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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa y la sociedad de la información

Europa corre el riesgo de descolgarse en el desarrollo de la banda ancha de alta velocidad si no incrementa su inversión en redes, según denuncia la nueva comisaria europea de Telecomunicaciones, Neelie Kroes. No hacerlo implicaría perder competitividad frente a países como Japón, Corea e incluso Estados Unidos, algo que ya se está produciendo si se tiene en cuenta que la fibra óptica llega sólo a 2 millones de hogares europeos por 42 millones asiáticos. Se entiende que la primera actuación de Kroes como nueva comisaria de Telecomunicaciones sea un plan de desarrollo de la economía digital. Su pretensión es que dentro de 10 años todos los hogares europeos puedan acceder a un internet de 30 megas y al menos un tercio a 100 megas. Ambicioso si se tiene en cuenta que muy pocos países europeos alcanzan hoy el 1%.

En la UE, como en la gran mayoría de países desarrollados, la implantación de la banda ancha está en manos de las operadoras que tendrán que afrontar las ingentes inversiones que supone conectar la puerta de cada vivienda con fibra óptica. La crisis ha ralentizado la inversión de muchas de ellas que remolonean ante la falta clara de rentabilidad a corto plazo por falta de una masa crítica suficiente de clientes. En todo caso, seguro que cuando la red esté desarrollada habrá proveedores dispuestos a explotarla.

Para cubrir los retrasos que ya son patentes en muchos países comunitarios, incluido España, la comisaria apuesta muy certeramente por que sean los Gobiernos europeos los impulsores del desarrollo de las redes. Para ello propone movilizar fondos públicos tanto nacionales como comunitarios a través de posibles créditos del BEI para apoyar la inversión privada. Y, sobre todo, la elaboración de planes detallados con calendarios de desarrollo por zonas y velocidad específica que van a ofertar.

En España, la CMT determinó que para 2023 (3 años más tarde de la fecha tope del plan de Bruselas) sólo tendrá acceso a la fibra el 46% de los hogares. El problema surge ante la certeza de que el resto se quedará fuera por la simple razón de que ninguna operadora estará dispuesta a ofrecerlo por falta de rentabilidad. Kroes pretende solventar con dinero público un hándicap generalizado en muchas regiones europeas, pues es difícil obligar a las operadoras a asumir el coste de semejante inversión sin retornos. El Principado de Asturias es un buen ejemplo con implantación pública allí donde no llega la privada.

Sea cual sea la fórmula que se escoja, los objetivos del plan Kroes son razonables, por lo que se deben tomar decisiones consensuadas entre operadoras y Gobiernos para conseguirlos. Incluso antes de 2020, pues en ningún caso Europa puede permitirse quedar rezagada en una tecnología que hoy ya se considera imprescindible. El fracaso de la Agenda de Lisboa para 2010 no puede repetirse.

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