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Disparidad normativa entre comunidades

El nuevo mapa fiscal divide a España entre territorios de baja y alta tributación

Seis comunidades elevan el IRPF a los que más ganan y penalizan la compra de vivienda usada.

El Registro de Economistas Asesores Fiscales (REAF) presentó un estudio cuatro meses atrás en el que denunciaba la elevada disparidad normativa entre comunidades autónomas. ¿No querían caldo? Tres tazas. El mapa fiscal español dará un giro copernicano en los próximos meses después de que seis comunidades anunciaran un aumento del IRPF a las rentas altas, que se complementará con una subida de otros tributos, como el de transmisiones patrimoniales, que grava la compraventa de vivienda.

Los aumentos fiscales anunciados por Cataluña, Baleares, Andalucía, Cantabria, Extremadura y Asturias perfilan un escenario tributario en que las diferencias entre pagar impuestos en un territorio u otro cada vez serán mayores. Así quedará el panorama fiscal autonómico:

El nuevo IRPF. La Generalitat dio el pistoletazo de salida al crear dos nuevos tramos en el IRPF para quienes presenten una base liquidable -equivale al salario bruto tras restarle la reducción por rendimientos de trabajo y la cotizaciones sociales- mayor de 120.000 y 175.000 euros. Baleares, Asturias y Cantabria fijaron el umbral en 100.000 euros y Andalucía en 80.000. Extremadura -donde de media se cobra menos que en Cataluña- fue más allá y anunció que elevará el IRPF a las rentas que superen los 60.000 euros y creó cuatro nuevos tramos.

Y si bien Cataluña tendrá el tipo marginal más alto, 47% frente el 43% fijado en la legislación estatal, será en Extremadura y Andalucía, por este orden, donde más se penalizarán las rentas medias y altas. Cataluña se alza con un honroso tercer puesto, seguida por Baleares. Asturias y Cantabria aún no han concretado el incremento.

A efectos prácticos, un contribuyente con un sueldo bruto de 205.000 euros pagará en Extremadura 80.980 euros en impuestos, 1.000 euros más que en Cataluña y 3.300 euros por encima de lo que abonará un contribuyente que resida en Madrid, el territorio con un IRPF más bajo. Para quienes ganen más de 60.000 euros, sólo en Extremadura verán incrementados sus impuestos. Sin embargo, un asalariado con un sueldo bruto de 75.000 euros aplicará un tipo marginal del 43,5% y pagará al fisco 19.855 euros. Supone sólo 25 euros más de lo que se tributa en la actualidad. Así, aquellas rentas que pueden definirse como medias-altas, prácticamente no notarán la diferencia tras la reforma.

Sólo Aragón y Castilla-La Mancha, entre las comunidades del PSOE han rechazado elevar el IRPF. Mientras que las comunidades del PP ni se plantean, por ahora, la posibilidad de gravar las rentas altas. De hecho, Madrid, La Rioja, Comunidad Valenciana y Murcia rebajaron ligeramente a partir de 2007 los tipos en el tramo autonómico.

Transmisiones. Era previsible que algunas comunidades elevaran del 7% al 8% el impuesto de transmisiones patrimoniales, que grava la compraventa de casas usadas. De esa manera, se iguala la fiscalidad ligada a la vivienda nueva, que tributará al 8% en julio tras la subida del IVA. Sin embargo, algunos Gobiernos se han pasado de frenada. Extremadura ha creado tres nuevo tramos y las casas que superen los 600.000 euros aplicarán un tipo del 10% por transmisiones patrimoniales. Es decir, una casa usada que cueste 601.000 euros, pagará 60.100 euros en impuestos, 12.000 euros más que una vivienda nueva que aplica el IVA. Y 18.000 euros más respecto a una comunidad, como Madrid o Valencia, donde el tipo se mantendrá al 7%. Junto a Extremadura, Cataluña, Baleares, Asturias, Cantabria y Andalucía también han aprobado o anunciado aumentar el impuesto de transmisiones, aunque sin rebasar el 8%. El resto, no tocará el tipo.

Además, Madrid ya ha manifestado que mantendrá la deducción por vivienda en el tramo autonómico del IRPF, incentivo fiscal que el Gobierno eliminará a partir de 2011 para las rentas superiores a 24.000 euros. Es decir, los madrileños que compren una casa el próximo año tendrán derecho a deducirse el 7,5% de los gastos anuales que destinen a amortizar la hipoteca.

Galicia, por su parte, anunció que aplicará un tipo del 6%, en lugar del 7%, en el impuesto de transmisiones cuando se adquieran viviendas para rehabilitarlas y rebajará actos jurídicos documentados, tributo que se aplica al formalizar una hipoteca. Cataluña y Extremadura, por su parte, han tomado el camino contrario y subirán este impuesto. Ambas comunidades destacarán por mantener los impuestos ligados a la vivienda más altos de España.

céntimo sanitario. Los conductores de Extremadura y Andalucía sufrirán un incremento del combustible por encima de la media después de que ambos Gobiernos decidieran la semana pasada implantar el llamado céntimo sanitario, que implica elevar el impuesto sobre las ventas minoristas de determinados hidrocarburos. El Gobierno central permitió en 2002 que las comunidades pudiera establecer un tramo autonómico en este tributo con la finalidad de financiar la sanidad. Sin embargo, su legalidad fue puesta en duda por Bruselas, aunque, de momento, el Gobierno mantiene el impuesto.

