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Columna
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La hora del Banco Central Europeo

José Carlos Díez

La expectación para la cumbre europea de mañana es máxima pero los alemanes ya se han encargado de enfriar las expectativas exuberantes de los inversores la pasada semana. Tras la decepción de la reunión de Merkozy en París parece que de la cumbre puede salir un acuerdo para avanzar en la unión fiscal, la duda es si saldrá un plan que acabe con la crisis del euro. Un plan integral exigiría resolver de una vez el problema de Grecia.

De momento, la reestructuración propuesta no retorna al país a la senda de estabilidad y un Plan Marshall para que retorne el crecimiento que ni está ni se le espera. Después hay que tener cortafuegos para parar el contagio. Anticipar la entrada de la facilidad permanente ESM es el reconocimiento del fracaso del fondo de ayuda EFSF.

Se habla de doblar su límite hasta casi un billón de euros pero el problema sigue siendo de financiación. El EFSF no ha podido emitir bonos en los mercados y ahora con la amenaza de perder el AAA tendrán aún más dificultades. Tanto Wiedman, presidente del Bundesbank, como Schäuble, ministro de Finanzas alemán, han dicho repetidamente que su propuesta es una monetización de deuda encubierta y que si no permiten que lo haga el Banco Central Europeo no permitirán que lo haga el EFSF. La duda es si permitirán que sea el Fondo Monetario Internacional el que se financie en el BCE y preste a Gobiernos con dificultades, pero tampoco parece probable.

Con este panorama hoy se reúne el Consejo del BCE y tendremos otra prueba de fuego. El discurso de Mario Draghi en el Parlamento fue esperanzador y dio a entender que si se avanza en el refuerzo de los compromisos fiscales y de reformas las compras de bonos se podrían intensificar las políticas heterodoxas, aunque matizó de manera "secuencial". Secuencial en el BCE es equivalente a llevar el coche al ralentí. Hace dos meses que anunciaron el programa de compras de cédulas y el saldo de este tipo de activos en el balance del BCE lejos de aumentar está disminuyendo lo cual indica que aún no han puesto en marcha el plan. La semana pasada solo compró 3.000 millones de bonos periféricos por lo que todo el movimiento de cierre de diferenciales en España e Italia ha sido por un cambio en las expectativas privadas. Esto implica que si las expectativas se incumplen las primas de riesgo volverán a aumentar y entonces tendremos la prueba del algodón de si hay un cambio en la postura del BCE.

Para la reunión de hoy esperamos una nueva bajada de tipos, no descartamos 50 puntos básicos. Eso dejaría los tipos al 0,75% y la facilidad de depósito a 0%. Aquí la clave es si el BCE deja la facilidad de depósito en el 0,25% o la deja a 0% para penalizar al máximo y forzar a que el dinero, más de 300.000 millones vuelvan al interbancario. Al situar los tipos al 0% está justificadas las políticas cuantitativas QE cómo está haciendo la Reserva Federal (Fed) y el Banco de Inglaterra. No obstante, el anuncio de un QE de deuda pública cómo el de la Fed con una cantidad de compra de bonos y un plazo y con la contundencia suficiente para estabilizar los mercados no es nuestro escenario central, aunque si es probable que veamos subastas de liquidez a dos años. La única opción para el QE sería que el resto de miembros del Consejo se enfrentaran por tercera vez al Bundesbank y les hicieran perder de nuevo una votación.

La gran milonga que el Gobierno germano está contando en Alemania es que Europa es un protectorado alemán pero la realidad es que su peso político sigue siendo reducido, por eso quieren cambiar los Tratados y recuperar poder. La otra milonga es que no van a permitir monetizar y que no van a consentir quitas, salvo en Grecia. La realidad es que el BCE monetiza deuda bancaria cada día y el Bundesbank ya tiene una posición acreedora de 500.000 millones con el resto de bancos centrales de la eurozona. Esto sumado a los planes de ayuda a países y la recapitalización de la banca germana hace que el coste para el contribuyente alemán sea brutal y crece cada día. Esta es la mejor garantía para que no se rompa el euro, ya que algún día la sociedad alemana descubrirá la milonga y será despiadada con sus actuales gobernantes. El problema es que, hasta entonces, la tensión en los mercados seguirá aumentando.

José Carlos Díez. Economista jefe de Intermoney

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