y podemos parecernos más a Irlanda, cuyos ciudadanos están aceptando una devaluación interna (reducción de costes, salarios y precios, incluido de los inmuebles). En 1995, en España la tasa de desempleo alcanzó el 22,9%, el femenino, el 25% y el juvenil, el 42%. Entre 1996 y finales de 2003, bajo Gobiernos presididos por José María Aznar en España y Jordi Pujol en Cataluña, se crearon 4,5 millones de empleos, disminuyó el paro al 11% (al 15% el femenino y al 22% el juvenil), disminuyó el desempleo de larga duración en un 63% y logramos incorporarnos como socios fundadores de la eurozona en 1999. La pésima gestión de Zapatero y, en mucho menor medida, la crisis internacional explican el retroceso de España desde 2004.

El desenlace de la crisis de la eurozona será decisiva en la pugna entre el modelo de economía social de mercado y el ultraliberalismo desregularizador que ha propiciado la burbuja financiera e inmobiliaria. Europa no es un enfermo económico resignado a contemplar cómo se impone un turbocapitalismo sin estándares laborales y medioambientales. La UE lidera el mundo en la fabricación de productos químicos (30%) y lucha por la primera plaza en la de productos farmacéuticos (31%) y automóviles (25%).

La urgente liberalización del mercado laboral debe mantener las prestaciones por desempleo para los que verdaderamente las necesitan. Al drama de los parados de la construcción y los servicios de poco valor añadido se suma el de los empleados de televisiones públicas, aeropuertos y Spanair.

Ninguna sociedad ha encontrado un equilibrio perfecto entre libertad y seguridad social. Lincoln aseveró en 1854 que el objetivo de un Gobierno debe ser acometer únicamente aquellas acciones que los ciudadanos no puedan realizar por su cuenta. Por eso la mejor esperanza para los parados pasa por el fomento de las TIC, biotecnología, biomedicina, logística, energías renovables y otros sectores de futuro y no el mantenimiento de una dependencia insostenible social y económicamente.

Alexandre Muns. Profesor de la Escuela superior de comercio internacional, Universidad pompeu Fabra

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