Así, Extremadura y Andalucía se unen a Galicia, Madrid, Asturias, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha y Cataluña que también aplican este impuesto que encarece el litro de gasolina en 2,4 céntimos, con la excepción de Madrid, cuyo gravamen es menor, de 1,7 céntimos por litro. Para el gasóleo, existe más diversidad de tipos. Cataluña, Castilla-La Mancha y Andalucía gravan con 2,4 céntimos el litro mientras que en Galicia y Asturias aplican un recargo de 1,2 céntimos.

depósitos. Establecer un impuesto sobre la banca es una propuesta recurrente desde que se inició la actual crisis económica que Andalucía ha decido poner en práctica. Así, impondrá un impuesto a las entidades de crédito afincadas en Andalucía por el stock de depósitos contratados. El tipo será del 0,3% hasta 150 millones de euros en depósitos, 0,4% hasta los 600 millones y del 0,5% cuando superen este umbral. La idea no ha gustado en el Gobierno. El secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, teme que la medida de Andalucía provoque la "segmentación" y "distorsión" del mercado financiero. Sin embargo, defendió la autonomía de las comunidades para "hacer lo que quieran", siempre y cuando reduzcan el déficit.

El presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, calcula que el tributo aportará unos 132 millones a las arcas públicas. Con todo, Andalucía creará deducciones para aquellas entidades que colaboren en proyectos innovadores. Griñán ha copiado el impuesto de la región vecina, Extremadura, que ya estableció este impuesto a principios de esta década y el PP lo recurrió al Constitucional. El presidente extremeño Guillermo Fernández Vara no se plantea retirarlo y el miércoles anunció que elevará un 15% el impuesto sobre los depósitos.

fiscalidad verde. Se trata de la gran esperanza de las haciendas autonómicas, ya que permite elevar y crear nuevos impuestos con el noble argumento de salvaguardar el medio ambiente, en lugar de recurrir a justificaciones recaudatorias. Cataluña y Andalucía ya han anunciado que elevarán del 14,75% al 16% el impuesto de matriculación para los vehículos más contaminantes, que son aquellos que emiten más de 200 gramos de CO2 por kilómetro. Otras comunidades, como Madrid, en lugar de aplicar el Plan 2000E, optó por devolver el 20% del impuesto a los compradores. La medida incentiva a conductores de otros territorios a adquirir y matricular el coche en Madrid.

Por otra parte, el nuevo sistema de financiación amplía las posibilidades de las comunidades para crear nuevos impuestos. Andalucía ha tardado poco en aplicar los preceptos de la nueva financiación y el miércoles anunció que impondrá un impuesto sobre las bolsas de plástico de 10 céntimos por cada una. Además, Griñán aprovechó la coyuntura para subir de 7.000 a 10.000 euros por metro cúbico el impuesto sobre residuos.

La fiscalidad verde supone un campo casi virgen para las comunidades autónomas, que pueden idear nuevas tasas, además de utilizar la mayor capacidad normativa para elevar tributos tradicionales como el IRPF o transmisiones. Esto no ha hecho más que empezar.

¿De qué hablamos cuando decimos clase media?

Las seis comunidades que han subido el IRPF han establecido, de media, los nuevos tramos a partir de los 93.000 euros. Para PP y Convergència i Unió (CiU) ello perjudica a las clases medias y no a los ricos, como defiende el PSOE. ¿Una nómina que supera los 90.000 euros brutos al año pertenece al club de las rentas altas o medias?Si se toma como referencia la estadística tributaria, parece evidente que alguien que gana casi 100.000 euros al año debe considerarse como renta alta. Los últimos datos de Hacienda indican que el sueldo medio en España asciende a 21.661 euros, es decir, un 77,4% menos que el tramo a partir del cual las comunidades han elevado el IRPF. Además, los asalariados que declaran rentas del trabajo superiores al 100.000 euros sólo suponen el 2% del total.Por otro lado, es presumible que un contribuyente con un sueldo de 100.000 euros tenga capacidad de ahorro e inversión. De hecho, el 51% de la base imponible del ahorro declarada en 2007 procedió de rentas que superaron los 100.000 euros. Así, sus beneficios al final del año no sólo proceden de la nómina.Con todo, desde el PP se argumenta que los verdaderos ricos no tributan por el IRPF. Algo que es completamente cierto. No es raro que los propietarios de empresas rentables mantengan una nómina paupérrima, aunque puedan llevar un tren de vida alto gracias al beneficio de su compañía, que tributa por el impuesto de sociedades a un tipo del 30% o del 25%, dependiendo del tamaño.Hacienda, el gran hermanoAdemás, desde una empresa existen más mecanismos, algunos legítimos y otros no, para lograr reducir la base imponible y pagar menos impuestos. Mientras que un asalariado tiene muy limitadas vías para zafarse de los ojos de Hacienda. En cualquier caso, no existe una definición certera que permita diferenciar sin dudas la clase alta de la media.Por otro lado, los sociólogos explican que existe una tendencia natural que lleva a la gente a situarse en una posición intermedia ante dos extremos. Así, no resulta extraño que cuando a la cajera del súper y al director de una sucursal bancaria les preguntan a qué clase pertenecen, ambos respondan lo mismo: clase media.

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