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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los beneficios de cerrar la fusión de cajas

Las cajas de ahorros apuran hoy y mañana las últimas horas del plazo establecido por la vicepresidenta, Elena Salgado, para aprobar sus uniones, ya sea mediante fusiones clásicas o SIP. El Gobierno exigió que antes de Navidad hubiesen establecido su gestión, planes estratégicos y equipos directivos. Afortunadamente, los ritmos se están cumpliendo y la mayoría de entidades han dado ya el visto bueno en sus asambleas a sus respectivos procesos, despejando así cualquier duda que pudiese existir sobre su voluntad. El único retraso se puede producir en el SIP de Banca Cívica, tanto por parte de Cajasol que se sumó al final del proyecto, como por las reticencias de última hora de Caja Burgos, cuya asamblea está convocada para hoy.

Las cajas de ahorros se juegan su futuro, pues difícilmente podrían cumplir por sí solas con las exigencias de capital establecidas en Basilea III. El umbral de 50.000 millones de activos aceptado de forma generalizada como el tamaño mínimo para sobrevivir en el nuevo entorno financiero, podría incluso ser insuficiente. El veredicto lo establecerán los mercados cuando las nuevas entidades españolas, en forma de cajas de ahorros o mediante una licencia bancaria, salgan en busca de liquidez. Quizá entonces se derrumben las resistencias de algunas cajas a entrar en operaciones corporativas, o las de los SIP cuyo tamaño no es el suficiente, y se vean forzadas a sumarse en la repesca.

Pero con las fusiones de cajas también está en juego la fortaleza del sistema financiero español en su conjunto. Numerosos analistas recomiendan abiertamente salir de las entidades españolas (tanto en renta fija como variable) sin diferenciar por entidades, alegando las dudas surgidas alrededor de las cajas de ahorros. El castigo en Bolsa de entidades como Santander o BBVA es la evidencia de esta desconfianza -sin duda injustificada- por todo lo español y, en especial, por lo financiero. Es urgente, pues, poder esgrimir ante estos mismos desconfiados inversores, que el sistema financiero ha cerrado en tiempo y forma su remodelación. En este sentido, el Banco de España debe vigilar estrechamente la evolución de las nuevas entidades, al menos hasta que se recomponga la confianza, para garantizar que no haya sustos en ninguna de ellas. Y actuar sin titubeos si detecta el menor atisbo de duda.

Con el fin de reforzar este empeño, es imprescindible el adelanto de la publicación de los datos de exposición a promotores de cada entidad financiera española, como anunció el Banco de España. Esperar al final del primer trimestre no parece lo más adecuado y se debería producir algún tipo de avance en cuanto sea posible. La transparencia, que tan buen resultado dio con los test de estrés de verano, servirá para acallar a aquellos que ponen en duda la salud financiera en España.

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