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El efecto de la crisis griega

La coalición de Merkel cae en Renania y pierde el control de la Cámara Alta alemana

Las elecciones en la región de Renania del Norte-Westfalia se saldaron con un doble revés para la canciller alemana Angela Merkel, que no podrá reeditar su coalición de gobierno en ese "Land", el más poblado del país, y que además ha perdido el control de la Cámara alta (Bundesrat).

Los pronósticos que apuntaban a un revés para Merkel, fruto del mal funcionamiento de su coalición de centro-derecha en Berlín y a los efectos de la crisis griega, se cumplieron con creces: la Unión Cristianodemócrata (CDU) cayó al 34,4 por ciento, más de diez puntos por debajo del 44,8% de las regionales de 2005, según las proyecciones de voto de la televisión pública ZDF.

El Partido Socialdemócrata (SPD), por contra, quedó teóricamente en posición de recuperar el bastión perdido entonces, el llamado "corazón rojo" de Alemania, apuntalado por el despegue de los Verdes, o al frente de un tripartito con La Izquierda.

El SPD y la CDU quedaron prácticamente empatados, con apenas 0,1 puntos de ventaja para los socialdemócratas, unos dos puntos y medio por debajo del 37,1% logrado en las anteriores regionales.

Pese a que el empate aún puede decantarse en favor de la CDU según el reparto definitivo de los escaños, el rostro de la victoria en Düsseldorf, capital del "Land", fue el de la aspirante socialdemócrata, Hannelore Kraft, mientras que el aún primer ministro regional, Jürgen Rüttgers, admitía con gesto compungido la derrota de la CDU.

El Partido Liberal (FDP), socio de la CDU tanto en Berlín como hasta ahora en Düsseldorf, se situó en el 6,7%, algo por encima del 6,2 de 2005, pero muy por debajo respecto al 11% de las generales que les convirtió en aliados de Merkel.

Los Verdes, con los que Kraft aspira a gobernar, se dispararon hasta el 12,4% y duplicaron así los resultados de 2005. La Izquierda, hasta ahora sin representación en la cámara renana, obtuvo un 5,5% y conquistó otro "Land", el más poblado del país con 18 millones de habitantes, algo impensable unos años atrás para esa formación surgida del comunismo del este de Alemania.

La primera prueba para Merkel

Los comicios de este "Land" eran el primer test en las urnas para la coalición de centro-derecha que lidera Merkel, desde su reelección como canciller en las generales de 2009.

Las encuestas apuntaban desde hacía mes y medio a un relevo de la alianza renana, arrastrada por la mala imagen del gobierno de Merkel con sus teóricos socios deseados, los liberales, que han ido de disenso en disenso desde su arranque, siete meses atrás.

La cuestión es dolorosa para el líder del FDP y ministro de Asuntos Exteriores de Merkel, Guido Westerwelle, al que se culpa de la falta de armonía de la coalición, ahora caída en su "Land" natal.

Los pronósticos en contra se precipitaron las últimas semanas, a raíz de la gestión de la crisis griega por parte de Merkel, que de actuar de freno al planes de rescate de sus socios de la UE pasó a aprobarlo con Alemania como primer contribuyente de la UE, con 22.400 millones de euros en tres años.

En las elecciones renanas confluían muchos factores cargados de simbolismo tanto para derrotados como para vencedores. La victoria de Rüttgers en ese estado, cinco años atrás, puso a Merkel rumbo a la cancillería y mandó a la pre-jubilación al entonces canciller socialdemócrata Gerhard Schroder.

De resultas de la derrota del SPD en el estado identificado con el poderío minero y acerero alemán, el entonces canciller Gerhard Schroder optó por convocar elecciones generales anticipadas, con la esperanza de que se impondría a la que por entonces calibró como una rival inferior, Merkel.

Schroder erró entonces el cálculo. Cinco años después, el SPD se apuntó hoy su primera victoria importante ante las urnas, mientras que en Merkel hizo mella la suma del efecto "contagio" de la crisis griega y el persistente mal funcionamiento de su coalición.

La pérdida del control del Bundesrat, a cuya ratificación se somete aproximadamente el 70 por ciento de las leyes, implicará la necesidad de buscar el consenso con los socialdemócratas para los grandes proyectos en ciernes de la presente legislatura, desde la reforma sanitaria a ajustes fiscales.

Algo que la canciller conoce de su primera legislatura en gran coalición, sólo que por entonces contaba con el SPD en el gobierno, no en la oposición.

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