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Armonización económica de la UE

El impuesto sobre sociedades español, el quinto más alto

La propuesta alemana de armonizar el tributo choca con los intereses nacionales.

La propuesta de armonizar el impuesto sobre sociedades que Alemania llevó al Consejo Europeo del pasado viernes despierta recelos en buena parte de los Estados miembros. El tributo que grava los beneficios empresariales existe en todos los países de la UE, aunque cada uno aplica su propia normativa y mantiene tipos diferenciados. El gravamen general español asciende al 30%, el quinto más alto de la UE.

La internacionalización de la economía ha provocado una mayor competencia fiscal entre los países para atraer empresas. Así, en los últimos cinco años, el tipo medio del impuesto sobre sociedades se ha reducido cinco puntos hasta el 23,2% en la UE. Malta, Francia, Bélgica, Italia y España son los países con gravámenes más altos. Sin embargo, en el caso español, el gran número de deducciones fiscales provoca que el tipo efectivo que pagan las empresas sea del 18%, lejos del gravamen nominal del 30%.

Tanta disparidad normativa y tarifaria no gusta en Alemania. Armonizar este impuesto es una vieja idea que sobrevuela desde hace años en la Comisión Europea y que ha sido objeto de sesudos estudios, aunque con escasos avances políticos. De hecho, la mínima armonización que existe en el impuesto sobre sociedades se ha originado en los tribunales comunitarios más que en los foros políticos.

Alemania, tras comprobar la dificultad de fijar unos tipos homogéneos, reclama establecer normas comunes para determinar la base imponible. Pretende que los Estados miembros apliquen una misma legislación en operaciones como las reestructuraciones transfronterizas, las ventas intragrupo o la tributación de los dividendos que proceden del exterior. Sin embargo, todo mínimo acuerdo en materia de fiscalidad en el ámbito de la UE cuesta un mundo. Los Estados han perdido toda influencia en la política monetaria y se muestran reacios a perder cuota de poder en el área fiscal.

Así, no es raro que países con gravámenes bajos se opongan a las medidas que propone Alemania. Y cualquier cambio que afecte a la fiscalidad requiere el acuerdo unánime de los Estados miembro. Así, la pretendida armonización del impuesto sobres sociedades va para largo.

Irlanda, en el punto de mira

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, apoya fijar, como sucede en el IVA, un horquilla en los tipos sobre el impuesto sobre sociedades. Ello evitaría competencias fiscales tildadas de desleales entre los Estados miembro. Irlanda, por ejemplo, aplica un tipo del 12,5%, lo que ha incentivado deslocalizaciones empresariales dentro de la UE. Países como Francia ya han criticado que un país como Irlanda, que ha sido rescatado por la UE, mantenga unos tipos más propios de un paraíso fiscal que de un Estado miembro.

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