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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un balón de oxígeno no solo para Grecia

Los ministros de Economía de la zona euro dieron ayer su respaldo político al anunciado y debatido segundo rescate de Grecia. Tras varias semanas de incertidumbre en torno a lo que se denomina ya como el problema griego, y en una jornada marcada por el escándalo sexual en que está inmerso el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, la UE ha tendido oficialmente por segunda vez la mano a Atenas. Y como no podía ser de otra manera, lo ha hecho a cambio de que el Gobierno griego se comprometa a realizar más reformas y a utilizar los fondos obtenidos en las privatizaciones de bienes públicos como garantía de las nuevas ayudas. En la reunión de ayer, los ministros de Economía respaldaron de forma unánime el nombramiento de Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo (BCE) y dieron el visto bueno al rescate portugués, con un montante de 78.000 millones de euros, y del que restan todavía conocer detalles, como el montante de los tipos de interés que deberá abonar el país por el primer tramo de las ayudas.

A pesar de que todavía no se ha perfilado todo el contenido del rescate griego, a falta de que BCE, FMI y UE arrojen la cifra exacta necesaria, algunas estimaciones hablan de un importe cercano a 60.000 millones de euros. En ese contexto, la exigencia de contraprestaciones firmes no supone tanto una muestra de mano dura como el mínimo exigible respecto a un país cuyas posibilidades de financiación en el mercado, un año después del primer rescate, son casi nulas y cuyo Gobierno no parece capaz de hacer frente a los deberes pendientes. El propio comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Oil Rehn, criticaba ayer esa inmovilidad y calificaba de "ilusoria" la posibilidad de que hubiese un plan B alternativo al duro programa de ajustes.

El paquete de rescate respaldado por los ministros de Economía no solo se perfila como la menos mala de las alternativas disponibles, sino como la única viable en un momento en que resulta prioritario proteger las espaldas del sistema financiero europeo y mantener la cohesión de la Unión Monetaria. En ese sentido, el objetivo de la UE con este segundo rescate es triple: proporcionar un poco más de oxígeno a Grecia, descartar con firmeza una eventual salida del país de la zona euro y evitar -o al menos, retrasar en el tiempo- una reestructuración de deuda soberana que, tarde o temprano, se da por hecho como inevitable, pero que ahora mismo tendría consecuencias devastadoras para el sistema financiero europeo, con Francia y Alemania a la cabeza. Con esa premisa en mente, el paquete anunciado debe llevar consigo una tutela aún más exigente sobre Atenas que la ejercida hasta ahora, en orden a evitar que este segundo rescate se quede de nuevo en papel -y sobre todo, en dinero- mojado.

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