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Tribuna
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El cuento de nunca acabar

El Gobierno ha presentado un nuevo documento de propuestas para la reforma laboral, que deberá ser debatido con los interlocutores sociales. No es el primer documento ni sabemos si será el último, pero su presentación y contenido no son tranquilizadores, sobre todo por el exasperante uso de los tiempos del diálogo social, que parece operar al margen de una crisis que ya dura casi tres años.

Pero vayamos al contenido. Tras el tiempo transcurrido podría esperarse un documento elaborado, de contenidos concretos, que abordara en profundidad las medidas de reforma que se proponen en todos los ámbitos de la legislación laboral, intentando corregir una situación anómala, desconocida en cualquier país desarrollado: doblamos la tasa de desempleo de la UE y EE UU y más que duplicamos la tasa de temporalidad. Pues no es así tampoco. El documento excluye la negociación colectiva y la flexibilidad interna de las empresas, remitiendo tales materias, a la negociación bilateral entre sindicatos y organizaciones empresariales. Es decir, el Gobierno no tiene, parece, nada que decir en dos materias de importancia extraordinaria, que incluyen aspectos como la concurrencia y duración de los convenios, la aplicación de medidas alternativas a la extinción de los contratos -distribución irregular de jornadas, el ahora de moda reparto del empleo del modelo alemán, la movilidad funcional y geográfica, etcétera.

La reforma que plantea ahora el Gobierno es todo menos imaginativa. Vuelve a poner el foco en un problema de máxima gravedad como la dualidad del mercado laboral, con índices de temporalidad que sólo la destrucción de empleo ha permitido situar levemente por debajo del 30%. Pero para resolverla repite las recetas que se han demostrado ya inservibles: trabas legales a la contratación temporal, que no sirven si las empresas siguen temiendo que ante situaciones de dificultad económica carecen de mecanismos ágiles para resolverlas, y subvenciones a la contratación indefinida que suponen ingentes cantidades de dinero público sin que el resultado pueda calificarse más que como inexistente.

Junto a medidas positivas, pero que el documento se limita a enunciar en términos generales -como el fomento del tiempo parcial o la mejora en el funcionamiento de la intermediación laboral- muestra su máxima sensación de inconsistencia en las medidas que pueden afectar a la extinción del contrato indefinido, materia sensible en la que, se supone que para evitar reacciones sindicales adversas, no encontramos sino confusión e imprecisión, con apelaciones al "modelo austriaco" mezcladas con una llamada a la extensión del contrato de fomento de la contratación indefinida con indemnización por extinción inferior a 45 días de salario por año o mejoras en la definición y funcionamiento de los despidos objetivos.

En fin, reforma que llega tarde, incompleta, modesta en sus planteamientos y escasa en la propuesta de soluciones. Pero, y es una paradoja que debe admitirse, bienvenida sea si culmina en un acuerdo, que será modesto e insuficiente, no hay mimbres para más, pero que servirá para no contribuir a una falta de acción que, en lo político e institucional, comienza a ser preocupante.

Martín Godino, socio de Sagardoy Abogados

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