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Ante la ley antitabaco

Sociedades gastronómicas, el refugio de los fumadores

Bares y restaurantes han empezado a reconvertir su negocio para evitar la prohibición de la ley antitabaco.

Sociedades gastrónomicas, el refugio de los fumadores
Sociedades gastrónomicas, el refugio de los fumadoresCINCO DÍAS

La aplicación de la ley antitabaco en bares, cafeterías y restaurantes está estimulando la imaginación de los fumadores más recalcitrantes para buscar espacios donde tengan permitido ejercitar su vicio. También la de algunos empresarios de hostelería, que temen perder el grueso de su clientela.

Las asociaciones y hermandades gastronómicas, especialmente populares en el norte de España, se han convertido, de la noche a la mañana, en el refugio de los fumadores.

A estos establecimientos no llega (al menos, de momento) la larga mano del legislador antitabaco, porque son considerados recintos privados. Así que, en su interior, la decisión de fumar solo depende de la concienciación sanitaria o del gusto de los inquilinos. Es el caso de los populares txokos vascos o de las numerosas sociedades gastronómicas de Navarra y La Rioja, por ejemplo.

Hay que redactar estatutos, hacer socios a los clientes y al bar, domicilio social

Así que algunos empresarios de hostelería empiezan a sentar las bases de una reconversión que resulta bastante sencilla. Basta con redactar unos estatutos, convertir a los clientes en socios y convertir al bar, cafetería o restaurante en domicilio social.

La prosperidad del negocio, como ocurre con las propias sociedades gastronómicas, dependerá de la fidelidad de los socios y de su capacidad de echar una mano cuando vienen mal dadas.

Ya hay algunos precedentes. El bar zaragozano Toma3, con una clientela mayoritariamente formada por moteros, decidió transformarse en la Asociación del Chuletón y del Vino y hoy es un refugio para los fumadores. Claro que, para ser admitido en el recinto, hay que ser aceptado entre los 250 socios que dan vida al negocio.

Ahora el hábito de fumar está mayoritariamente condenado por la opinión pública. Posiblemente tanto como las mujeres condenaban el veto al que algunas sociedades gastronómicas las sometían, al admitir únicamente a varones en su club. Son recintos privados y el interior de lo privado, desde tiempo inmemorial, es territorio para el libre albedrío.

Entidades sin ánimo de lucro

Hay otro pequeño detalle. Las sociedades gastronómicas son entidades sin ánimo de lucro. A final de ejercicio, la junta presenta el estado de cuentas y los socios cubren los eventuales déficits o deciden cancelar la sociedad.

Si sobra algún dinero, lo normal es donarlo a alguna institución benéfica, que suele ser también la destinataria cuando el excedente es alimentario. Las Navidades son las fechas mayoritariamente elegidas para este tipo de donaciones.

Es precisamente en este apartado económico donde la reconversión puede tropezar con mayores dificultades. Porque la mano de Hacienda viene a ser, generalmente, más larga que la del Boletín Oficial del Estado.

Eso sí, las sociedades gastronómicas suelen retribuir al personal de limpieza, algunas también a los cocineros e, incluso, hasta a los encargados de gestionar la administración. Pero, en muchas otras, los socios se encargan personalmente de hacerlo absolutamente todo, desde cocinar y limpiar hasta llevar las cuentas.

Y una última cuestión. Si se opta por la reconversión al modo de las sociedades gastronómicas, hay que tener en cuenta que, en estas instituciones, el poder reside absolutamente en los socios.

Ellos son quienes deciden desde cualquier modificación en el local hasta la admisión o expulsión de los miembros del club. Lo cual no resulta nada fácil, sobre todo si se pretende conservar la fisonomía del negocio.

Situación de rebeldía

Pero a pesar de las dificultades, convertirse en una sociedad gastronómica para eludir la prohibición del tabaco en lugares públicos es cada vez más manejada por los hosteleros. Es el caso del dueño del asador marbellí que se declaró en rebeldía tras la entrada en vigor de la ley antitabaco y ahora se plantea la reconversión del objeto social de su negocio tras las advertencias de la Delegación Provincial de Salud de la Junta de Andalucía de que o depone en su actitud y cumple la normativa o será sancionado.

El propietario del Asador Guadalmina de Marbella (Málaga) ha recibido ya un requerimiento en el que se le instaba a retirar los carteles de su local en los que informa de que no acepta la ley antitabaco. El Gobierno andaluz advierte que la multa puede oscilar entre 10.001 y 600.000 euros.

Otro resquicio que deja la ley es que los bares o cafeterías se conviertan en un club de fumadores, aunque en este tipo de locales, también sin ánimo de lucro, estará prohibida la venta de alcohol o de otro tipo de producto para el consumo. Es decir, no todo vale. Y Sanidad ya ha advertido de que estará ojo avizor para evitar que los empresarios avispados traten de camuflar un negocio bajo la apariencia de club altruista.

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