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Fórmula 1

El peor enemigo de Alonso está en los boxes

Adrian Newey, el ingeniero estrella de Red Bull, impulsó a cinco campeones mundiales y marca la diferencia para sus monoplazas.

El peor enemigo de Alonso está en los boxes
El peor enemigo de Alonso está en los boxes

Todos los expertos aseguran que en el circuito de Abu Dabi, en el que el domingo se decide el Mundial de Fórmula 1, no es favorable para Fernando Alonso y su Ferrari. Ello es debido a que las curvas rápidas de las que está repleto son aprovechadas por los monoplazas con mayor carga aerodinámica, caso de los Red Bull. La amenaza no procede del trabajo de los pilotos que pueden arrebatar el título a Alonso, sino de quien más cobra en el equipo: el ingeniero Adrian Newey.

Con 12 millones de euros de salario anual, es el profesional del gran circo mejor pagado de los que no están al volante. No es casual: sus diseños hicieron campeones del mundo a Nigel Mansell, Alain Prost, Damon Hill, Jacques Villeneuve o Mika Hakkinen. De todos ellos, sólo Prost fue campeón también con otros monoplazas. Como ellos, el australiano Mark Webber se ha convertido súbitamente en un aspirante a los 34 años, y tras ocho temporadas en la F-1 sin ganar un solo gran premio.

El punto fuerte de Newey es, en efecto, la aerodinámica. Se dice que tiene una percepción intuitiva sobre la forma en que un vehículo puede adaptarse a la carretera; es sabido que el monoplaza que ya ha conseguido el campeonato de marcas, el RB6, fue creado por Newey en una hoja de papel, y luego trasladado a los simuladores informáticos.

Newey suma a esa visión la experiencia de 35 años en el mundo de la velocidad, en el que entró profesionalmente con apenas 20. Con 26, en 1984, uno de sus vehículos ganaba las 500 Millas de Indianápolis, y al año siguiente se hizo con el título de Nascar. Pasó a la Fórmula 1 en 1987, y convirtió en competitivo al modesto equipo March, para luego desembarcar en Williams e iniciar un periodo de insultante hegemonía, sumando cinco títulos entre 1992 y 1997. En la época en que la potencia de los motores crecía sin cesar, Newey marcó la diferencia con su preocupación por los detalles aerodinámicos.

Ante la imposibilidad de convertirse en jefe absoluto del equipo, Newey se marchó luego a McLaren y se llevó consigo las victorias de 1998 y 1999. Luego su estrella se apagó un tanto: no podía hacer a su antojo en la marca inglesa y los rivales avanzaban también en el terreno del diseño.

La salida ideal para Newey llegó con una oferta de Dieter Mateschitz, el multimillonario dueño de Red Bull, para hacerse con el equipo en 2005. No sólo las condiciones eran ventajosas en términos económicos, sino que Newey tuvo también la posibilidad de llevar el equipo a su gusto. Y los resultados están ahí: es la primera vez desde los años sesenta que un equipo con sólo cinco años de trayectoria va a conseguir el título de constructores, creando una estructura al margen de las marcas establecidas.

El aspirante pretende engañar al rival con pegatinas

Las novedades introducidas por Red Bull han marcado el paso en la presente temporada de la Fórmula 1. Si el año pasado se dejó sorprender de arranque por Ross Brawn -su tradicional enemigo- y sus difusores, esta temporada Newey ha sido quien se ha distinguido ventajosamente de sus rivales con su alerón delantero flexible que baja para ganar adherencia y arañar décimas en las curvas.Newey, que reconoce que le divierten los cambios de reglamentación para poner en marcha su creatividad, llevó a cabo en unos entrenamientos una jugada que va camino de la leyenda: para disimular que habían cambiado los tubos de escape para situarlos en la parte inferior, colocó unas pegatinas en los laterales de sus monoplazas simulando la salida de humos.Esta anécdota pone de manifiesto la diferencia entre el responsable de Red Bull y los otros ingenieros. También, por ejemplo, el hecho de que su jefe le premiara con un monoplaza de la pasada temporada, un RB5, y Newey tardara apenas una semana en estrenar el juguete poniéndose al volante en una exhibición.Por el momento, en los entrenamientos celebrados el viernes, Fernando Alonso consiguió resistir el tirón de sus rivales de Red Bull al lograr el tercer tiempo, por detrás de Sebastian Vettel pero por delante de Mark Webber. Un resultado final así daría su tercer título al asturiano.

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