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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La alarma de la inflación vuelve a sonar

Todo el pasado año estuvo marcado por una inquietante evolución inflacionista que dejó atrás las deflaciones producidas durante ocho meses seguidos en 2009. Diciembre ha sido un duro colofón para los precios: según el indicador adelantado publicado ayer por el INE, el IPC armonizado cerró el pasado año en el 2,9% -cifra desconocida en 27 meses- tras sumar unas abultadas siete décimas. El propio INE justifica tan inesperado dato en la subidas en el precio del tabaco, por la decisión del Gobierno de aumentar la imposición de este producto, y el encarecimiento de los carburantes.

Se han desbordado así las previsiones más pesimistas de los analistas que apostaban por cerrar 2011 en el 2,7%. Y lo peor es que, según estos mismos expertos, las presiones inflacionistas se mantendrán al menos los primeros meses del año, algo evidente si se tiene en cuenta la subida de escalón en el precio de algunos productos y servicios de gran repercusión en el índice. La escalada en el coste de la energía, tanto en la electricidad y el gas como la continuación en los carburantes -arrastrados por un crudo que vuelve a rozar los 100 dólares el barril y unos márgenes muy sensibles a las subidas y no a las bajadas-, viene acompañada de los aumentos de precio en los transportes y otros servicios públicos. La cuesta de enero se presenta dura este 2011.

La perspectiva es delicada, porque se produce con una economía exangüe, que apenas crecerá este año el 1%. La atonía del consumo es todavía notable, como evidencia la inflación subyacente -más ligada a la cesta de la compra-, con un incremento interanual de 1,2% en noviembre, último dato disponible. La preocupación de los españoles por su empleo y las escasas perspectivas de recuperación a corto plazo explican de sobra las reticencias a consumir. Y en consecuencia, las empresas no se deciden a invertir, abortando la esperanza de crear empleo.

Un consumo que, además, quedará afectado por la disminución del poder adquisitivo de las familias, cuyos salarios han seguido perdiendo capacidad de compra. Hasta noviembre, los salarios firmados en convenio se incrementaban un 1,3%, menos de la mitad que el IPC de diciembre. Lo que pone en peligro una moderación salarial tan necesaria para unas empresas que han de ganar cuota de mercado en el exterior como recurso al débil mercado interno. El acuerdo marco de moderación salarial establece crecimientos para este año entre el 1% y el 2% y retrasos en la revisión. Pero no hay que olvidar que se trata de un acuerdo de cumplimiento voluntario y cada empresa y sector son soberanos en su negociación. La responsabilidad es de nuevo la mejor receta: los trabajadores deben pensar en la viabilidad de las empresas que los emplean y los gestores, moderar las subidas de precios que, de momento, se han vuelto a desbordar.

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