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Columna
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Europa necesita otro Padoa-Schioppa

Tommaso Padoa-Schioppa no es un nombre que suene familiar. Pero la crisis del euro no se resolverá completamente hasta que algunas de las ideas del economista italiano ganen terreno.

Este hombre, considerado como uno de los padres del euro -murió en 2010-, pensaba que lo que llamó "una moneda sin Estado" tenía que evolucionar junto con la realidad política, económica y monetaria. Su trabajo en el objetivo del sistema de pagos interbancario creó lo que Jaime Caruana, director del Banco de Pagos Internacionales, describió como "una de las mayores obras de infraestructura desde los acueductos romanos".

Pero tres de sus ideas son aún más importantes. Primero, bancos centrales flexibles. Padoa-Schioppa sostuvo que "un banco central fuerte es una institución en la posición de actuar de manera discrecional". Para el BCE, en medio de una posible crisis de confianza, esa discrecionalidad podría suponer más audacia en la compra de bonos soberanos o aceptar inflación.

Segundo, el lugar del euro en la historia. El euro formó parte del "proceso de unificación europea", que fue "el mayor legado positivo" de la política del siglo XX. Las ventajas económicas del euro eran secundarias en relación a un objetivo político mayor. Cuando Angela Merkel habla sobre la necesidad de "más Europa" se hace eco de Padoa-Schioppa, pero le falta su fervor idealista. Sin eso, cada grano de arena en el camino de la unidad se convierte en una montaña.

Por último, una concepción flexible de soberanía. Padoa-Schioppa miraba al autónomo Estado nación europeo como nada más que una fase histórica, una que podría ser mejorada por la Unión Europea, "una unión de muchos países, lenguas y tradiciones históricas, más parecido al Imperio Romano que a los Estados nación". Si los políticos nacionales compartieran esta convicción, no habrían sido tan cautelosos en su defensa del euro o más menos reacios a ceder soberanía fiscal.

Hasta el momento, Padoa-Schioppa no tiene claros herederos. No hay gurús sobre bancos centrales flexibles y tampoco visionarios sobre el proyecto europeo con conocimientos financieros. La carencia es lo bastante grande como para poner el riesgo la moneda única y de Europa.

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