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Tecnología

¿Y ahora dónde veo las películas?

Respetan los derechos de propiedad intelectual, pagan al artista por su trabajo, ayudan a mantener a la industria cultural, cada vez tienen precios más ajustados... Son los videoclubes en Internet. Los casos de Filmin, Filmotech.com y Wuaki TV ejemplifican la lucha de estas plataformas para consolidarse como alternativa a la piratería.

El cierre de Megaupload desata un tsunami en la cadena de la piratería
El cierre de Megaupload desata un tsunami en la cadena de la piratería

José Antonio de Luna, cofundador de Filmin, vende primero los encantos de los videoclubes legales en la Red: respetan los derechos de propiedad intelectual, pagan al artista por su trabajo, ayudan a mantener a la industria cultural, cada vez tienen precios más ajustados... Y luego, y eso es lo que le diferencia de la mayoría de sus colegas, admite lo evidente:

-Por supuesto que debemos hacer autocrítica. La industria del cine ha sido lenta (ante el avance de la piratería). Aun viendo el problemón, no fuimos capaces de articular una oferta. No supimos aprender de los errores del pasado ni supimos entender lo que le había pasado a la industria de la música. Hemos perdido un montón de riqueza y de puestos de trabajo.

Durante años, la forma más fácil de ver una película o serie en Internet era hacerlo a través de páginas que ofrecían contenidos sin pagar derechos. Eran las más rápidas, tenían más catálogo.... y encima lo ofrecían gratis. La situación llegó a ser absurda: por mucho que un internauta quisiera pagar para conseguir un título en la Red no podía hacerlo. Justo por eso, para reaccionar, para "hacer algo más que pleitear" y "llamar piratas a los consumidores potenciales", dice De Luna, nació Filmin.

Creada en 2007 gracias a la unión de las principales compañías cinematográficas independientes en España, la página es una especie de Spotify indie de películas y series. Por quince euros al mes el internauta puede ver todos los títulos que quiera de un catálogo de más de 1.500. Todo por streaming, sin tener que bajar los archivos, y a gran calidad.

El éxito de los videoclubes en Internet pasa por evitar que el 100% de los ingresos del mercado audiovisual en la Red se lo lleven páginas de enlace (como seriesyonkis.com) y de almacenaje (como la clausurada Megaupload). Ni Wuaki TV ni Filmotech.com ni Filmin, principales videoclubes en España, desvelan los ingresos que tienen. Son tan bajos que prefieren no publicarlos.

Lo que sí que cuentan sus responsables es que el cierre de Megaupload, el gran almacén digital, ha multiplicado las visitas y el interés del público por las alternativas legales. Y que, aunque siempre habrá quien se niegue a pagar por los contenidos, hay que aprovechar la llegada de normas más restrictivas, como la llamada ley Sinde, para impulsar las ventas. El texto entrará en vigor en marzo y permitirá que un órgano administrativo cierre páginas "susceptibles de vulnerar" los derechos de propiedad intelectual. "Lo importante es que los internautas ya saben que hay opciones legales", resume De Luna. "Yo les pediría que al menos hagan la prueba, que vean cómo funcionan y que entonces elijan".

Es difícil estimar qué porcentaje del consumo en Internet es pirata. Las fuentes se contradicen y muchos de los informes son de parte. La Coalición de Creadores, grupo de presión en el que participan la SGAE y otros sectores de la industria cultural, calcula que el 77,3% de los contenidos digitales consumidos en España en el primer semestre de 2011 eran piratas. Aunque la peor parte se la lleva la música -el 98,2% de los contenidos consumidos carecían de autorización-, casi tres de cada cuatro visionados de películas y series en la Red se hicieron sin permiso, según la misma fuente.

Iban Díez, abogado especialista en propiedad intelectual, cree que la ley, por sí sola, no basta para acorralar a la piratería. "Es necesario que haya alternativas legales que den un valor añadido. Hay que combatir la piratería en su propio terreno", resume el letrado del despacho Gómez-Acebo & Pombo. Víctor Domingo, presidente de la Asociación de Internautas, sostiene que las alternativas legales han llegado tarde y mal. "La industria todavía vive de los soportes físicos. Internet ha puesto todo patas arriba, pero ellos quieren seguir igual, con el mismo negocio".

"Ninguna de las dos partes está en posesión de la verdad absoluta", concluye Federico Fernández de la Torre, de Asesores de Propiedad Intelectual. El abogado, que asesora a proveedores y creadores, admite que la industria cultural reaccionó "tarde", incapaz de dar con un modelo de negocio en Internet mientras sí lo hacían miles de páginas que no pagaban por los derechos. "El sector lleva siete años en picado soportando caídas del 60%. Está en una situación límite. ¿Y encima le pedimos que innove? Tenemos que darnos cuenta de que crear una alternativa legal cuesta mucho y que es muy difícil conseguir financiación. No queremos que todo funcione como antes, pero lo que es inaceptable es que, con la consigna de la cultura de libre acceso, alguien que no es propietario de los títulos decida que sean gratis y encima saque beneficios".

Los costes de un videoclub digital son altos. Hay que comprar tecnología, digitalizar las películas, negociar los derechos de distribución, mantener los servidores... Fundada en 2009 por un grupo de inversores privados y dos fondos de capital riesgo, Wuaki TV ha invertido alrededor de ocho millones de euros. Los responsables de la página han firmado acuerdos con los grandes de Hollywood, tienen ya 32 trabajadores en plantilla, iniciarán este año su expansión en Latinoamérica y esperan conseguir beneficios en dos años. Dicen sumar más de 100.000 clientes.

"Calculamos que el mercado de contenidos audiovisuales mueve 6.000 millones de euros", explica su director general y fundador, Jacinto Roca. "Solo un 10% de ese sector son 600 millones. El potencial es fuerte y, aunque es una industria con riesgo, encontramos inversores". Roca cree que la oferta legal en Internet será cada vez más competitiva. Una cartera de clientes con cierto volumen permitiría que estas plataformas amplíen su poder de negociación con los productores. Así, por ejemplo, se podría reducir los tiempos entre la emisión de una serie en Estados Unidos y su difusión en España, con lo que miles de personas no tendrían que esperar meses y meses o visitar páginas como seriesyonkis.com para ver los capítulos.

Los videoclubes españoles tienen un referente: la estadounidense Netflix, la empresa con mayor éxito en su especialidad. Tiene alrededor de 25 millones de suscriptores, entre América y Europa, y ganó 175,7 millones de euros en 2011. Si algo demuestra esta página, es que las posibilidades de negocio son inmensas.

"Claro que somos muy optimistas", concluye Juan Alía, director del videoclub especializado en cine español y latinoamericano Filmotech.com, que gestiona la Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales (Egeda). "Entendimos que no se podía combatir la piratería sin oferta legal. Ahora la sociedad debe entender que hacer películas tiene un coste y que si no encontramos pronto un modelo rentable, pondremos en riesgo la producción".

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