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A fondo

¿Todo el pescado vendido entre Iberia y British?

La compañía británica da por resueltos casi todos los problemas de la integración.

La fusión de Iberia y British Airways ha entrado en la recta final y, como en toda partida disputada, los últimos minutos y, más, los tiempos de descuento, resultan estresantes y, en este caso, inquietantes. Unas declaraciones del consejero delegado de la aerolínea británica, Willie Walsh, en el Día del Inversor celebrado el jueves en Londres, han provocado un cosquilleo en el estómago de las personas que hoy tienen responsabilidad y poder en Iberia. Durante los siete meses que ya dura el proceso, el primer ejecutivo de British no ha cejado en lanzar mensajes negativos sobre la suerte que corría en cada minuto la aventura de la integración. Pero de golpe ha cambiado el discurso. Del 'no avanzamos' ha pasado a 'todo el pescado está vendido'.

'La fusión es tan buena para British como para Iberia' y el desenlace con éxito 'está muy cerca', anunció. En una inédita efusión de optimismo y, de un solo plumazo, Walsh dio por resueltos (o por 'casi resueltos') todos los escollos que durante más de medio año han empedrado de dificultades la fusión. Afirmó que el plan de pensiones de la plantilla de British es asunto solventado. No precisó, sin embargo, cuales serán los diques que se han acordado levantar para evitar que el déficit (que puede superar los 3.000 millones de euros a final de marzo) arrase las finanzas del nuevo matrimonio.

Tampoco encuentra dilemas para determinar la ecuación de canje, toda vez que parece convencido de que sus futuros socios españoles han interiorizado un compromiso por el que otorgarán la posición mayoritaria en el capital a los dueños de la británica en una proporción que no sea vergonzosa para ninguna de las partes. Walsh metió también en el saco de los problemas 'casi totalmente acordados' la ubicación de la sede social de la empresa holding bautizada como Topco. La ciudad que, al parecer, cuenta con las bendiciones de ambas partes será Londres y la nueva compañía se regirá por la legislación británica. El reparto del consejo de administración de la matriz también es asunto superado con un pacto de paridad.

Pero los temas de la fusión que, según Walsh, se encuentran 'casi totalmente acordados' tienen aún una sombra más larga. En su alocución a los inversores explicó que el reparto de funciones entre el presidente, el consejero delegado y el director financiero de la fusionada 'están ya decididos'. Se cuidó, no obstante, de entrar en detalles sobre qué responsabilidades serán asignadas a los directivos británicos y que funciones quedarán en manos de ejecutivos procedentes de Iberia.

En Madrid las palabras de Walsh han generado más recelo que buenas vibraciones. Desde el principio Iberia ha interiorizado que debía jugar el papel de 'entusiastas de la fusión'. Este rol ha sido mantenido porque también ha dado buenos resultados. Ahora la prudencia y, tal vez el cambio de estrategia, se imponen. La parte española es consciente de que se juega la fase definitiva de la partida, y que menos ahora que en ningún otro momento del envite se puede aceptar que 'el pescado' de la fusión 'esté del todo vendido'.

Del discurso de Walsh la parte que se ha suscitado mayores recelos es aquella en la que advertía cuál es, en este momento, 'el verdadero escollo para culminar con éxito la integración': consiste en definir cuál será el margen de autonomía e independencia que mantendrán como aerolíneas operativas Iberia y British Airways en relación a la empresa holding Topco.

Esto es, que la pieza angular del edificio de la integración se construirá en el momento en el que se determine el grado de control financiero que tendrá la sociedad holding sobre las marcas originarias y sus respectivas sedes operativas; British en Londres e Iberia en Madrid.

Iberia se la juega. Desde hace años se ha embarcado en una línea estratégica cuyo objetivo es incorporarse a un grupo aeronáutico global que le asegure la viabilidad de su futuro. En la recta final de la integración con British lo que va a decidirse es quién manda en la nueva compañía fusionada. Pero al margen del poder que pueda conseguir cada accionista o cada directivo, es responsabilidad de los gestores de la compañía asegurar que, al menos desde el punto de vista operativo, Iberia, a largo plazo seguirá siendo un vehículo clave de conexión entre España y el resto del mundo.

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